TEMAS SOBRE HAITI, REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE
Descubriendo
el Caribe insular no hispánico: Martinica. Edouard Glissant, 2
Por: Mu-Kien Adriana Sang
sangbenmukien@gmail.com
mu-kiensang@pucmm.edu.do
@MuKienAdriana
Los hombres salen de la tierra
con sus rostros demasiado fuertes
y el apetito de sus miradas
sobre la veladura de sus claridades
con sus rostros demasiado fuertes
y el apetito de sus miradas
sobre la veladura de sus claridades
Las mujeres marchan delante de ellos
la isla pronto se torna mujer
apiadada de sí misma pero crispante
sus desesperación en su corazón desnudo
la isla pronto se torna mujer
apiadada de sí misma pero crispante
sus desesperación en su corazón desnudo
La isla entera es una piedad
que sobre sí misma se suicida
Edouard Glissant, De Un champ d'iles (1953)
Versión en español: Rafael Lozano
que sobre sí misma se suicida
Edouard Glissant, De Un champ d'iles (1953)
Versión en español: Rafael Lozano
Como hemos señalado a lo largo de esta
columna la esclavitud impuesta por las plantaciones marcó profundamente la
identidad de los habitantes del mundo Caribe, especialmente en aquellas islas
dominadas por los ingleses y franceses, donde el dolor de sus ancestros
explotados todavía resuena en los corazones de los hombres y mujeres de esas
pequeñas tierras rodeadas por el caluroso y hermoso mar tropical. En Martinica, Guadalupe, Barbados, Jamaica…
solo para mencionar algunas, todavía resuenan los tambores de los esclavos que
expresaban su dolor, sus penas y sus esperanzas desgarradas a través de su
sonido, sórdido a veces, del único instrumento por el cual le permitían
expresarse. En las novelas, en el
teatro, en la poesía, en cada línea que se escriben sus intelectuales el llanto
es su signo:
El grueso de
los escritores…eran afrodescendientes, la cuestión de la esclavitud, en muchos
casos la reivindicación de la negritud y la solidaridad con los movimientos por
la defensa de los derechos civiles de los Estados Unidos se hacen
patentes. Hay una intención en ahondar
en el origen, desentrañar el sufrimiento y el olvido de los esclavos y
cimarrones.
Las
literaturas caribeñas, con sus particularidades específicas y sus tiempos
históricos correspondientes, tienen elementos en común… motivo por el cual
literatos como Antonio Benítez Rojo (1931-2005), Edward Kamou Brathwaite
(1930-) y Édouard Glissant (1928-2011) hablan de una estética caribeña independientemente
de la lengua en que se exprese su literatura…[1]
Esta afirmación la hizo la profesora Margarita Aurora Vargas Canales en un hermoso
libro titulado “Martinica. Tras las huellas de la antillanidad” publicado el
año pasado por el Centro de Investigaciones sobre América Latina y El Caribe de
la UNAM. Sostiene que Édouard Glissant
forma parte de la generación de escritores que defiende la identidad
caribeña. Lo considera como el
intelectual que más ha aportado al debate sobre las culturas caribeñas en
relación con el mundo. Se le considera
incluso el padre de la antillanidad.
El gran intelectual martiniqués, Édouard Glissant nació en Martinica en 1928. Murió hace apenas 4 años, en 2011. Estudió
gran parte de su vida académica en la metrópoli, Francia. Allí bebió de sus ideas, para hacerse más
rebelde y crítico. Como buen curioso que era de la vida, decidió viajar por el
mundo:
Su deambular
por el mundo lo llevaría a diferentes países de Europa, donde ahondó en la
lectura de los escritores románticos de estos países y aumento su gusto por la
pintura y la literatura. No tardó en cuestionar la difícil situación económica
de su isla, motivo por el cual se convirtió en un militante del Faga.[2]
La activa participación política de tuvo sus
consecuencias. Fue impedido de retornar
a su amada Martinica por más de diez años.
