ENCUENTROS
La
fama de pacotilla
Por: Mu-Kien Adriana Sang
Esto es la fama:
domingos,
una sensación de vacío
como en Balthus,
callejuelas empedradas,
iluminadas por el sol, resplandecientes,
una pared, una torre marrón
al final de una calle,
un azul sin campanas,
como un lienzo muerto
en su blanco
marco, y flores:
gladiolos, gladiolos
marchitos, pétalos de piedra
en un jarrón. Las alabanzas elevadas
al cielo por el coro
interrumpidas. Un libro
de grabados que pasa él mismo
las hojas. El repiqueteo
de tacones altos en una acera.
Un reloj que arrastra las horas.
Un ansia de trabajo. Derek Walcott
una sensación de vacío
como en Balthus,
callejuelas empedradas,
iluminadas por el sol, resplandecientes,
una pared, una torre marrón
al final de una calle,
un azul sin campanas,
como un lienzo muerto
en su blanco
marco, y flores:
gladiolos, gladiolos
marchitos, pétalos de piedra
en un jarrón. Las alabanzas elevadas
al cielo por el coro
interrumpidas. Un libro
de grabados que pasa él mismo
las hojas. El repiqueteo
de tacones altos en una acera.
Un reloj que arrastra las horas.
Un ansia de trabajo. Derek Walcott
¿Qué significa
la palabra Pacotilla? Basura, es decir algo inservible que solo tiene como
destino el basurero. O como dice el
diccionario, es una mercancía sin valor que los marineros y oficiales de un
barco pueden embarcar sin pagar por ello. Asimismo, cuando algo es definido como pacotilla
significa que es de poca calidad y de escaso valor. NO hay más nada que agregar. La fama de pacotilla es asquerosa,
asqueante, aborrecible y, por supuesto, de poco valor.
Esta sociedad se
ha convertido en un verdadero y gran escenario. El espectáculo ha copado todas
las áreas de la vida. El mercado, ese
lugar etéreo y real el que cualquier cosa se convierte en mercancía y puede venderse
a cualquier precio, colma nuestra vida y penetra por los poros. Hasta el amor se vende y se mide por la
calidad de los regalos. Se vende cada
parte del cuerpo de la mujer. Es un acto
de oferta y demanda el acto maravilloso, en el que dos cuerpos se entregan con
amor para expresarse la intensidad de sus sentimientos, y de esa entrega, podrían
hacer nacer nuevas vidas. Hoy ese acto
sagrado y bendecido por el amor y el respeto se ha convertido en un producto
que se oferta a precios diversos en el mercado de servicio. ¡Qué asco! ¡Qué asco!
¡Qué asco!
Así por obra y
gracia del Poderoso Señor Dinero, el espectáculo ha crecido, así como las
ofertas de productos al mercado de la perdición. Existe, por ejemplo, una familia Kardhasiam
(¿se escribe así? no me importa) que ha
hecho una gran fortuna produciendo un programa en el que se evidencian los más
bajos sentimientos, en el que se exhiben, sin pudor ni remordimientos, sus
reprochables vidas, sus propias miserias humanas y su falta de humanidad. No tiene importancia que el mundo entero
conozca las intríngulis de la vida de Kim, cuyo matrimonio y divorcio fue un
espectáculo de mal gusto que fue objeto de grandes noticias en todos los
tabloides. O el desamor de su madre ambiciosa. O la otra, la menos glamorosa,
que está casada con un astro del deporte, y el deleite de ellos es presentar al
mundo la cotidianidad de su matrimonio, una vivencia que debería ser un bello
secreto de la pareja. Sus programas son
un canto a la vanidad. A cambio de ganar dinero, se han convertido en íconos
(¿?) en la industria del entretenimiento (¿?). La privacidad y los secretos
familiares se venden a través de la TV, y su vida se ha convertido en la tele
novela de la gran vergüenza. ¿Cuál es el
valor de estas mujeres? ¿Sus traseros que se ven más grandes por la ropa
ajustada de gran diseñador que utilizan después que han vendido lo más íntimo
de sus vidas? Eso es basura, pacotilla
de la grande y degeneración de los valores humanos.
Es fama de
pacotilla, el político que por su espectacular pegada al líder del momento,
logra subirse una yipeta último modelo, tener sus propios guardaespaldas (¡qué
emoción para ellos!). Cuando entran a un salón repleto de gente, hacen su
entrada triunfal mirando para arriba saludando a sus otrora desconocidos,
convertidos en amigos de la oportunidad.
Saludan, dan la mano y se sienten dioses porque creen que lo admiran. Olvidan
que en muchos de esos saludos también existe la hipocresía para ver si el nuevo
Rey Midas le puede beneficiar con el toque mágico del tráfico de influencia. Otros lo miran con desprecio y disimulan su
incomodidad. Pero él entra como dueño del mundo, camina silencioso, saluda aquí
y allá, y se sienta. Mira a su alrededor
y se asegura que hay miradas que todavía lo siguen. ¡Se siente tan importante!
