jueves, 24 de septiembre de 2015

Las plantaciones en El Caribe y su impacto en todos los ámbitos, 6


TEMAS SOBRE HAITI, REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE

 

Las plantaciones en  El Caribe y su impacto en todos los ámbitos, 6

 

Por: Mu-Kien Adriana Sang

 

sangbenmukien@gmail.com

mu-kiensang@pucmm.edu.do

@MuKienAdriana

 

Debajo de una palmera,
en una tarde serena,
se mira sobre la arena
un salvaje reposar.
Junto a sí tiene las flechas
que mil blancos han herido,
y, como él mismo, han sufrido
de cruda guerra el azar...


Que venga aquí el europeo
codicioso,
y si acercarse le veo
morirá al punto a mis manos.
Que para sufrir tiranos
en su patria no nací.

Y la muerte
que le diera
prefiriera
con placer,
a la vida
regalada
y pasada
como él.

Que es mi dicha vivir libre
sin cadenas que me opriman,
con su peso solo giman
los esclavos y no yo….

Yo no siento
desconsuelo.
En el suelo
duermo bien.
Y si velo,
mi querida
es mi vida,
mi sostén.

Que es mi dicha vivir libre
sin cadenas que me opriman,
con su peso solo giman
los esclavos y no yo

 

 

 

Como hemos podido ver a lo largo de los primeros cinco ensayos que hemos presentado hasta el momento sobre las plantaciones, todos los autores coinciden en que el modelo fue muy fuerte en los siglos XVII, XVIII y parte del XIX en las colonias caribeñas inglesas, francesas y holandesas, y que en el caso del Caribe hispano la situación fue diferente, muy diferente.

 

Husmeando por donde podía, localicé un excelente ensayo del historiador puertorriqueño Humberto García Muñíz titulado “La Plantación que no se repite: las historias azucareras de la República Dominicana y Puerto Rico, 1870-1930.”[1]   Sin lugar a dudas que el colega de la hermana isla es uno de los grandes especialistas del tema azucarero en el caribe hispano.  Su tesis doctoral, publicada recientemente por la Academia Dominicana de la Historia,  es un enjundioso y muy bien documentado trabajo de investigación sobre la industria azucarera dominicana.  Al igual que Pedro San Miguel, otro historiador de la isla de Borinquen, de quien ya hemos hecho referencia, García Muñíz sostiene que la expansión de la economía del azúcar en ambas islas se produjo en la segunda mitad del siglo XIX, a diferencia del resto del  mundo caribeño.

 

Divide el análisis en dos momentos.  El primer período abarca los años comprendidos entre 1870 y 1898 y el segundo de 1899 a 1930.   El autor señala que tanto La Española como Puerto Rico tuvieron historias similares desde la conquista en el siglo XVI hasta los inicios del siglo XVIII.  Agotado el oro en  poco tiempo, a partir del año 1515 se comenzó a reestructura el complejo económico social de la caña de azúcar en el llamado Nuevo Mundo.  En ambos casos el período de desarrollo fue muy breve por razones muy claras:  la necesidad de las flotas de atender el amplio comercio de tierra firme en detrimento de las islas, el monopolio de Sevilla, la competencia con Brasil, el alto precio de los esclavos y las epidemias que diezmaban a los trabajadores esclavos.

 

Coincide con los autores que hemos estado citando a lo largo de estos artículos, que el resurgimiento del azúcar en Puerto Rico y la Española se produjo en el siglo XIX, pues, después de las guerras de independencia en el continente, se promovió la inversión de capitales y tecnologías, así como la liberalización del comercio.  Refiriéndose al caso de Puerto Rico, García Muñíz señala:

 

La expansión de las haciendas cañeras, con una mayoría de propietarios extranjeros y mano de obra esclava africana, impulsó la transformación del paisaje rural de Puerto Rico, debido a la deforestación de los fértiles llanos costeros y a la demolición de los hatos y estancias. El resultado fue la migración del campesino desposeído y marginado a las alturas montañosas del centro de la isla…

Desde las primeras décadas del siglo XIX, el crecimiento azucarero de Puerto Rico estuvo ligado a los mercados británicos y norteamericano –ya que el español se mantuvo cerrado para proteger la industria doméstica-.

 

Pero siempre hay reveses.  El hecho de que las haciendas del sur de los Estados Unidos, especialmente en Louisiana se reconstruyeran después del fin de la Guerra de Secesión en el siglo XIX, trajo negativas consecuencias para la isla de Borinquen, pero, aunque mermó esta economía no murió.  Al contrario.  Afirma el investigador que para 1870 se calcula que en la isla de Puerto Rico existían unas 550 haciendas, que producían unas 105,000 toneladas, volumen que significaba un 7% de la oferta total del azúcar de caña en el mercado mundial. Como ocurre siempre, a  los años  de bonanza le siguen los de crisis, como bien lo describe el autor:

 

En primer lugar, los hacendados puertorriqueños se enfrentaron a una dislocación del sistema laboral con la abolición de la esclavitud en 1873.   El liberto representó un papel clave en la transición a un mercado libre de mano de obra y también implicó un aumento en los gastos de las explotaciones agrarias en salarios, vivienda, medicina y otros rubros. …

 

Hubo pues un ingrediente nuevo: el inicio del cultivo de café y el tabaco.  Para suerte de los hacendados y propietarios de fincas cañeras y cacaoteras, la mano de obra se desplazaba de manera estacional del llano a la montaña, es decir, de la zafra del azúcar a la recogida del café:

 

El trabajador rural comenzó una migración circular estacional de las alturas montañosas del centro de Borinquen hacia la costa y viceversa impulsado por el desarrollo tradicional de la industria del dulce en el litoral y del cultivo cafetalero en el interior en el último tercio del siglo XIX, cuando se convirtió en el producto de exportación más importante de la isla…

 

El boom de las plantaciones azucareras en Puerto Rico terminó a finales del siglo XIX por varios factores.  En primer lugar la producción bajó la calidad debido a una rara enfermedad que causó verdaderos estragos en la producción.  Asimismo, el mercado español se achicaba cada vez más, mientras se ampliaba el de los Estados Unidos.  Y por último el azúcar de remolacha fue desplazando al azúcar de caña.  Se calcula que para1890 el azúcar de remolacha representaba ya el 60% de la oferta mundial del dulce.   Así pues, para 1900, cuando Puerto Rico estaba ya bajo el dominio de los Estados Unidos su producción bajó a la mínima expresión.  Sobre el tema seguiremos en la próxima entrega, hablando sobre el caso dominicano.

 

 



[1] Humberto García Muñíz titulado “La Plantación que no se repite: las historias azucareras de la República Dominicana y Puerto Rico, 1870-1930, ”  Revista de Indias, 2005, vol. LXV, número 233. Pp. 173-192.
 

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