ENCUENTROS
RESPONSABILIDAD HISTORICA, CONCIENCIA Y PERDON
Por: Mu-Kien Adriana Sang
(Debemos)
preguntarnos por la relación de los hombres con la historia, reflexionar acerca
de nuestra condición de sujetos históricos y la manera en que nos configuramos
históricamente. La atención está puesta en el sujeto que vive, hace, sufre y
narra la historia -esto es, frente a la vida de los otros y frente a la vida
con los otros, sean ellos contemporáneos, sucesores o predecesores-. Y también
la idea es considerar, por un lado, que la propia identidad del sujeto está
signada por esa relación que guarda con la realidad histórica; y, por el otro,
que la dimensión temporal de la experiencia humana implica pensar la
historicidad de toda identidad....(1)
Desde hace unas semanas he estado
pensando en la situación de algunos países del mundo y de algunos continentes
que no han podido encontrar la salida a su realidad. Me hice muchos cuestionamientos. Una pregunta me atormenta y aparece una y
otra vez en mis reflexiones ¿Debe existir responsabilidad histórica de los
pueblos? ¿Deben sentirse responsables
las naciones que han provocado la guerra y el exterminio de poblaciones
enteras? ¿Deben pagar, no solo con el peso de la historia, las mentes
brillantes que utilizaron sus conocimientos para la tortura, como aquellos que
inventaron la bomba atómica o los gorilas que inventaron mejores maneras de
torturas en los campos de exterminio judíos?
¿Pueden ser aceptados en la comunidad humana los que por diferencias
religiosas o ideológicas, asesinaron y torturaron?
Después que me hice las preguntas,
recordé la acción responsable y trascendente de Su Santidad, el gran Juan Pablo
II. Preparando el Gran Jubileo del año
2000, solicitó a la Comisión
Histórico-teológica del Comité responsable para preparar ese evento mundial y
trascendente, la celebración de un Congreso sobre la Inquisición. El historiador, Agostino Borromeo, uno de los
grandes expertos en la historia de la Iglesia y especialista en la Inquisición,
fue elegido para que coordinara el
importante evento. Pero además, el Papa Juan Pablo II solicitó que se abrieran
los archivos secretos de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el antiguo Santo Oficio. El Congreso formó
parte de la preparación para la Jornada sobre el Perdón del año Santo. El 12 de marzo del 2000, el Papa pidió perdón por los
errores cometidos en el servicio a la verdad recurriendo a métodos no
evangélicos. El 15 de junio del año
2004 al presentar las "Actas de Simposio Internacional La
Inquisición" presentó un hermoso mensaje, que se inicia con una hermosa afirmación
autocrítica: "La Iglesia busca la
verdad histórica para pedir perdón por los pecados de sus hijos" Continuó su reflexión diciendo:. Es justo que la Iglesia asuma con una
conciencia más viva el pecado de sus hijos recordando todas las circunstancias
en las que, a lo largo de la historia, se han alejado del espíritu de Cristo y
de su Evangelio. En vez del testimonio
de una vida inspirada en los valores de la fe, los cristianos en ocasiones han
ofrecido el espectáculo de modos de pensar y actuar que eran verdaderas formas
del anti testimonio y de escándalo." Antes de pronunciar su hermoso y famoso
perdón a la humanidad, su Santidad dijo: "Antes de pedir perdón es necesario conocer exactamente los hechos y
reconocer las carencias ante las exigencias evangélicas en los casos en que sea
así." En esa importante
alocución, el Papa recordó y citó las palabras del Concilio Vaticano II: "La verdad solo se impone por la fuerza
de la misma verdad, que penetra suave y fuertemente en las almas". (2) No puedo olvidar el impacto que causó
en la opinión pública mundial esta valiente y ejemplar acción de su Santidad
Juan Pablo II. Cuando leí con atención
las declaraciones, me sentí orgullosa de ser cristiana. Hay que ser valiente para descubrir secretos,
que eran vox populi, guardados durante siglos. Hay que ser valiente para asumir
la responsabilidad histórica de unos hechos en los que él, como ser humano, no
participó. Asumió con valentía su investidura
como máxima autoridad de la Iglesia Católica y reparó el daño espiritual que la
humanidad esperaba durante siglos.
Los líderes actuales no son
directamente responsables de lo que decidieron e hicieron sus antecesores. Los alemanes de hoy no fueron los que
diseñaron y perpetraron el exterminio de los judíos. Los ingleses de este siglo no impusieron en
el apartheid en el África del Sur. Fueron los ancestros de los españoles de la post modernidad los que
conquistaron a capa y espada y se autoproclamaron dueños de unas tierras, de un
continente todo entero, que no les pertenecía.
Los franceses que habitan hoy la metrópoli o sus territorios de ultra
mar, no diseñaron ni pusieron en práctica la rica y segregada colonia francesa
de Saint Domingue, ni fueron los que hicieron trabajar largas e interminables jornadas a los
esclavos negros de África. Los rusos de
la Rusia del siglo XXI no dieron la orden de asesinar a los troskistas o a los
enemigos de los nuevos dueños de la situación, fue Stalin el responsable del
genocidio. El gran líder chino Mao Zedong fue quien pensó y dio la orden de la
purga sangrienta a sus enemigos, y no los chinos que ahora están trabajando
duro para reconquistar el mundo. La lista
es larga, podría seguir nombrando otras barbaridades de esta historia nuestra
que avanza y avanza, dejando tras de sí un lastre de dolor, sangre y atropello.
Es cierto, las generaciones actuales
no somos responsables de lo que hicieron
nuestros antepasados. Pero así como
heredamos lo bueno que nos dejaron (la libertad, el derecho de elegir, el
disfrute de la tecnología...), somos también herederos de sus errores y sus
horrores. Y, como he parafraseado en
otras oportunidades al gran historiador Claudio Sánchez Albornoz, somos hijos
de nuestros padres, y nietos de nuestros abuelos, condenados a arrastrar por
siempre las cadenas invisibles que nos atan a nuestros antepasados.
Esta generación debería ser más
responsable y crítica. No dejar a su
suerte, al abandono total a los pueblos conquistados, mancillados por la guerra
y la ambición de poder de nuestros antepasados.
Hay que asumir la responsabilidad histórica que cargamos como herencia
en nuestros hombros, para, con la debida valentía y responsabilidad, dar
respuesta, dar el frente y no la espalda, para asumir los errores y resarcirlos
con hechos. Después de saquear el oro,
la plata, la bauxita, el mármol, el petróleo.... abandonan los pueblos
conquistados y sometidos, para que ellos, nosotros, supuestos dueños de su,
nuestro, destino, construyan, construyamos, su, nuestro, futuro.
¡Qué fácil! ¡Qué ironía tan grande! A veces me avergüenzo y me duele, en
lo más profundo de mis entrañas, lo que he heredado de esta llamada humanidad. No
me enorgullezco de las atrocidades cometidas en pro de la ambición y la
grandeza de los imperios de siempre. Me
consuela el sudor y sacrificio de los hombres y mujeres que lucharon,
combatieron y se comprometieron a transformar su herencia. Asumamos, pues, nuestra responsabilidad
histórica como pueblo. Pero también
exijamos a los grandes y poderosos imperios que asuman el pago de las grandes
deudas históricas de los pueblos sometidos.
mu-kiensang@hotmail.com
(1) Mariela Hemilse Acevedo, "Historia, acción colectiva y
responsabilidad" en Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas, No.
30 (2011. 2 )
(2) Citas tomadas del Padre Jordi Rivero en su trabajo, La
Inquisición, www.corazones.org/diccionario/inquisición.htm
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