TEMAS SOBRE HAITI, REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE
Las plantaciones en
El Caribe y su impacto en todos los ámbitos, 6
Por: Mu-Kien Adriana Sang
sangbenmukien@gmail.com
mu-kiensang@pucmm.edu.do
@MuKienAdriana
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Como hemos podido ver a lo largo de los primeros
cinco ensayos que hemos presentado hasta el momento sobre las plantaciones,
todos los autores coinciden en que el modelo fue muy fuerte en los siglos XVII,
XVIII y parte del XIX en las colonias caribeñas inglesas, francesas y
holandesas, y que en el caso del Caribe hispano la situación fue diferente, muy
diferente.
Husmeando por donde podía, localicé un excelente
ensayo del historiador puertorriqueño Humberto García Muñíz titulado “La
Plantación que no se repite: las historias azucareras de la República
Dominicana y Puerto Rico, 1870-1930.”[1] Sin lugar a dudas que el colega de la
hermana isla es uno de los grandes especialistas del tema azucarero en el
caribe hispano. Su tesis doctoral,
publicada recientemente por la Academia Dominicana de la Historia, es un enjundioso y muy bien documentado trabajo
de investigación sobre la industria azucarera dominicana. Al igual que Pedro San Miguel, otro
historiador de la isla de Borinquen, de quien ya hemos hecho referencia, García
Muñíz sostiene que la expansión de la economía del azúcar en ambas islas se
produjo en la segunda mitad del siglo XIX, a diferencia del resto del mundo caribeño.
Divide el análisis en dos momentos. El primer período abarca los años
comprendidos entre 1870 y 1898 y el segundo de 1899 a 1930. El autor señala que tanto La Española como
Puerto Rico tuvieron historias similares desde la conquista en el siglo XVI
hasta los inicios del siglo XVIII.
Agotado el oro en poco tiempo, a
partir del año 1515 se comenzó a reestructura el complejo económico social de
la caña de azúcar en el llamado Nuevo Mundo.
En ambos casos el período de desarrollo fue muy breve por razones muy
claras: la necesidad de las flotas de
atender el amplio comercio de tierra firme en detrimento de las islas, el
monopolio de Sevilla, la competencia con Brasil, el alto precio de los esclavos
y las epidemias que diezmaban a los trabajadores esclavos.
Coincide con los autores que hemos estado citando a
lo largo de estos artículos, que el resurgimiento del azúcar en Puerto Rico y
la Española se produjo en el siglo XIX, pues, después de las guerras de
independencia en el continente, se promovió la inversión de capitales y
tecnologías, así como la liberalización del comercio. Refiriéndose al caso de Puerto Rico, García
Muñíz señala:
La expansión de las haciendas cañeras, con una
mayoría de propietarios extranjeros y mano de obra esclava africana, impulsó la
transformación del paisaje rural de Puerto Rico, debido a la deforestación de
los fértiles llanos costeros y a la demolición de los hatos y estancias. El
resultado fue la migración del campesino desposeído y marginado a las alturas
montañosas del centro de la isla…
Desde las primeras décadas del siglo XIX, el
crecimiento azucarero de Puerto Rico estuvo ligado a los mercados británicos y
norteamericano –ya que el español se mantuvo cerrado para proteger la industria
doméstica-.
Pero siempre hay reveses. El hecho de que las haciendas del sur de los
Estados Unidos, especialmente en Louisiana se reconstruyeran después del fin de
la Guerra de Secesión en el siglo XIX, trajo negativas consecuencias para la
isla de Borinquen, pero, aunque mermó esta economía no murió. Al contrario.
Afirma el investigador que para 1870 se calcula que en la isla de Puerto
Rico existían unas 550 haciendas, que producían unas 105,000 toneladas, volumen
que significaba un 7% de la oferta total del azúcar de caña en el mercado
mundial. Como ocurre siempre, a los
años de bonanza le siguen los de crisis,
como bien lo describe el autor:
En primer lugar, los hacendados puertorriqueños se
enfrentaron a una dislocación del sistema laboral con la abolición de la
esclavitud en 1873. El liberto
representó un papel clave en la transición a un mercado libre de mano de obra y
también implicó un aumento en los gastos de las explotaciones agrarias en
salarios, vivienda, medicina y otros rubros. …
Hubo pues un ingrediente nuevo: el inicio del
cultivo de café y el tabaco. Para suerte
de los hacendados y propietarios de fincas cañeras y cacaoteras, la mano de
obra se desplazaba de manera estacional del llano a la montaña, es decir, de la
zafra del azúcar a la recogida del café:
El trabajador rural comenzó una migración circular
estacional de las alturas montañosas del centro de Borinquen hacia la costa y
viceversa impulsado por el desarrollo tradicional de la industria del dulce en
el litoral y del cultivo cafetalero en el interior en el último tercio del
siglo XIX, cuando se convirtió en el producto de exportación más importante de
la isla…
El boom de las plantaciones azucareras en Puerto Rico
terminó a finales del siglo XIX por varios factores. En primer lugar la producción bajó la calidad
debido a una rara enfermedad que causó verdaderos estragos en la
producción. Asimismo, el mercado español
se achicaba cada vez más, mientras se ampliaba el de los Estados Unidos. Y por último el azúcar de remolacha fue
desplazando al azúcar de caña. Se
calcula que para1890 el azúcar de remolacha representaba ya el 60% de la oferta
mundial del dulce. Así pues, para 1900,
cuando Puerto Rico estaba ya bajo el dominio de los Estados Unidos su
producción bajó a la mínima expresión.
Sobre el tema seguiremos en la próxima entrega, hablando sobre el caso
dominicano.
[1] Humberto
García Muñíz titulado “La Plantación que no se repite: las historias azucareras
de la República Dominicana y Puerto Rico, 1870-1930, ” Revista de Indias, 2005, vol. LXV, número
233. Pp. 173-192.
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