ENCUENTROS
¿CHOQUE DE GENERACIONES? La respuesta de
Alejandro.
Creo en la juventud
como sembradora de
esperanzas,
y forjadora de utopías,
porque tiene las fuerzas
los bríos,
las ganas
para luchar
y transformar su
herencia.
Creo en la juventud
porque sin sus gritos,
sin sus quejas,
sin sus risas
la vida sería
sombría y triste, MAS
Hace unas semanas publiqué en esta columna
una reflexión sobre los desafíos de ser joven hoy, a propósito de una
conversación que tuve con mi hijo del alma, Alejandro Peña. el artículo en
cuestión trajo muchos debates y reflexiones entre mis lectores. Ante la avalancha de opiniones Alejandro no quiso quedar se
atrás y me envió su respuesta. La transcribo a continuación:
"El pasado sábado
29 de septiembre, en este mismo periódico y espacio, apareció publicado un
artículo de la titular de esta columna que expresa una reflexión sobre la
“juventud de hoy ”, reflexión que partió, según sus propias palabras, a raíz de
una conversación sostenida entre ella y quien escribe. Por razones de espacio
(solo puedo escribir 600 palabras) no me referiré al contenido del artículo que
motiva estas palabras, y solo me limitaré, no a refutar (jamás refutar), sino
simplemente a, como lo hizo ella, expresar mi reflexión, la cual, dicho sea de
paso, no pretendo represente la de “la juventud de ahora”.
Yo lo que le digo a mi
madre del alma es que soy, como toda mi generación y todo el mundo, el producto
del contexto histórico en que me tocó vivir y crecer. Los valores que dominan y
sirven de directrices a mi accionar no son mis valores sino
los predominantes en la sociedad en que la vida ha elegido que yo esté. Si
usted luchó por la libertad era porque no había libertad; si usted se debatía
entre una ideología u otra fue porque a sus treintas el mundo, no usted, estaba
sumido en una lucha ideológica. Yo no puedo luchar por la libertad porque
siempre la he tenido; yo no puedo someterme a un proceso reflexivo en el
sentido de qué ideología seguir porque eso prácticamente no existe (por lo
menos las políticas).
Pertenezco a una
generación de jóvenes, hombres y mujeres, que sus prioridades responden a la
realidad del mundo en que vivimos. Yo pertenezco a una generación donde un
joven, Mark Zuckerberg, inventó una de las herramientas más poderosas de las
últimas cinco décadas: Facebook; yo pertenezco a una generación donde la
tecnología es el centro de gravedad (¿quien le iba a decir a usted en su amada
década de los 70 que leería periódicos en un Ipad?). Ya en el plano local, yo
pertenezco a una generación donde un grupo de jóvenes logró, a través de sus
movilizaciones, que la clase política cumpliera
con una ley (4% para la educación); detuviera la construcción de una cementera,
por solo poner dos ejemplos. Si eso no es sentido y compromiso social, ¿qué es?
Los padres y las madres
de su generación no tuvieron que preocuparse porque ya la ciencia y todos los
métodos pedagógicos aconsejan que un niño inicie la escolaridad antes de
cumplir el año de vida, y ese año, en promedio, cuesta más de cien mil pesos
(casi el costo total de mis estudios universitarios). Eso, no sé si es bueno o
mal, solo se consigue con dinero, y ese dinero, desde mi perspectiva y sé que
la de la mayoría de los jóvenes como yo, solo se consigue trabajando
tenazmente. Por lo tanto, no se trata de una acumulación originaria como fin,
sino simplemente como medio.
Como siempre le digo, si
algo he aprendido a mis treinta años es que SIEMPRE para las generaciones
anteriores la presente es peor. Usted piensa que su generación era
"mejor" que la mía, alguien de mi generación pensará que la nuestra
es mejor que la de nuestros hijos y así sucesivamente. Sin embargo, estoy
convencido que ninguna es mejor que otra, sino simplemente diferente. Ahora
bien, si me tengo que quedar o inclinar por alguna generación no dudaría en
quedarme con la mía, por una sencilla razón: es la única que conozco y es la
que me tocó vivir. No tengo punto de comparación como sí lo tiene usted.
Como le he dicho en varias ocasiones reflexionando en su casa: es más fácil que
usted me entienda a mí que yo a usted, porque ya usted tuvo treinta años y yo
aún no tengo cincuenta y siete... La adoro..."
¿Qué piensan ustedes? ¿Debe haber una reflexión, un debate
generacional? Yo creo que sí. Reitero mi posición de que en la sociedad de
hoy prevalece la banalidad, la superficialidad y el maldito TENER. Estas tres características permean a los
jóvenes. Una herencia terrible que nosotros los adultos de hoy, jóvenes de
ayer, hemos dejado como legado a las generaciones que nos siguieron. Los culpables, sin duda, somos nosotros, no
ellos.
mu-kiensang@hotmail.com
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