Esta decisión en vez de amedrentarlo, lo motivó para proseguir con su actividad política y
académica. Además de conspirar en contra
el colonialismo francés, aprovechó su estancia en Europa para estudiar otras
carreras como fueron: sicología, filosofía y etnografía. Se creció
intelectualmente. En 1958 ganó el premio
Renaudot por su obra La Lézarde.
Años más tarde, después de décadas de intenso
activismo político e intelectual, fue nombrado como Director de Publicaciones
de la UNESCO. Su fama llegó hasta
Estados Unidos. Fue invitado a formar
parte del cuerpo de profesores de la Universidad de Luisiana. Inquieto y aguerrido, poco tiempo después
decidió ir a vivir a New York.
Glissant fue prolífero en sus escrituras.
Defendía la necesidad de la criollización, entendida por este gran pensador
como la búsqueda y el reencuentro con los ritmos caribeños para expresar su
vida y su cultura de su gente, de su pueblo:
El análisis
rastrea la búsqueda glissantina de la identidad antillana a través de la
escrituras de las novelas… La propuesta parte de la idea que la percepción del
autor y los personajes que crea tienen
una interacción con la naturaleza; este vínculo es el que se analiza.
Así, mediante
los sentidos, el escritor percibe una naturaleza determinada, y reconstruye (¿o
acaso construye?) un paisaje específico. Las principales interrogantes que se
plantean son: ¿Cómo es la naturaleza glissantiana que traduce en su
novelística? ¿A qué responden las diferentes representaciones que resultan? Y
¿Cómo contribuye su escritura en la creación de imaginarios culturales
antillanos?[3]
Sus tres primeras obras fueron fundamentales para
forjar su pensamiento. La primera fue Lézarde, en la cual sienta las bases para
reconstruir desde su propio imaginario el paisaje de su isla. La segunda novela es “Malemort”, en la que se
pueden ver con claridad los elementos más importantes de la cultura popular
caribeña, una forma de Glissant expresa
la necesidad de buscar una identidad propia a través de dos expresiones
culturales muy particulares: el carnaval y los entierros. La tercera gran obra de este autor es La Case
du “Commandeur”, en la cual el autor trata de abiertamente de denunciar la
situación política, económica y social de la isla en relación a la metrópoli
francesa:
La crítica a
la educación oficial impartida en las escuelas gubernamentales está implícita
en su literatura. La propuesta que se desprende de sus novelas para enfrentar
esta situación es la búsqueda, al interior de los propios personajes y al
interior de la propia isla.
Tanto los
procesos de colonización como los de descolonización en el mundo impactan la
novelística glissantiana, y aun cuando no son los únicos temas de su universo
de creación literaria, sí ocupan un lugar fundamental dentro del mismo…. (En)
esta primera etapa como novelista Édouard Glissant presenta una ideología
clara: anticolonialista y partidario de la independencia cultura de las
Antillas francesas. [4]
En sus novelas, Glissant hace un retrato
escrito de su Martinica amada. Sus iglesias, sus liceos, sus oficinas públicas,
sus parques, el campo, las montañas y su mar, son elementos constantes en su
relato. Así como hay nostalgia y añoranzas en sus textos, también hay crítica
mordaz a esos espacios que refleja el centro del poder:
La mirada
del escritor es interna: incluso hay una exaltación del paisaje natural de
Martinica. Esta visión adquirirá nuevas formas a lo largo de la escritura
glissantiana… se presentan elementos de la cultura popular martiniqueña y
referencias a las otras islas del Caribe insular, e inclusa a otras regiones
latinoamericanas, como Perú. La mirada glissantiana experimenta una difracción
hacia el mundo, lo que él mismo llama “la relación”, que centra su atención
posteriormente en procesos como el caos, las migraciones y los exilios.[5]
Sus obras de la adultez
fueron las novelas Mahagony (1987), Totu-Monde (1995), Sartorius: le roman des
batoutos (1999) y Ormerod (2003). Todas
ellas presentan una visión más actual del mundo, y algo muy interesante, su
enfoque no es al yo individual, sino al nosotros, diferente a lo que había
ocurrido en sus primeras novelas.
En las próximas entregas abordaremos el
pensamiento de este gran martiniqués, que trascendió su propia isla para
hacerse universal.
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