viernes, 8 de marzo de 2013

Educación y ciudadanía


Educación y la construcción de una nueva ciudadanía para

¿una nueva nación?

 

Por: Mu-Kien Adriana Sang

 

Atrapados entre dos eternidades –el pasado desvanecido y

el futuro incierto-, jamás dejamos de determinar nuestra

posición y nuestro rumbo.  Heredamos el legado de las

ciencias y las artes –las hazañas de los grandes

descubridores y creadores...- Todos somos buscadores.

Todos queremos saber por qué. 

Los seres humanos vivimos para hacer preguntas... Daniel Boorstin 

 

 

Arpo

 

1.      Educar ¿para qué?

 

Llevo más de tres décadas en las aulas, y todavía tengo muchas dudas y muchas preguntas. Convencida de que educar es mucho más que transmitir conocimientos, destrezas y habilidades, me pregunto siempre cómo desempeñar correctamente el rol como maestra, y sobre todo, qué enseñarles para la vida.  

 

Hace tiempo que me hago muchas preguntas.  Solo he llegado a la conclusión de que se impone un cambio en nuestro desempeño. Los que asumimos el rol de enseñar tenemos que dejar de ser protagonista. Tenemos la responsabilidad de instruir, a través de los conocimientos y habilidades, pero sobre todo tenemos el deber de educar, con el ejemplo. Nuestros estudiantes incorporan las cosas que le servirán para la vida, más por lo ven que por lo que escuchan.

 

Los maestros debemos mantener una actitud de tolerancia y aceptación del otro y de sus opiniones, muy especialmente si son contrarias a las nuestras. Debemos, en ese proceso de intercambio de ideas y opiniones, demostrar profundo respeto por las ideas y opiniones de los otros, de esos jóvenes, que llegan al aula no sólo a aprender, sino también a enseñar lo poco o lo mucho que saben. Creo que así estaremos entonces enseñando para la vida.

 

Debemos intentar demostrar honestidad en todos los ámbitos, empezando por la vida  intelectual. Reconocer el aporte que han hecho otros, engrandece a quien lo hace. Los maestros somos también aprendices, condición que no debemos olvidar nunca. Ocultar o negar el mérito de los demás, envilece. Tenemos que aprender a ser humildes, aunque se crea tengamos razones suficientes para la soberbia. En la acción cotidiana de educar, debemos intentar la persuasión, antes que la imposición.  Pero sobre todo, debemos reconocernos como seres humanos con limitaciones.

 

Estoy convencida de que para educar hay que amar el conocimiento, pero sobre todo, enseñar a los jóvenes a descubrirlos, para que ellos puedan construir sus verdades, no las nuestras.

 

“Y aunque el descubrimiento, la creencia de haber dado con la respuesta, puede alienarnos y hacernos olvidar nuestra condición humana, es la búsqueda la que nos mantiene unidos, la que nos hace humanos y preserva nuestra humanidad.”  Daniel Boorstin

 

 

 

2.      Ética de la responsabilidad: punto de partida para la acción ciudadana.

 

Toda ética que ordene la reclusión perpetua de nuestro albedrío dentro de un sistema cerrado de valoraciones es ipso facto perversa.”  Meditaciones del Quijote.

 

La ética es la moral frente a los demás....Moral es el conjunto de comportamientos y normas que tú, yo y algunos de quienes nos rodean solemos aceptar como válidos: ética es la reflexión sobre por qué los consideramos válidos y la comparación con otras morales que tienen personas diferentes.  Fernando Savater, Ética para Amador.

 

Las ideas que presento aquí son preliminares. No he tenido tiempo de madurarlas. Quizás también porque  tengo el convencimiento de que debemos superarnos a nosotros mismos, y cuestionar, desde lo más profundo de nuestra alma y de nuestra psiquis,  algunos de los paradigmas que hemos venido defendiendo como verdades absolutas.   Y digo esto porque tengo miedo de que aprendamos y aprehendamos algunas ideas guías preconcebidas que nos impidan, como en tiempos atrás, a ser críticos con nosotros mismos. Hay que recordar que las verdades son históricas, nunca, por tanto, son eternas.

