jueves, 24 de septiembre de 2015

Descubriendo el Caribe insular no hispánico: Martinica. Édouard Glissant, 7


TEMAS SOBRE HAITI, REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE

 

Descubriendo el Caribe insular no hispánico: Martinica. Édouard Glissant,  7

 

Por: Mu-Kien Adriana Sang

 

sangbenmukien@gmail.com

mu-kiensang@pucmm.edu.do

@MuKienAdriana

 

Nuestra relación con el paisaje es algo que no puede imaginarse  si no se tienen en mente este tipo de imágenes. Cuando estaba en Martinica, podía observarlo en las casas. Está la cima; tradicionalmente, todas las casas de lo amos estaban allí, porque es donde hay más aire fresco, y todas las casas de los esclavos  se ubicaban más abajo, no solo por el aire, sino también por los huracanes, porque toda la tierra desciende a las casas de los pobres. Y ahora puede verse a los martiniqueños conquistando la cima, lo que sociológicamente es muy importante, pues esta relación significa que el estatus no cambia únicamente por hacerse rico y comprar una casa. Más importante es la relación con el paisaje, que cambia; tú cambias. Yo no lo llamaría un modelo para la humanidad, sino más bien un modo de estar en el mundo. [1]

 

 

Las palabras que encabezan esta entrega fueron pronunciadas por Édouard Glissant durante el coloquio que se celebró los días 21 y 22 de marzo de 1991, en la Universidad de Maryland. Recordemos que este singular evento académico era un diálogo con dos grandes: el poeta barbadense Kamau  Brathwaite y el martiniqués Édouard Glissant.  En la  pasada semana nos quedamos con el tema del paisaje y cómo este ambiente impacta el imaginario colectivo.  Ahí continuamos hoy.

 

Cuando Glissant termina su intervención sobre el paisaje, que es el texto que da inicio a este artículo, Brathwaite toma la palabra y afirma que el paisaje de su experiencia fue más agresivo, violento, caracterizado por la luz intensa del sol, el terremoto y la tormenta. Su hábitat, inspirador de sus poemas, fue transformado en 1988 cuando el huracán Gilbert destruyó su hogar rodeado de un bosque de bambúes:

 

El huracán Gilbert  transformó ese lugar de dorado bambú en un sitio lúgubre, oscuro, catastrófico, dos veces más algo que mi casa. Todo lo que había tenido relación con el bambú se volvió oscuro y cataclísmico. El ejercicio  de mi poesía se vio alterado y fue como si toda mi alma se hubiese derramado en este tipo de inmundicia. Existe una relación con el paisaje que está presente en las obras de muchos artistas caribeños….Ahora el bambú ha comenzado a retroceder nuevamente y pronto tendremos un paisaje criollo, un paisaje que nació siendo oscuro y catastrófico sin dejar de ser verde y esperanzador. Tendré que llegar a un equilibrio…las expresiones de estas experiencias preceden a la teoría. Un artista caribeño no puede comenzar con una teoría con un modelo; siempre debe empezar a partir de su relación con lo que está ahí…[2]

 

Al terminar esta intervención Glissant toma la palabra y dice que el entorno evidentemente nos identifica, y dice que hay varias Américas: [3]  la del norte, la del sur, la central y las Indias Occidentales o El Caribe.  Brahwaite reacciona y dice que le había sorprendido que Glissant se sintiera como parte de  América Latina, pues es algo totalmente impensable para islas como Barbados, Antigua, Jamaica o Saint Kitts.  En esas islas-pueblos ni siquieran saben el significado de la palabra.  El concepto suyo y el de los caribeños del caribe inglés es muy afro sajón y protestante, producto de la sociedad inglesa, “extraña y materialista:

 

Crecimos en el Caribe, donde solamente se conoce Londres o Australia o Canadá, es decir, cualquier cosa que sea vital para el imperio británico. Pero nos estaba prácticamente prohibido involucrarnos  con lo caribeño, fuese lo que fuese: nuestra propia música, nuestras propias expresiones del lenguaje, en el lenguaje que hemos creado a lo largo de los años, y sobre todo, a partir de nuestro aislamiento del resto del Caribe. [4]

 

Esta afirmación trajo una acotación, como era de esperarse de parte de Glissant. Afirma el martiniqués universal, que su pueblo tiene lo mejor y lo peor de las partes.  Lo mejor porque han tenido oportunidad de acceder al conocimiento, pero sin la actitud que existe en las Indias Occidentales anglo e hispano parlantes.  Ahí viene lo interesante:

 

Siempre  me sorprendieron, mientras trabajaba en la UNESCO, los conflictos  entre mis amigos de Jamaica y Trinidad y Barbados y Santo Domingo y Cuba. Siempre había algún conflicto. Había una mujer de Trinidad, muy inteligente, que decía: “Trinidad es una potencia atlántica”. Y yo le preguntaba: ¿De qué está hablando, qué es eso? Y los indo-occidentales  anglófonos  decían: “Ustedes, los de Cuba, intentan colonizarnos”. Y así sucesivamente.  Pero estos puntos de discusión me resultan paradójicos. Tal vez tengamos la oportunidad de acercarnos más a los latinoamericanos y a los anglófonos, de manera de poder formar una especie de liga. [5]

 

Diferencia Glissant la colonización inglesa de la francesa.  Mientras los primeros no consideraban a los trinitenses o trinitarios, o a los barbadenses como ciudadanos ingleses, sí respetaron sus culturas. Sin hacer nada a favor de sus habitantes en las tierras conquistadas, pero tampoco los contaminaron.  Sin embargo la colonización francesa fue diferente. En Martinica construyeron una importante infraestructura, pero los contaminaron, los asimilaron a la metrópoli.  Por esta razón, dice, los caribeños anglófonos e hispano parlantes están más cerca de sus propias “esencias”, es decir, “a su relación con ellos mismos.”[6]

 

El diálogo finaliza con una intervención de Glissant:

 

Volvemos entonces al inicio de esta discusión sobre el lenguaje-nación, sus cosmos-lengua y sus ritmos.  Toda la música nacida en las Indias Occidentales, los gospels, el blues, la biguine, el calando, nacieron del silencio. Porque estaba prohibido hablar fuerte y cantar. Nació del silencio y en el silencio. Uno de los aspectos culturales de la música que resultan comunes a todas las áreas de plantación en las Américas fue la necesidad de cantar sin ser escuchado por nadie… [7]

 

Ahí termina este viaje maravilloso por el conocimiento de dos grandes intelectuales del Caribe insular.  Unas voces que reclaman un respeto a la diferencia, a la búsqueda de nuestras propias identidades. 



[1] Graciela Salto (compiladora), Memorias del silencio: literaturas en El Caribe y Centroamérica,  Buenos Aires, Argentina, Ediciones Corregidor, 2010.  Véase el Capítulo “El lenguaje-nación y la poética del acriollamiento. Una conversación entre Mamau Brahwaite y Édouard Glissant”, p. 31
[2] Ibídem, p.32.
[3] Sobre este concepto he escrito en varias oportunidades.  Y me alegró mucho saber que coincidía, sin saberlo, con Glissant.
[4] Graciela Salto (compiladora), Memorias del silencio: literaturas en El Caribe y Centroamérica,  Buenos Aires, Argentina, Ediciones Corregidor, 2010.  Véase el Capítulo “El lenguaje-nación y la poética del acriollamiento. Una conversación entre Mamau Brahwaite y Édouard Glissant”, p. 33
 
[5] Ibídem, p. 39.
[6] Ibídem.
[7] Ibídem

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