ENCUENTROS
REENCUENTRO
Por
Mu-Kien Adriana Sang
He
vuelto adonde empecé
¿Gané o perdí?...
¿Gané o perdí?...
Pero yo no quiero
una ermita intelectual…
Todo es ganancia
si todo es pérdida
Camino hacia mí mismo…
El espacio está adentro
no es un edén subvertido
es un latido de tiempo
Los lugares son confluencias
aleteo de presencias
es un espacio instantáneo…
Silba el viento entre los fresnos
surtidores
luz y sombra casi líquidas
voces de agua
brillan fluyen se pierden
me dejan en las manos
un manojo de reflejos.
Camino sin avanzar
Nunca llegamos…
una ermita intelectual…
Todo es ganancia
si todo es pérdida
Camino hacia mí mismo…
El espacio está adentro
no es un edén subvertido
es un latido de tiempo
Los lugares son confluencias
aleteo de presencias
es un espacio instantáneo…
Silba el viento entre los fresnos
surtidores
luz y sombra casi líquidas
voces de agua
brillan fluyen se pierden
me dejan en las manos
un manojo de reflejos.
Camino sin avanzar
Nunca llegamos…
El presente es intocable. Octavio Paz
He
vuelto. Sí, he vuelto después
de una larga ausencia, más de 700 días y
sus noches. Volví luego de haber librado mil batallas interiores. Batallé
contra la locura de la cotidianidad laboral.
Batallé con los roles disímiles, encontrados, enfrentados y obligatorios
de la mujer que transita por la agitada vida profesional. Batallé contra las
múltiples preguntas que me asaltaban cada día cuando miraba el cielo o tenía
que callar ante tantos atropellos de esta sociedad que se niega a cambiar: ¿Por
qué no puedo sacar el tiempo para escribir estas 800 palabras que alivian mi
alma? ¿Qué me detenía a hacerlo? ¿Por
qué no programar algunas horas para mis Encuentros?
Ansiaba
con todas las fuerzas de mi corazón volver a escribir el diverso, alocado, y
humano manojo de reflexiones.
Motivada por algunos lectores que tenían registrado mi correo y me
pedían insistentemente que volviera a escribir, y, porque por diferentes vías
llegaron a mi computadora, algunos artículos que todavía circulan en el mágico
mundo de la cibernética; decidí acudir a mi cita sabatina de mis queridos y
añorados Encuentros. Llamé a mis eternos
amigos del HOY y le pedí con entusiasmo que me cedieran de nuevo el
espacio. La respuesta positiva no se
dejó esperar. Por eso, hoy, en febrero 2012, vuelvo, como dice
Octavio Paz en el fragmento que acompaña este reencuentro, donde terminé hace
más de dos años. Este largo paréntesis
de muchos días, horas, minutos y segundos, parece que no habían transcurrido.
Este
reencuentro vuelve después de 16,800 horas y más de un millón de minutos: sin
embargo, este país nuestro, este pedazo de tierra situado en el corazón del
Caribe, sigue en su derrotero imparable hacia el eterno retorno del retraso. Al
comprobar esta realidad, no puedo más que lamentarme. Me aterra la sensación de que voy a tener que
decir cosas que ya he dicho y escrito, porque la realidad se repite una y otra
vez. El progreso, cuyos únicos elementos de comprobación son las moles de
cemento que construyen y benefician unos cuantos; así como la eterna ficción
del lujo desmedido, también de unos pocos, ha seguido siendo el espejo
equivocado de los de abajo. Ellos, los
más, los que día a día no tienen cómo y dónde ganarse el pan, añoran y sueñan
con el espejismo del dinero mal habido.
Un sueño que no es más que una horrible pesadilla de inversión de
valores, porque TENER, se ha convertido en algo más importante que el SER. El lucro irreverente de las leyes y las
buenas costumbres, representado en las
sobeidas, las marys y los figueroas, los
ha convertido en reinas y reyes de la perdición; y peor aún, se han convertido
en los objetivos de los que no tienen, y, se ha adueñado de muchas esferas del
poder, carcomiendo de manera grave nuestra
débil institucionalidad.
Sí,
he vuelto. Vuelvo a escribir mis
Encuentros, a sabiendas que las lágrimas derramadas volverán a derramarse;
porque mis ansias incumplidas de una
sociedad diferente, ética, humana y justa, continuarán en el universo de mis
frustraciones.
Vuelvo
a escribir estos Encuentros, porque mi alma sigue intacta, igual que sus
dolores. La maestra que he sido siempre, seguirá confiando en la juventud,
aunque con horror ha visto cómo algunos de los alumnos que estuvieron en las aulas
y escucharon con fervor sus discursos sobre la necesidad de que la juventud
asuma el compromiso de la transformación, se han convertido en simples y
oxidadas piezas del engranaje social y político. Unos, los que siguieron el camino de la
militancia política porque querían luchar para hacer del ejercicio partidario
un canto al Thymos socrático, es decir, al ejercicio virtuoso del poder
político, ahora son como ellos; y cual papagayos pronuncian los mismos
discursos obsoletos, rancios e hipócritas.
Otros, los que decidieron seguir en el mundo privado, sólo tienen unas pocas
palabras en su reducido vocabulario: GANAR DINERO, ACUMULAR RIQUEZAS, COMPRAR
BIENES Y SER “MEJOR” QUE LOS DEMAS. ¿A
dónde fueron nuestros diálogos de críticas, sueños y esperanzas en las clases?
Vuelvo a escribir mis Encuentros, aunque la
historiadora tenga que volver a utilizar la racionalidad organizada de las
fuentes y los datos, escribiendo, repitiendo, ad infinitum que los actores
políticos y sociales siguen prometiendo las mismas cosas y siguen cometiendo los
mismos errores y horrores. Escribiré a
sabiendas de que la patria, la palabra mágica
que inspiró a muchos jóvenes en el siglo XIX y en el siglo XX, hoy se pisotea,
se olvida y se mancilla.
Escribo
porque escribir es una de mis formas de vivir. Siempre lo he dicho, escribir es vivir; porque
la escritura debe siempre reflejar la vida. ¿Cómo mantenerme viva si no puedo escribir lo
que siento y pienso? Vuelvo a escribir
estos Encuentros, porque estoy segura que hay otras almas que lamentan, lloran
o se alegran conmigo. He vuelto y me
siento feliz de hacerlo. Nos veremos en
la próxima.
mu-kiensang@hotmail.com.do
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