El nuevo traje comprado de una marca cara cuyo nombre olvidó, es su sello de
distinción. ¡Oh Dios que pacotilla tan grande! ¡Basura! ¡Pura porquería y pura
basura!
Es fama de
pacotilla, las mujeres que lograron pegarse de un turpén, el que fuese, el
primero que cayó en la trampa tendida por sus muslos y su sexo.
Ellas, las que otrora no tenían nada, ahora disfrutan del dinero y las cosas que antes no podían comprar. Ellas, las yuleidis del momento, hacen su
entrada triunfal en las tiendas, llevan siempre tacones altos, altísimos y
llamativos, ropa sensual que no deja nada a la imaginación. Sus inmensas
caderas están ceñidas por un pantalón guante. Su busto exuberante de silicona
recién colocada, brota de manera sugerente de la blusa y se mueve al compás de sus movimientos. Se creen diosas, se sienten diosas, y no son
más que basura. Basura de esta sociedad
del espectáculo que tolera y acepta la corrupción y el tráfico de
influencia. Basura porque son mujeres
que han pisoteado con sus acciones el sacrificio y el valor de otras tantas que
han luchado con ahínco y sacrificio por ganar espacios de poder ganados en las
luchas sociales.
Es fama de
pacotillas las París Hilton, las Kim, las Khloe, y todas las mal llamadas
mujeres, que han perdido el sentido del pudor
y la decencia. A pocos años de su
muerte se venera a Michael Jackson, un gran cantante corruptor de menores, pederasta,
que compró el silencio de los padres de los niños abusados con dinero. ¡Qué
vergüenza! La gran voz de Whitney
Houston se vio opacada por una vida llena de miserias humanas, drogas, sexo y
alcohol sin medidas. Fue enterrada como
diosa y heroína. Su pasado tormentoso fue esfumado por arte de magia.
Ya no tengo
palabras, ni lágrimas, ni sentimientos, ni gritos.... todo se me ha agotado
cuando veo que esta sociedad ya no tiene alma. Para vender un perfume, hay que
presentar dos modelos en posición provocadora... Para vender un jean se
necesitan dos personas desnudas.... para vender una cartera de piel, se exhibe
ante todo la piel femenina. ¿Acaso ya no
existe la palabra pudor?
Estoy clara que
los códigos morales aceptados socialmente cambian con el tiempo. Estoy consciente que la libertad ha sido una
bandera de lucha a través de los siglos.
Los esclavos lucharon contra la opresión que los encadenaba, los siervos
querían separarse definitivamente de sus amos, y el proletariado buscaba
mejores condiciones laborales. La
libertad ha costado muchas lágrimas y muchos sacrificios a la humanidad. Pero hay valores eternos, que permanecen por
encima de los códigos impuestos. La
ética trasciende el tiempo y permanece en nuestras conciencias, especialmente
en situaciones comprometedoras que nos pueden llevar al abismo.
Es posible que
ya no sea tan tolerante. Porque no acepto hoy, ni aceptaré nunca que Sobeida,
la de Agosto, Kim, la del programa, Mary la otra vinculada a Agosto y París, la
flaca que es famosa porque tiene dinero y mucho desenfreno en su vida, que
"esas" mal llamadas mujeres formen parte del exclusivo mundo de las mujeres peligrosas que nos hemos ganado un
espacio a base de trabajo arduo y tesonero.
De nosotras, las que hemos elevado nuestras voces para defender la
igualdad de oportunidades. Ellas, “esas”
son la negación por lo que siempre hemos luchado, hemos defendido y hemos
abogado. Ellas, “esas”’, son la
antítesis que lo que hemos soñado. Ellas,
“esas” ni siquiera alcanzan la categoría de caricaturas. Ellas son pacotilla, basura barata llenas de
dinero. No son, no pueden formar parte,
de las que amamos el peligro de pensar, de escribir, actuar por una mejor
sociedad.
Escribir este
artículo es mi forma de resistir. No puedo aceptar ser víctima del mercado de
bienes, servicios, sentimientos y valores que esta sociedad basada solo en el mágico
tener. Hay que buscar la forma de sacudir la cabeza y los corazones para
resistir. Resistir, resistir y resistir. Odio la fama de pacotilla construida
sobre la vulgar venta sin escrúpulo alguno, del alma y del cuerpo. Esta gente
es basura y nada más.
Que hablen de uno es
espantoso. Pero hay algo peor: que no hablen. Las buenas reputaciones están hechas
con nada. Oscar Wilde
El cielo de la fama no es muy grande, y cuántos más en él entren a menos
tocan cada uno de ellos. Miguel
de Unamuno
mu-kiensang@hotmail.com
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