ENCUENTROS
Regalos de Vida
Por: Mu-Kien Adriana Sang
"Cuando
Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a
Jerusalén unos magos, diciendo: Dónde está el Rey de los Judíos, que ha nacido?
porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle. Oyendo esto
el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él. Y convocados todos los
principales sacerdotes y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de
nacer el Cristo. Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito
por el profeta: 'Y tú, Belén, de la tierra de Judá, no eres la más pequeña
entre los príncipes de Judá; Porque de ti saldrá un guiador, Que apacentará a
mi pueblo Israel'. Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de
ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella; Y enviándolos a
Belén, dijo: Id allá, y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le halléis,
hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore. Ellos, habiendo oído al
rey, se fueron: y he aquí la estrella que habían visto en el oriente, iba
delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño. Y
al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo. Y entrar en la casa,
vieron al niño con su madre María, y postrándose, le adoraron; y abriendo sus
tesoros, le ofrecieron presentes, oro, incienso y mirra. Pero siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a
Herodes, regresaron a su tierra por otro camino". Mateo 2:1-12
¿Por qué los Reyes
llevaron estos extraños regalos al niño Dios recién nacido? ¿Tendrían
significación especial? ¿Por qué oro, incienso y mirra? Busqué respuestas. El oro es el símbolo de la realeza. Era
incuestionable Jesús era y es el Rey celestial.
Su reino no es de este mundo (cf Jn 18,36). La realeza de Cristo se
ejerce “atrayendo a sí a todos los hombres por su muerte y su resurrección”
(Catecismo 786). El incienso nos lleva necesariamente a la divinidad, porque
Jesús es el Hijo de Dios hecho hombre. Y la mirra se utilizaba en aquellos
tiempos para embalsamar a los cadáveres, para recordarnos, que tres décadas
después, Jesús moriría por la salvación
de todos. Era pues, signo de la humanidad del Señor, que compartió con nosotros
sin dudarlo un instante.
Aprovecho el día de la celebración de los Santos Reyes y sus
particulares regalos al niño Dios para hacer los míos. Acepto con alegría y resignación todos y cada
uno de los regalos que he recibido de la vida.
Acepto el regalo de vivir, de estar viva, porque puedo disfrutar la
naturaleza con todos sus matices: el
viento frío de la lluvia; el calor de sol y sus rayos; la maravilla del
amanecer, porque alienta y anima a
iniciar el día; el anochecer porque el inicio de la oscuridad nos obliga a
detener la marcha cotidiana. Acepto el regalo de mis virtudes. Ellas hacen más ligera la marcha. Acepto el regalo de mis defectos. Ellos me hacen sentir humana, finita,
falible...Acepto el regalo de mis equivocaciones, porque al saberme capaz de
errar y reconocer que he errado, me obliga a hacerme humilde para disculparme
ante los que he ofendido. Acepto el regalo de mis amigos, incluso de los que me
han engañado, ofendido o maltratado. Sortear mi vida con esa familia elegida,
me obliga a conocer la condición humana en todas sus dimensiones. Acepto el
hermoso regalo de mi familia, nuclear y ampliada. Con ellos comparto ilusiones,
alegrías, dolor y tristeza. Sus hombros y sus brazos me acogen en mis momentos
de debilidad. Porque en la risa y el llanto hemos conocido juntos la verdadera
y profunda dimensión del amor.
Quiero hoy también invitarte a ofrecer
algunos regalos. Te pido que te regales
la aceptación de ser como eres, con la confianza de que somos únicos en el
universo, pero que nos debemos a una comunidad a la que pertenecemos. Regálate y regala sonrisas todos y cada uno
de los días que te quedan por vivir. Decide ser feliz porque sí, porque el mero
hecho de respirar, de ver, de caminar, de tocar, de disfrutar el milagro
cotidiano de la naturaleza, es un regalo del cielo que no debemos desperdiciar
con rencores, rabias sin sentido y envidias y celos que sólo nos llevan al
camino de la amargura. Regala a los
tuyos los besos y abrazos cotidianos.
Diles de forma espontánea que los amas, que son parte importante de tu
vida. Es la mejor manera de aligerar la
carga en la tarea de caminar por el camino, a veces abrupto, de la vida. Regálate caricias a tu corazón. Es la mejor manera de construir un escudo invencible
para sortear adecuadamente los obstáculos que aparecerán, aunque no
quieras. En fin deseo que te regales la
decisión de ser feliz, aunque llegue la enfermedad, el dolor y la muerte. Ser
feliz es una decisión y nada más.
Te recuerdo que el oro, el incienso y la
mirra que los Reyes Magos, que vinieron del Oriente, y que llevaron como regalo
al niño Dios, tienen significados importantes.
Esos singulares regalos eran reiteraciones del mandato divino que tenía
el pequeño Jesús mientras estuviese con nosotros. Recordemos siempre que el compromiso por el
bien de la humanidad, que los sueños por un mundo más humano y solidario sólo se
harán realidad cuando nos comprometamos sinceramente. Son regalos que debemos cultivar hoy y
siempre.
mu-kiensang@hotmail.com
mu-kiensang@pucmm.edu.do
@MuKienAdriana
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