ENCUENTROS
¿Fue mejor
el tiempo pasado?
Por: Mu-Kien Adriana Sang
Si el sueño fuera
(como dicen) una
tregua, un puro reposo de la mente,
¿por qué, si te despiertan bruscamente,
sientes que te han robado una fortuna?
¿Por qué es tan triste madrugar? La hora
nos despoja de un don inconcebible,
tan íntimo que sólo es traducible
en un sopor que la vigilia dora
de sueños, que bien pueden ser reflejos
truncos de los tesoros de la sombra,
de un orbe intemporal que no se nombra
y que el día deforma en sus espejos.
¿Quién serás esta noche en el oscuro
sueño, del otro lado de su muro?, El sueño, Jorge Luis Borges
tregua, un puro reposo de la mente,
¿por qué, si te despiertan bruscamente,
sientes que te han robado una fortuna?
¿Por qué es tan triste madrugar? La hora
nos despoja de un don inconcebible,
tan íntimo que sólo es traducible
en un sopor que la vigilia dora
de sueños, que bien pueden ser reflejos
truncos de los tesoros de la sombra,
de un orbe intemporal que no se nombra
y que el día deforma en sus espejos.
¿Quién serás esta noche en el oscuro
sueño, del otro lado de su muro?, El sueño, Jorge Luis Borges
No sé si es ley de vida.
Dicen algunos que nacemos rebeldes, y a medida que pasa el tiempo, nos vamos convirtiendo en conservadores; nos
vamos acomodándonos y los sueños
juveniles de auer se olvidan, se entierran y se envían al rincón de los olvidos
y los intereses.
No pretendo contestar a mi hijo
Alejandro Peña. Solo quiero hacer
algunas reflexiones a partir de sus planteamientos y de los comentarios que
generaron los artículos. Armando
Paulino, buen amigo y fiel lector de mis Encuentros, me expresó, después de
haber meditado largamente sobre el debate, que en el fondo yo, como la mayoría
de los adultos, defendía el tiempo pasado como algo mejor que el presente. La opinión de Armandito, el diminutivo que
usamos sus amigos, me hizo reflexionar.
Volví a leer las ideas de Alejandro. Releí mis opiniones expresadas en
el artículo sobre la juventud de hoy, y, autocríticamente reflexioné. He aquí mis conclusiones.
Es posible que no pueda
sustraerme de mi condición de mujer de mediana edad, que nació en un tiempo
determinado y en un mundo distinto. Es posible que tal vez quiera inyectar a
los jóvenes que me rodean mis viejas ilusiones y esperanzas maltratadas por la realidad de hoy. Es posible.
Soy de las que piensa que las
grandes transformaciones de la historia se han producido porque ha existido una
masa crítica de su herencia, que no aceptó pasivamente lo que recibió, sino que
soñó y luchó para cambiar y transformar.
Los ejemplos sobran. Es cierto,
como ha dicho el gran Claudio Sánchez Albornoz, que somos hijos de nuestros
padres y nietos de nuestros abuelos, condenados a arrastrar por siempre las
cadenas que nos atan a nuestros antepasados. No lo niego. Aceptar el pasado es para conocerlo, no para
repetirlo. John Locke se dio cuenta que
el absolutismo monárquico de Thomas Hobbes solo salvaba a la monarquía y a la
burguesía emergente de la revolución burguesa, no al pueblo llano. Esa fue su
herencia. Pero, haciendo uso de esas herramientas, pensó y propuso una
transformación. En sus propuestas
teóricas diseña de forma magistral una intermediación entre la sociedad civil y
el Soberano. De ahí nacen las monarquías
constitucionales que todavía hoy coexisten con la ideología liberal, republicana y anti monárquica.
Toussaint Louverture era
esclavo. Vivió como esclavo. Su herencia fue el dolor, la sobre
explotación de la gran masa de trabajadores sin derecho alguno, que ni siquiera
podían reponer su fuerza de trabajo.
Luchó y fue el padre de una de las revoluciones más emblemáticas de la
historia de la humanidad.
Juan Pablo Duarte nació poco
antes de que se produjera la ocupación haitiana. Vivió bajo el gobierno de mano dura de
Boyer. Y, aún reconociendo el derecho
que tuvo Haití a luchar por su soberanía, fue el principal ideólogo de la
nacionalidad dominicana.
Salomé Ureña era una jovencita
adolescente que se atrevió a incursionar en el mundo de la poesía. Vivió los
enfrentamientos de los caudillos de turno por asaltar el poder, el incipiente y
débil Estado Dominicano. Pero no lo aceptó. Y con los recursos que contaba, su poesía
batalladora, dejó piezas inolvidables como Ruinas. en las que expresaba una
crítica mordaz al estado caótico que los políticos de entonces habían
convertido a la sociedad dominicana.
Minerva Mirabal era una bella
mujer muy acomodada. Prefirió entregar
su vida, abandonar a sus hijos por los ideales de libertad. Vivió toda su vida bajo la férrea dictadura
de Trujillo. Eso fue lo que conoció, pero no se conformó, y luchó.
Podríamos seguir señalando otros
ejemplos. La historia está plagada de
héroes y heroínas, destacados y anónimos, que no se conformaron con los valores
de la sociedad que los vio nacer, sino que fueron capaces de romper las
cadenas, soñar y transformar. Ninguno de
ellos, cuando osaron soñar y luchar eran viejos. Todo lo contrario. Salomé murió de afecciones pulmonares con
apenas 47 años, después de haber sido declarada Poeta Nacional y de haber hecho
los grandes aportes a la educación dominicana.
Minerva Mirabal tenía 36 años cuando fue asesinada por los enviados del
sátrapa asesino. Duarte apenas alcanzaba
la treintena cuando fue enviado al exilio.
¿Tiene precio ser crítico? Sí,
cuesta y mucho. Algunos pagan con sus
vidas la osadía de ser rebeldes y contestatarios de su herencia. Otros, por querer ser ejemplos de vida, no
pueden alcanzar los beneficios pecuniarios de los insensatos, arribistas y
oportunistas.
Ya no tengo las fuerzas para
enarbolar un proyecto nuevo. Sólo me
queda la energía para seguir siendo crítica de esta sociedad que, repito hasta
el cansancio, se ha quedado sin alma, porque ha privilegiado el camino del
TENER, porque ha pisoteado los principios elementales de la ética y ha enseñado
a la juventud que si aceptan ser conformistas serán premiados con cosas, muchas
cosas, que por un tiempo podrán acallar sus conciencias, pero al final de los
días, cuando los jóvenes de hoy pasen balance, se darán cuenta que están
vacíos, intrascendentes y desalmados. Así no quiero ser joven. Prefiero ser la
cincuentona que todavía sueña con un mundo mejor. Finalizo este artículo con
una hermosa frase del gran Ernesto Sábato: La Historia
no es mecánica porque los hombres son libres para transformarla. He ahí el dilema!
mu-kiensang@hotmail.com
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