 

¿Qué es la ética y para qué sirve? Se habrán preguntado muchos. Coincido con Fernando Savater cuando afirma en su libro “Ética como amor propio”  que la “ética trata de la intervención oportuna en el momento crítico (kairós), de la elección que calibra y decide entre las propuestas del presente, no para ganar el mañana sino para dar sentido al hoy: lo que ahora se quiere.”

           

Contestada, aunque sea a medias esa pregunta, surge entonces otra ¿Podemos hablar de una ética ciudadana?  Yo creo que sí. Afirmo convencida de que la Ética ciudadana es la garantía de un accionar responsable. FERRAN REQUEJO COLL en su libro Las Democracias,  retoma el concepto weberiano de la “Ética de la Responsabilidad”, y defiende que la participación ciudadana sólo es posible cuando se actúa conscientemente.

 

Requejo Coll establece una distinción, siempre  tomando como puntos de partida a  Weber,  entre una ética de la convicción y una ética de la responsabilidad. La primera, según el autor, establece que el comportamiento público de un individuo, y por ende, no sólo el privado, debe adecuarse a las convicciones morales que mantiene. La segunda, la ética de la responsabilidad establece que el comportamiento debe ponderar esas consecuencias antes de ser emprendido.  Sigue afirmando el autor que la ética de la convicción resulta mucho menos sensible a los enfoques empíricos, ya que es una actitud mucho más socrática que aristotélica. Pero además porque las “convicciones morales” de una misma persona suelen presentarse contradictorias cuando intentan implementarse en la realidad.

 

De todas maneras, la ética de la convicción y la ética de la responsabilidad no se rechazan a sí misma, sino que se complementan.  Además, me pregunto con tantas pequeñeces ¿no estaremos entrando en la falacia de la abstracción?  Esta reflexión en definitiva, lo que saca a la luz es que debemos hacer un reajuste práctico de la acción ciudadana para  mirarla desde la opción ética. La democracia necesita cuna ciudadanía activa y responsable. Como afirman Salvador Giner y Victoria Camps, en su libro­­­­­­­­­­­­­ Manual de Civismo, que las actitudes cívicas tienen, y yo digo, deben tener, un común denominador: el de la responsabilidad.  La opción por una ciudadanía responsable implica que debe responder a esos valores ante sus semejantes, ante la sociedad. Y lo más importante, no sólo porque tiene un deber social, sino porque actúan con conciencia y responsabilidad de que conservándolos estamos ayudando a preservar y a mejorar el futuro.  Dice Giner, “los valores del buen ciudadano son los que sirven a la construcción del interés común.  Este es el interés que de veras legitima la acción política y que fuerza al individuo a no vivir solo apegado a sus intereses más cercanos e inmediatos”.

 

Libertad y responsabilidad son, necesariamente, dos caras de una misma moneda.  Asumir la ética de la responsabilidad, es ser capaz de responder libremente a algo ante alguien y querer hacerlo, porque la libertad y la responsabilidad son dos condiciones inseparables. Finalmente, creo que el civismo, la acción ciudadana,  no es otra cosa que el hacerse responsable de la preservación de los valores que constituyen el patrimonio ético de la humanidad y esa responsabilidad contribuye a hacer realidad el interés común, el mismo del que tanto se habla, y tan poco se hace.

 

 “La escuela es un universo de interacción... y es un proceso de constante metamorfosis de valores. La escuela es una agencia de cambio social... porque ahí está interactuando con valores y tenemos que asegurarnos nosotros, la escuela, los valores y tenemos que asegurarnos nosotros, la escuela, los educadores, los funcionarios, de que en la escuela se combatan los anti valores y se refuercen los valores positivos que nos unen...”  Gilberto Guevara.

 

 

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