ENCUENTROS
Ustedes
los soñadores
Por:
Mu-Kien Adriana Sang
Vivir sin Patria, es lo mismo que vivir sin
Honor.
Nunca me fue tan necesario como hoy el tener
salud, corazón y juicio; hoy que hombres sin juicio y sin corazón conspiran
contra la salud de la Patria.
Trabajemos por y para la patria, que es trabajar
para nuestros hijos y para nosotros mismos
Dios ha de concederme fortaleza para no
descender a la tumba sin dejar a mi Patria libre, independiente y triunfante
La nación está obligada a conservar y proteger por medio de leyes sabias y justas,
la libertad personal, civil e individual así como la propiedad y demás derechos
legítimos de todos los individuos que la componen.
Nuestra patria ha de ser libre e independiente
de toda potencia extranjera o se hunde la isla.
Juan Pablo Duarte
Eran tan jóvenes que apenas alcanzaban a la veintena de años vividos,
cuando decidieron ofrendar sus vidas para transformar la realidad
heredada. Creyeron en la libertad. Asumieron como suyo el discurso de la
nación. Levantaron la bandera de la
patria. Y bajo esa trilogía maravillosa,
organizaron una estructura política, se arriesgaron, lucharon y ¿triunfaron?
Juan Pablo Duarte y los demás jóvenes que formaron la Trinitaria en la
casa de esa valiente mujer, Doña Chepita, fueron pioneros en las luchas
libertarias de nuestra maltratada República Dominicana. Sin experiencias, sin muchos recursos, pero
con muchas ganas, iniciaron acciones para resquebrajar la estructura de la
impuesta institucionalidad haitiana, que había empezado a debilitarse producto
de sus propias contradicciones entre grupos políticos en Haití.
Con el tiempo, se dieron cuenta que solos no podrían destruir al
gobierno haitiano. Era difícil después
de 22 años de dominación. El proyecto político de crear una nueva República era
una tarea demasiado grande. Se vieron obligados a aliarse con los
conservadores. Y en esta alianza, tuvieron que someterse al poder
incuestionable de esos grupos que solo tenían en común con nuestros jóvenes
idealistas, las diferencias con Haití. Mientras los trinitarios abogaban por una
República Dominicana libre, independiente y soberana, los otros, los que
representaban el atraso, querían separarse de Haití para luego iniciar
negociaciones con las potencias imperiales para anexar a la nueva República.
Buscan como oro la protección imperial, del imperio que fuese: España, Estados
Unidos, Francia o Inglaterra. Mientras
los jóvenes creían fervientemente en la libertad, los otros, en gobiernos
autoritarios, fuertes negadores del concepto de que los seres humanos nacen
libres. .
La alianza triunfó y fracasó al mismo tiempo. Triunfó porque el gobierno haitiano no tuvo más remedio que abandonar y
entregar a los rebeldes el gobierno. Después de los acontecimientos la noche
del 27 de febrero de 1844, sufrieron dos nuevas derrotas en las libradas el 19 de marzo en Azua y el 30 de
ese mismo mes de marzo en Santiago. El
ejército haitiano se vio derrotado y humillado. Pero el movimiento libertario tambi{en
fracasó. El famoso documento denominado
como el Acta de la Independencia Dominicana, es la evidencia más ferviente del
dominio conservador. En las largas
páginas donde explican las razones del movimiento, omiten una palabra:
“independencia”. En cambio, reiteradamente afirman que los pueblos de la parte
este de la isla deseaban “separarse” de Haití.
Concluyen con la célebre frase: separación o muerte. En Ningún momento
se menciona la libertad y la independencia. ¿Problema semántico? ¿Problema de
interpretación? No, no, no. Es un
reflejo palpable de dos proyectos políticos diferentes. Guiados y arropados por
las circunstancias, los trinitarios firmaron junto a los conservadores el
famoso documento.
Los hechos posteriores confirman nuestra posición. Antes del 27 de
febrero, los trinitarios descubrieron el intento de Báez y un pequeño grupo de
legisladores de anexar el país a Francia, un plan que estaba siendo orquestado
con el Cónsul Levasseur. Cuando los
sucesos finalizaron la hermosa noche de febrero, el gobierno provisional estaba
controlado por el sector conservador.
Más aún, el Primer Presidente Constitucional, el muy conservador Pedro
Santana, envió a una comisión de alto nivel a visitar las principales potencias
europeas y a los Estados Unidos, con dos propósitos: el reconocimiento de la
nueva república, y, o, en su defecto, negociar la anexión. ¿Sabían ustedes que
uno de los funcionarios santanista que acompañó a la delegación era el Padre de
la Patria, Ramón Matías Mella? El sector
liberal fue condenado al ostracismo.
Duarte tuvo que huir a Venezuela, después de intentos fracasados de
rebelarse en contra del nuevo poder en el Cibao. Otros, se vieron condenados al olvido. Y, los
menos, los tránsfugas se sumaron al nuevo poder y se aliaron a él. Lo triste y lamentable de todo esto, que de
la trilogía patriótica que está en nuestro país sólo Duarte finalizó sus días
sin manchas, aunque murió sólo, asilado y abandonado en el exilio. Francisco del Rosario Sánchez, se alió a
Buenaventura Báez e incluso firmó un panfleto de apoyo al dirigente rojo. Limpió su nombre con una muerte digna al
intentar enfrentar al ejército español durante la Guerra de Restauración.
¿Qué nos queda entonces? ¿Cuál es
la enseñanza que nos dejan esos hechos? No soy ni duartista, ni sanchista, ni
mellista, ni santanista. No creo en
ídolos vacíos ni en ídolos de barro.
Creo que los seres humanos construyen la historia. Sus hechos serán evaluados por otros, las
generaciones futuras. No abogo por los
mitos acríticos de la historia. Pero
conocer el pasado nos enseña. Nos dice,
por ejemplo, que hay idealistas, como Duarte que creyeron en la pureza de la
acción política. Nos enrostra con hechos
dolorosos que la vida política presentaba y presenta todavía oportunidades que
solo los hombres y mujeres de firmes principios y convicciones son capaces de
rechazar. Y, finalmente nos muestra que
el ser humano, dependiendo de las circunstancias, puede cometer errores y asumir
posiciones oportunistas. Creo que se hace impostergable la relectura y
la reescritura de la historia, al margen de las pasiones y las banderas
ideológicas. Nos vemos
mu-kiensang@pucmm.edu.do
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