jueves, 24 de septiembre de 2015

Descubriendo el Caribe insular no hispánico. Las variantes del pensamiento en el caribe francés, 3


TEMAS SOBRE HAITI, REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE

 

Descubriendo el Caribe insular no hispánico. Las variantes del pensamiento en el caribe francés, 3

 

Por: Mu-Kien Adriana Sang

 



@MuKienAdriana

 

 

  El mar de lentejas

En olvidado atlas renacentista, la expresión “mer des lentilles” se utiliza para designar a las Antillas. El cosmógrafo Guillaume le Testu, jugando con la fonética…. Decía que el atlántico tropical está compuesto por las grandes lentejas de las islas mayores y por las lentejitas de las islas menores. [1]

 

El Caribe francés, salvo el caso de Haití, está ubicado en un archipiélago en el que predominan las pequeñas islas, las cuales a los ojos del intelectual francés Le Testu, dijo en el siglo XVI, que eran tan pequeñas que se asemejaban a un caldo de lentejas. 

 

Las islas caribeñas fueron, como hemos dicho en varias oportunidades, objeto de pugna entre las potencias imperiales europeas.  Los primeros que llegaron, “descubrieron”, conquistaron y colonizaron por la fuerza fueron los españoles.  Estas pequeñas islas estaban pobladas de tainos, Arawak, Siboneyes y Caribes. Los indígenas se encontraron con seres desconocidos vestidos con exóticos ropajes a partir de 1492.  La primera en ser “descubierta” (¿encubierta?) fue Haití[2]. Un año después, en 1493, Colón y sus piratas desembarcaron en  Guadalupe. Algunos años más tarde lo hace en Martinica.

 

A partir del siglo XVI, se inicia la incursión de los ingleses y franceses en El Caribe.  España era incapaz de controlar esas acciones, pues dominar un continente superior a su propia fuerza, no era fácil. Parafraseando a Rodolfo Puigrós [3], el imperio español ganó espacio físico, pero “se detuvo en el tiempo”.  La incapacidad española de detener las incursiones de Inglaterra, Francia y Holanda fue evidente. Y así, El Caribe pasó de ser “posesión” española, a ser “posesión” de otros imperios. El poderío español se fragmentó.  Cada potencia se adueñó de lo que pudo. Y el Caribe se convirtió en un lugar multi lingüístico, para luego convertirse en un centro multiétnico también.

 

La dominación de Francia en El Caribe fue lenta, no abrupta.  Después de haber ocupado por muchos años la parte oeste de la isla, finalmente pudo en 1697, mediante el Tratado de Ryswick, “poseer”  y constituir su colonia de Saint Domingue.  La Guyana pasó a ser posesión francesa en 1713 gracias al Tratado de Utrecht, en el que se estipula su frontera. En 1814, el Tratado de París firmado en 1814 se establece que las islas de Guadalupe y Martinica forman parte del territorio francés. 

 

En medio de ese proceso, mientras Francia era un caldo de cultivo por parte de los liberales que querían destruir el poder de la monarquía de los luises, culminando en la Revolución Francesa que abogaba por la igualdad, la libertad y la fraternidad, en las colonias se aplicaba la mano dura a los negros esclavos que eran considerados “cosas”, instrumento de trabajo, no personas.  Esa contradicción trajo consecuencias.  Contrario a lo que podríamos pensar, en la colonia de Saint Domingue si sembró la semilla de la lucha por la libertad; mientras en las demás colonias se sumaron a la dependencia y la asimilación.  Como dice la profesora Le Rumeur:

 

La revolución francesa de 1789 y la llegada a poder de Napoleón Bonaparte marcan el inicio de la descolonización de los territorios franceses de ultramar. La violenta insurrección haitiana será el primer eslabón.  Todo se extiende a Santo Domino y desemboca en la expulsión del ejército napoleónico de la isla Hispaniola. La victoria de los antiguos esclavos convierte ese territorio en la primera República negra del mundo y como lo celebra Aimé Césaire “el negro por primera vez se pone de pie”…[4]

 

En otras colonias francesas caribeñas, el norte fue la asimilación, como fue el caso de Martinica y Guadalupe.  Sin embargo, a pesar de esa pasividad, el germen de la rebeldía no se había apagado, y un siglo después tronó la inmensa voz de Aimé Cesaire para gritar que estaba orgulloso de su negritud y con esta declaración enfrentaba abiertamente a la metrópoli francesa.

 

La profesora Le Rumeur dice que la literatura caribeña francófona se divide en tres corrientes.  La primera se asienta en una estética específica y en una clara ideología de rebeldía, reivindicando su negritud y africanidad, antes que la caribeñidad.  Los principales autores son, Amié Cesaire y Oruno –Lara.   La segunda es la denominada como Antillanidad, y la tercera es la Criollidad.

 

La antillanidad surge a finales de los 60 bajo el liderazgo de Glissant.   Defiende la búsqueda de la identidad antillana, que no excluye al negro africano pero no olvida, sino que incorpora a esa identidad a las demás influencias.

 

La tercera corriente es la Criollidad, cuyos defensores fueron Jean Bernabé, Patrick Chamoiseau y Raphael Confiant.  El planteamiento esencial de este grupo de intelectuales se encuentra en el Elogio de la Criollidad, que decía:

 

Ni europeos, ni africanos, ni asiáticos solo lo que denimos como criollos. El hecho conlleva una actitud interior, mejor dicho, una vigilancia o mejor dicho todavía, una protección mental gracias a la cual construiremos nuestro mundo totalmente consciente del mundo. [5]

 

El caso haitiano, dice la profesora, es singular.  Su literatura no se inserta en ninguna de esas corrientes.  Pero como ya el espacio se agotó, lo dejaremos para la próxima. Finalizo con un hermoso poema de Cesaire:

 

 Bárbaro

Es la palabra que me sostiene 

y golpea mi caparazón de cobre amarillo

donde la luna devora la sopanda de la herrumbre

los huesos bárbaros 

de los cobardes bestias merodeadoras de la mentira

Bárbaro

de lenguaje sumario

y en nuestros rostros bellos como el verdadero poder operatorio

de la negación

Bárbaro

de los muertos que circulan por las venas de la tierra

y vienen a veces a quebrarse la cabeza contra los muros de

nuestras orejas

y los gritos de rebeldía nunca oídos

que giran con medida y timbres de música

Bárbaro

el artículo único 

bárbaro el tapaya

bárbaro la anfisbena blanca

bárbaro yo la serpiente escupidora

que de mis putrescentes carnes me despierta 

de repente gekko volador 

de repente gekko franqueado

y me adhiero también a los lugares mismos de la fuerza

que debereis para olvidarme

arrojar a los perros la velluda carne de nuestros pechos

Aimé Cesaire[6]

 



[1]  Marie Dominique Le Rumeur, Las literaturas antillanas de habla francesa, dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/3933130.pdf, p. 40
[2] Sí, Haití, aunque le duela a los nacionalistas, especialmente a Manuel Núñez.
[3] Cf.Rodolfo Puigrós, La España que conquistó el Nuevo Mundo (1965), Buenos Aires, RETORICA EDICIONES, 2005
[4] Marie Dominique Le Rumeur, Op. Cit. P. 44.
 
[5] Elogio de la Criollidad, citado por Le Rumeur, op. Cit. P. 52
[6] Texto de referencia: Césaire, Aimé (2006), Discurso sobre el colonialismo, Madrid: Ediciones Akal.]
 

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