Educación y
la construcción de una nueva ciudadanía para
¿una nueva
nación?
Por: Mu-Kien Adriana Sang
Atrapados entre dos eternidades –el pasado desvanecido y
el futuro incierto-, jamás dejamos de determinar nuestra
posición y nuestro rumbo.
Heredamos el legado de las
ciencias y las artes –las hazañas de los grandes
descubridores y creadores...- Todos somos buscadores.
Todos queremos saber por qué.
Los seres humanos vivimos para hacer preguntas... Daniel Boorstin
Arpo
1.
Educar ¿para qué?
Llevo más de tres décadas en las
aulas, y todavía tengo muchas dudas y muchas preguntas. Convencida de que
educar es mucho más que transmitir conocimientos, destrezas y habilidades, me
pregunto siempre cómo desempeñar correctamente el rol como maestra, y sobre
todo, qué enseñarles para la vida.
Hace tiempo que me hago muchas
preguntas. Solo he llegado a la
conclusión de que se impone un cambio en nuestro desempeño. Los que asumimos el
rol de enseñar tenemos que dejar de ser protagonista. Tenemos la responsabilidad
de instruir, a través de los conocimientos y habilidades, pero sobre todo tenemos
el deber de educar, con el ejemplo. Nuestros estudiantes incorporan las cosas
que le servirán para la vida, más por lo ven que por lo que escuchan.
Los maestros debemos mantener una
actitud de tolerancia y aceptación del otro y de sus opiniones, muy
especialmente si son contrarias a las nuestras. Debemos, en ese proceso de
intercambio de ideas y opiniones, demostrar profundo respeto por las ideas y
opiniones de los otros, de esos jóvenes, que llegan al aula no sólo a aprender,
sino también a enseñar lo poco o lo mucho que saben. Creo que así estaremos entonces
enseñando para la vida.
Debemos intentar demostrar
honestidad en todos los ámbitos, empezando por la vida intelectual. Reconocer el aporte que han
hecho otros, engrandece a quien lo hace. Los maestros somos también aprendices,
condición que no debemos olvidar nunca. Ocultar o negar el mérito de los demás,
envilece. Tenemos que aprender a ser humildes, aunque se crea tengamos razones
suficientes para la soberbia. En la acción cotidiana de educar, debemos
intentar la persuasión, antes que la imposición. Pero sobre todo, debemos reconocernos como
seres humanos con limitaciones.
Estoy convencida de que para educar hay que
amar el conocimiento, pero sobre todo, enseñar a los jóvenes a descubrirlos,
para que ellos puedan construir sus verdades, no las nuestras.
“Y aunque el descubrimiento, la creencia de haber dado
con la respuesta, puede alienarnos y hacernos olvidar nuestra condición humana,
es la búsqueda la que nos mantiene unidos, la que nos hace humanos y preserva
nuestra humanidad.” Daniel Boorstin
2.
Ética
de la responsabilidad: punto de partida para la acción ciudadana.
“Toda
ética que ordene la reclusión perpetua de nuestro albedrío dentro de un sistema
cerrado de valoraciones es ipso facto perversa.” Meditaciones del Quijote.
La
ética es la moral frente a los demás....Moral es el conjunto de comportamientos
y normas que tú, yo y algunos de quienes nos rodean solemos aceptar como
válidos: ética es la reflexión sobre por qué los consideramos válidos y la
comparación con otras morales que tienen personas diferentes. Fernando Savater, Ética para Amador.
Las ideas que presento aquí son preliminares.
No he tenido tiempo de madurarlas. Quizás también porque tengo el convencimiento de que debemos
superarnos a nosotros mismos, y cuestionar, desde lo más profundo de nuestra
alma y de nuestra psiquis, algunos de
los paradigmas que hemos venido defendiendo como verdades absolutas. Y digo esto porque tengo miedo de que
aprendamos y aprehendamos algunas ideas guías preconcebidas que nos impidan,
como en tiempos atrás, a ser críticos con nosotros mismos. Hay que recordar que
las verdades son históricas, nunca, por tanto, son eternas.
