TEMAS SOBRE HAITI, REPUBLICA
DOMINICANA Y EL CARIBE
Descubriendo
el Caribe insular no hispánico: Martinica. Édouard Glissant, 6
Por: Mu-Kien Adriana Sang
sangbenmukien@gmail.com
mu-kiensang@pucmm.edu.do
@MuKienAdriana
La piedra se deslizó, arqueó y floreció hacia
Las islas:
Cuba y Santo
Domingo
Jamaica y
Puerto Rico
Granada,
Guadalupe y Bonaire.
La piedra
curvada silbó hacia el arrecife
Las olas
dentadas desgarraron la arcilla
La espuma
blanca destelló en rocío
Bathseba
Montego Bay
Florecer
de los veranos que arquean, Kamau Brathwaite
Durante los días 21 y 22 de
marzo de 1991, la Universidad de Maryland, específicamente el Departamento de
español y portugués, organizaron un coloquio que consistía en una conversación
entre dos grandes el poeta barbadense Kamau
Brathwaite y el martiniqués Édouard Glissant. La conversación ha sido publicada en varios
idiomas, pues constituyó, sin duda alguna en un hecho único en la historia de
la literatura caribeña. El tema del
diálogo fue “lenguaje-nación” [1].
Quien inicia el diálogo es
Brathwaite. Afirma que la noción expresa la experiencia de los pueblos
oprimidos, denigrados por el establisment.
Sostiene que el lenguaje-nación no se enseña en las escuelas, pues,
afirma “no se considera que sea una
versión respetable del discurso y la literatura… Esto significa que, al menos
de manera semi-oficial, este lenguaje goza hoy en día de reconocimiento; que a
través de él puede llegarse a la masa del pueblo”[2]. Continúa su exposición diciendo que el
lenguaje-nación no es un dialecto ni una lengua vernácula, es ante todo una
expresión de “lo roto, lo sub-estándar, lo estúpido, ignorante, no importante o
marginal…”[3] ¿Saben por qué? Se pregunta e
inmediatamente se responde: porque el
lenguaje nación implica un cosmos en sí mismo que existe por derecho
propio. En su intervención, el poeta
afirma que el hecho de que El Caribe se haya convertido en un destino
turístico, ha provocado rupturas irreparables:
El Caribe
es…un arco encantador de unas 2,000 islas, que se extiende desde la punta de
Florida hacia la costa sudamericana. Sus cumbres son una cordillera de montañas
hundidas… hace un millón de años…Somos
perpendiculares a esta formación, y debido a ello, fuimos más frágiles, pues
quedamos más expuestos a las presiones de la deslizante curva del movimiento. Y
es así como colapsamos hacia el océano, originando una catástrofe
cuya memoria está hundida y dejando únicamente las cumbres sumergidas de estas
memorias volcánicas, las islas del Caribe. Tengo la impresión de que, aún hoy,
un millón de años después, seguimos escuchando el eco de aquella catástrofe y
que gran parte de nuestro trabajo se relaciona con esa memoria. Hemos en cierto
modo perdido el sentido del continente, el sentido de la totalidad, y nos hemos
convertido en agujeros en el océano. Como
pueblo nos dirigimos hacia el Atlantis en el océano Atlántico y quedamos
atrapados como tortugas ciegas en aquel mar….[4]
Glissant toma entonces la
palabra. Afirma que la intervención del
poeta barbadense fue muy interesante, pero su realidad es diferente. A diferencia de Barbados en Martinica sí existe
una lengua creole, que en Barbados, Jamaica y Trinidad existió con una variante
anglófona, pero lamentablemente desapareció. Este hecho, dice el poeta
martiniqués, le da a su pueblo una identidad distinta. Con relación al Caribe como un todo, Glissant
plantea que mucha gente asocia el Mar Caribe con el Mar Mediterráneo, y ambos
tuvieron diferentes singularidades históricas. Mientras el mar europeo servía
de unidad, el caribeño difracta:
Me
impresionó escuchar a Brathwaite hablando acerca del Caribe porque, desde mi
punto de vista, si quiere hacerse un paralelo entre el Caribe y el antiguo
Mediterráneo, el viejo Mediterráneo, puede encontrarse que este último es un
mar que concentra, que fuerza a la unidad del ser. Puede observarse que todas
las religiones monoteístas nacieron en torno al Mediterráneo. Es allí donde nació la filosofía de “l´un”,
de la unidad, de lo uno. Y si se mira al Caribe, se advierte que es un mar que
difracta. No concentra…El mar y las tierras no están alrededor de él, sino en
su interior. Esto es algo que mis amigos en París no entienden. Ellos me
preguntan ¿Cómo puedes vivir en un país tan pequeño? Piensan que me siento
encerrado… pero no es así, porque Martinica no es un mundo que concentra; puedo
pasar allí seis años sin ir a ninguna parte porque el genio del país es
difractante, consiste en imaginar cosas que ocurren en cualquier otro lugar.
Esta es la poética de lo que llama el “acriollamiento“, una poética
mezclada impredecible y multilingüe. [5]
Un elemento interesante de la
posición de Glissant es que el asegura que el “acriollamiento” no es un
concepto estático, ni una herencia histórica, es, a su juicio, un proceso, no
una definición, y ahí, asegura, existe una gran diferencia. A partir de entonces reivindica el derecho a
la diferencia y a la opacidad, pues es un derecho inalienable no tener que
entender lo que somos, de manera que podamos sorprendernos a nosotros mismos y
a seguir haciendo cosas, trabajando en una palabra.
Brathwaite tomó la palabra para
decir que siempre ha compartido con Glissant los conceptos de transparencia y opacidad, pero
dice, lo plantea de otra manera, quizás porque el poeta barbadense proviene del
caribe inglés y no del francés:
Pero lo
que me entusiasma es que compartimos esta base común, que en cierto sentido
constituye otro aspecto del lenguaje-nación. Aunque hemos estado separados por
la distancia, el idioma y la política metropolitana, seguimos estando
comunicados a través de esta interconexión. Yo solía decir que las culturas
occidentales eran como misiles…La otra cultura, la del lenguaje-nación, es la
cápsula, la cosa que es acarreada por el misil en su desplazamiento por el
espacio. La cápsula contiene sus fuerzas
vitales…Su paradigma no es el de cortarse las piernas, sino autocontenerse, es decir, lo que él
llamó opacidad, el reclamo a la privacidad…[6]
Glissant coincide con su colega
y agrega el concepto de paisaje. En la
literatura europea, dice es un decorado, un marco, mientras en El Caribe,
tenemos dos variantes de paisaje. Por un lado vivimos en medio del mar, y en la
montaña, y cuando imagina esas alturas de la tierra piensa en el cimarronaje,
en los esclavos que huyeron desesperados. Por tanto, dice, que el SER depende en gran
medida de su entorno, es, dice, un modo de estar en el mundo. ¡Qué interesante!
Pero se nos agotó el espacio. Sigo la
próxima semana con este mismo tema.
[1]
Graciela Salto (compiladora), Memorias
del silencio: literaturas en El Caribe y Centroamérica, Buenos Aires, Argentina, Ediciones
Corregidor, 2010. Véase el Capítulo “El
lenguaje-nación y la poética del acriollamiento. Una conversación entre Mamau
Brahwaite y Édouard Glissant”, pp. 17-45.
[2]
Ibídem, p. 18.
[3]
Ibídem, p. 20.
[4]
Ibídem, p. 21.
[5]
Ibídem, p. 27
[6]
Ibídem, p. 30
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