jueves, 24 de septiembre de 2015

Descubriendo el Caribe insular no hispánico: Martinica. Édouard Glissant, 6


TEMAS SOBRE HAITI, REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE

 

Descubriendo el Caribe insular no hispánico: Martinica. Édouard Glissant, 6

 

Por: Mu-Kien Adriana Sang

 

sangbenmukien@gmail.com

mu-kiensang@pucmm.edu.do

@MuKienAdriana

 

La piedra se deslizó, arqueó y floreció hacia

Las islas:

Cuba  y  Santo Domingo

Jamaica y Puerto Rico

Granada, Guadalupe y Bonaire.

La piedra curvada silbó hacia el arrecife

Las olas dentadas desgarraron la arcilla

La espuma blanca destelló en rocío

Bathseba Montego Bay

Florecer de los veranos que arquean,  Kamau  Brathwaite

 

Durante los días 21 y 22 de marzo de 1991, la Universidad de Maryland, específicamente el Departamento de español y portugués, organizaron un coloquio que consistía en una conversación entre dos grandes el poeta barbadense Kamau  Brathwaite y el martiniqués Édouard Glissant.  La conversación ha sido publicada en varios idiomas, pues constituyó, sin duda alguna en un hecho único en la historia de la literatura caribeña.  El tema del diálogo fue “lenguaje-nación” [1].

 

Quien inicia el diálogo es Brathwaite. Afirma que la noción expresa la experiencia de los pueblos oprimidos, denigrados por el establisment.  Sostiene que el lenguaje-nación no se enseña en las escuelas, pues, afirma “no se considera que sea una versión respetable del discurso y la literatura… Esto significa que, al menos de manera semi-oficial, este lenguaje goza hoy en día de reconocimiento; que a través de él puede llegarse a la masa del pueblo”[2].  Continúa su exposición diciendo que el lenguaje-nación no es un dialecto ni una lengua vernácula, es ante todo una expresión de “lo roto, lo sub-estándar, lo estúpido, ignorante, no importante o marginal…”[3]  ¿Saben por qué? Se pregunta e inmediatamente  se responde: porque el lenguaje nación implica un cosmos en sí mismo que existe por derecho propio.  En su intervención, el poeta afirma que el hecho de que El Caribe se haya convertido en un destino turístico, ha provocado rupturas irreparables:

 

El Caribe es…un arco encantador de unas 2,000 islas, que se extiende desde la punta de Florida hacia la costa sudamericana. Sus cumbres son una cordillera de montañas hundidas… hace un millón  de años…Somos perpendiculares a esta formación, y debido a ello, fuimos más frágiles, pues quedamos más expuestos a las presiones de la deslizante curva del movimiento. Y es así  como colapsamos  hacia el océano, originando una catástrofe cuya memoria está hundida y dejando únicamente las cumbres sumergidas de estas memorias volcánicas, las islas del Caribe. Tengo la impresión de que, aún hoy, un millón de años después, seguimos escuchando el eco de aquella catástrofe y que gran parte de nuestro trabajo se relaciona con esa memoria. Hemos en cierto modo perdido el sentido del continente, el sentido de la totalidad, y nos hemos convertido en agujeros en el océano. Como  pueblo nos dirigimos hacia el Atlantis en el océano Atlántico y quedamos atrapados como tortugas ciegas en aquel mar….[4]

 

Glissant toma entonces la palabra.  Afirma que la intervención del poeta barbadense fue muy interesante, pero su realidad es diferente.  A diferencia de Barbados en Martinica sí existe una lengua creole, que en Barbados, Jamaica y Trinidad existió con una variante anglófona, pero lamentablemente desapareció. Este hecho, dice el poeta martiniqués, le da a su pueblo una identidad distinta.  Con relación al Caribe como un todo, Glissant plantea que mucha gente asocia el Mar Caribe con el Mar Mediterráneo, y ambos tuvieron diferentes singularidades históricas. Mientras el mar europeo servía de unidad, el caribeño difracta:

 

Me impresionó escuchar a Brathwaite hablando acerca del Caribe porque, desde mi punto de vista, si quiere hacerse un paralelo entre el Caribe y el antiguo Mediterráneo, el viejo Mediterráneo, puede encontrarse que este último es un mar que concentra, que fuerza a la unidad del ser. Puede observarse que todas las religiones monoteístas nacieron en torno al Mediterráneo.  Es allí donde nació la filosofía de “l´un”, de la unidad, de lo uno. Y si se mira al Caribe, se advierte que es un mar que difracta. No concentra…El mar y las tierras no están alrededor de él, sino en su interior. Esto es algo que mis amigos en París no entienden. Ellos me preguntan ¿Cómo puedes vivir en un país tan pequeño? Piensan que me siento encerrado… pero no es así, porque Martinica no es un mundo que concentra; puedo pasar allí seis años sin ir a ninguna parte porque el genio del país es difractante, consiste en imaginar cosas que ocurren en cualquier otro lugar. Esta es la poética de lo que llama el “acriollamiento“,  una poética  mezclada impredecible y multilingüe. [5]

 

Un elemento interesante de la posición de Glissant es que el asegura que el “acriollamiento” no es un concepto estático, ni una herencia histórica, es, a su juicio, un proceso, no una definición, y ahí, asegura, existe una gran diferencia.  A partir de entonces reivindica el derecho a la diferencia y a la opacidad, pues es un derecho inalienable no tener que entender lo que somos, de manera que podamos sorprendernos a nosotros mismos y a seguir haciendo cosas, trabajando en una palabra.

 

Brathwaite tomó la palabra para decir que siempre ha compartido con Glissant los  conceptos de transparencia y opacidad, pero dice, lo plantea de otra manera, quizás porque el poeta barbadense proviene del caribe inglés y no del francés:

 

Pero lo que me entusiasma es que compartimos esta base común, que en cierto sentido constituye otro aspecto del lenguaje-nación. Aunque hemos estado separados por la distancia, el idioma y la política metropolitana, seguimos estando comunicados a través de esta interconexión. Yo solía decir que las culturas occidentales eran como misiles…La otra cultura, la del lenguaje-nación, es la cápsula, la cosa que es acarreada por el misil en su desplazamiento por el espacio. La cápsula contiene sus fuerzas  vitales…Su paradigma no es el de cortarse las piernas,  sino autocontenerse, es decir, lo que él llamó opacidad, el reclamo a la privacidad…[6]

 

Glissant coincide con su colega y agrega el concepto de paisaje.  En la literatura europea, dice es un decorado, un marco, mientras en El Caribe, tenemos dos variantes de paisaje. Por un lado vivimos en medio del mar, y en la montaña, y cuando imagina esas alturas de la tierra piensa en el cimarronaje, en los esclavos que huyeron  desesperados.  Por tanto, dice, que el SER depende en gran medida de su entorno, es, dice, un modo de estar en el mundo. ¡Qué interesante! Pero se nos agotó el espacio.  Sigo la próxima semana con este mismo tema. 



[1] Graciela Salto (compiladora), Memorias del silencio: literaturas en El Caribe y Centroamérica,  Buenos Aires, Argentina, Ediciones Corregidor, 2010.  Véase el Capítulo “El lenguaje-nación y la poética del acriollamiento. Una conversación entre Mamau Brahwaite y Édouard Glissant”, pp. 17-45.
[2] Ibídem, p. 18.
[3] Ibídem, p. 20.
[4] Ibídem, p. 21.
[5] Ibídem, p. 27
[6] Ibídem, p. 30

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