¿Qué es la ética y para qué sirve? Se habrán preguntado muchos. Coincido
con Fernando Savater cuando afirma en su libro “Ética como amor propio” que la “ética trata de la intervención
oportuna en el momento crítico (kairós), de la elección que calibra y decide
entre las propuestas del presente, no para ganar el mañana sino para dar
sentido al hoy: lo que ahora se quiere.”
Contestada, aunque sea a medias esa pregunta, surge entonces otra
¿Podemos hablar de una ética ciudadana?
Yo creo que sí. Afirmo convencida de que la Ética ciudadana es la
garantía de un accionar responsable. FERRAN REQUEJO COLL en su libro Las
Democracias, retoma el concepto
weberiano de la “Ética de la Responsabilidad”, y defiende que la participación
ciudadana sólo es posible cuando se actúa conscientemente.
Requejo Coll establece una distinción, siempre tomando como puntos de partida a Weber,
entre una ética de la convicción y una ética de la responsabilidad. La
primera, según el autor, establece que el comportamiento público de un
individuo, y por ende, no sólo el privado, debe adecuarse a las convicciones
morales que mantiene. La segunda, la ética de la responsabilidad establece que
el comportamiento debe ponderar esas consecuencias antes de ser emprendido. Sigue afirmando el autor que la ética de la
convicción resulta mucho menos sensible a los enfoques empíricos, ya que es una
actitud mucho más socrática que aristotélica. Pero además porque las
“convicciones morales” de una misma persona suelen presentarse contradictorias
cuando intentan implementarse en la realidad.
De todas maneras, la ética de la convicción y
la ética de la responsabilidad no se rechazan a sí misma, sino que se
complementan. Además, me pregunto con
tantas pequeñeces ¿no estaremos entrando en la falacia de la abstracción? Esta reflexión en definitiva, lo que saca a
la luz es que debemos hacer un reajuste práctico de la acción ciudadana para mirarla desde la opción ética. La democracia
necesita cuna ciudadanía activa y responsable. Como afirman Salvador Giner y
Victoria Camps, en su libro Manual de Civismo, que las actitudes
cívicas tienen, y yo digo, deben tener, un común denominador: el de la
responsabilidad. La opción por una
ciudadanía responsable implica que debe responder a esos valores ante sus
semejantes, ante la sociedad. Y lo más importante, no sólo porque tiene un
deber social, sino porque actúan con conciencia y responsabilidad de que
conservándolos estamos ayudando a preservar y a mejorar el futuro. Dice Giner, “los valores del buen ciudadano
son los que sirven a la construcción del interés común. Este es el interés que de veras legitima la
acción política y que fuerza al individuo a no vivir solo apegado a sus
intereses más cercanos e inmediatos”.
Libertad y responsabilidad son, necesariamente, dos caras de una misma
moneda. Asumir la ética de la
responsabilidad, es ser capaz de responder libremente a algo ante alguien y
querer hacerlo, porque la libertad y la responsabilidad son dos condiciones
inseparables. Finalmente, creo que el civismo, la acción ciudadana, no es otra cosa que el hacerse responsable de
la preservación de los valores que constituyen el patrimonio ético de la
humanidad y esa responsabilidad contribuye a hacer realidad el interés común, el
mismo del que tanto se habla, y tan poco se hace.
“La
escuela es un universo de interacción... y es un proceso de constante
metamorfosis de valores. La escuela es una agencia de cambio social... porque
ahí está interactuando con valores y tenemos que asegurarnos nosotros, la
escuela, los valores y tenemos que asegurarnos nosotros, la escuela, los
educadores, los funcionarios, de que en la escuela se combatan los anti valores
y se refuercen los valores positivos que nos unen...” Gilberto Guevara.
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