TEMAS SOBRE HAITI, REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE
Descubriendo
el Caribe insular no hispánico: Martinica. Edouard Glissant, 4
Por: Mu-Kien Adriana Sang
sangbenmukien@gmail.com
mu-kiensang@pucmm.edu.do
@MuKienAdriana
La
formulación de Édouard Glissant responde a la necesidad de resguardar la opacidad
de la cultura en el Caribe, a expensas del cuestionamiento de las fábricas de
consumo neo-liberales, en un discurso que se autopropone como oscuro y alude explícitamente
la categoría gnoseológica del determinismo.
Aquella
última es concebida como marca fundante de la cientificidad y la propiedad del
sentido que la Historia europea encarna cada vez que construye el télos con el
que afirmala “objetivación” y la interpretación de lo sucedido.
En
tal sentido es una de las vías por las que se evita la tentación de clasificar los modos de ser del habitante del Caribe, y
por la cual se resta peso y destino al consumo del Caribe bajo la construcción
de un escenario que ha sido básicamente circunscrito a las formas de la
economía, de plantación y de la playa turística internacional. Por tanto, “el
Caribe en sombras” es metáfora de la plausible ambigüedad que atraviesa una
región sumamente potente a nivel de las construcciones identitarias del Caribe
y de América Latina, por estar “cifrada” con la huella de la economía de
plantación en su seno, y con ella el arraigado uso de la esclavitud contra el
telón de fondo del tráÞ co de los barcos negreros. También por condensar
diversas retóricas de naturalización de aquel proceso en las cartas de los
conquistadores dirigidas a las metrópolis….. Porque el Caribe ha suscitado la
descripción profusa de un mundo destinado a ser sometido por la racionalidad
europea que concentra la especial realidad de una población diversa en sus
lenguas y en las estructuras geo-políticas en las que se organiza8. Revela
según el autor, que el ser y la búsqueda de raíces allí es imposible. No se
puede, Claudia Caisso, [1]"
Continuamos
presentando el libro de Édouard Glissant titulado “Tratado del todo-mundo”, una
rica reflexión sobre la necesidad de rescatar la heterogeneidad de ese intento
de totalización y unificación impuesto por los vencedores. Glissant es crítico
con el concepto de “criollización”.
Afirma que ese fenómeno no significa la pérdida de identidad “en
disolución del siendo”, como tampoco es la renuncia de uno mismo, sino la
distancia “el irse con las transtornadoras paralizaciones del Ser.”[2] Por tanto, sigue afirmando el criollo no es
una síntesis cultural, como tradicionalmente ha sido concebido, sino una verdadera negación de la cultura original de
los pueblos de América, no es cierto, dice, que se produzca un encuentro, sino
más bien un desencuentro, mejor dicho una absorción por la fuerza:
Se concibe enseguida que siempre han perdurado lugares de criollización
(los mestizajes culturales), pero que la criollización que hoy nos interesa
tiene que ver con la totalidad-mundo, cuando ya se ha dado (sobre todo por obra
de las culturas occidentales en expansión, es decir, debido a las
colonizaciones) esa totalidad. La
relación nutre la imaginería siempre por imaginar, de una criollización que en
adelante se va generalizando, y no mengua.
La criollización es imprevisible, es imposible que se estabilice, que se
detenta, que se incluya dentro de unas sentencias, dentro de identidades
absolutas. Consentir en que el siendo
cambie al tiempo que perdura, no es aproximarse a nada absoluto. Lo que perdura
en el cambio o en el concambio o en el intercambio es quizá, en primer lugar,
la propensión a cambiar o la audacia para hacerlo. [3]
Otro
elemento que introduce Glissant en el libro es su reivindicación a la opacidad,
que, aclara, no es lo mismo que la cerrazón.
Esta opacidad es el escudo perfecto para resistir a las reducciones
maliciosas, engañosas de los modelos universales. En el intento de entender al otro, se produce
el engañoso proceso de internalizarlo, para dejar de ser y formar parte de una
totalidad quebrantadora en la cual tendríamos que “gestionar para asumir el
convivir con ellos, el construir con ellos, el arriesgarme con ello.” La
opacidad de Glissant es sin duda, el mismo llamado que hizo el gran Ernesto
Sábato a la resistencia.
Es
crítico también con el pensamiento que se produce en los continentes, en
contraposición del “pensamiento archipielar”, el cual aunque le reconoce su
fragilidad, es otra forma de resistir a los embates constantes de los grandes. Un pensamiento nacido desde las islas, que no
implica ni huida ni renuncia, sino como la expresión misma de la diversidad en
la extensión, el cual aunque no se quiera siempre se aproxima a las horillas y
“desposan horizontes”:
Nos damos cuenta de qué lastre continental y agobiante, y que llevábamos
a cuestas, había en esos suntuosos conceptos del sistema que hasta hoy han
empuñado las riendas de la Historia de las humanidades y han dejado de ser
adecuadas para nuestros desperdigamientos, nuestras historias y nuestros no
menos suntuosos derroteros errabundos. La idea del archipiélago, de los
archipiélagos, no franquea esos mares.
Como
afirma el intelectual Jean Louis Joubert [4], de que el las obras de Glissant puede
definirse como un conjunto de islas, más aún, un “archipiélago textual donde
las obras comunican y se entrecruzan, donde el mestizaje de los géneros
literarios se practica con felicidad…”[5]
Me
gustó que sin haber leído, hice un señalamiento que coincide con el de Joubert,
al afirmar que la obra de este martiniqués universal, es un grito de
resistencia, y que su antillanidad no se encierra en el estrecho marco de la
isla que lo vio nacer, sino que encierra a todos los archipiélagos caribeños en
un mosaico cultural diverso.
La
defensa de su antillanidad, dice Joubert, fue más tarde inmersa en su
totalización del mundo, que es el elemento más interesante de su evolución en
los años 90. Glissant toma conciencia de
la globalización, en sus palabras, en la totalización del mundo y sus
implicaciones; es decir, cómo el dominio del capital somete, corroe y mimetiza
al globo terráqueo, destruyendo ideologías e imponiendo una sola: la del
capital.
Interesantísimo
este Glissant. Su pensamiento cambia
cuando comienzan a destruirse los muros físicos o imaginarios que dividían el
mundo en parcelas ideológicas. De
repente el mercado se impuso en el otro lado de la cortina imaginaria que se
había erigido cuando nació la guerra fría.
[1]Claudia Caisso, El
Caribe en sombras, Revista UNIVERSUM · Nº 25 · Vol. 2 · 2010 · Universidad de
Talca, http://www.scielo.cl/pdf/universum/v25n2/art_02.pdf
[2]
Edouard Glissant, Tratado del todo-mundo, Barcelona, Ediciones Gallimard, 1997.
Traducción de María Teresa Gallego, p. 28.
[3]
Ibidem, p. 29
[4]
Jean Lois Joubert, Édouard Glissant, Obra
novelesca, obra poética, evolución de un pensamiento, Revista Intramuros
Francofonía, Septiembre 2006.
[5]
Ibídem
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