PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATOLICA MADRE Y MAESTRA
DISCURSO DE MU-KIEN ADRIANA SANG
Vicerrectora Académica del
Recinto Santo Tomás de Aquino en la graduación ordinaria del 15 de marzo del
2008
Santiago, República Dominicana
Monseñor
Ramón de La Rosa y Carpio,
Presidente de la Junta de Directores de esta PUCMM
Monseñor Agripino Núñez Collado,
Rector de esta alta casa de Estudio
Señores y señoras miembros de la
Junta de Directores de esta Universidad
Señores y señoras miembros del
Consejo Académico
Señores y señoras invitados e
invitadas internacionales
Graduandos
y graduandas que inician en el día de hoy una nueva etapa en sus vidas
Padres
y madres de los graduandos, para quienes también hoy es un día sumamente especial
Público
en general
Damas
y caballeros
Buenos
días
Agradezco profundamente
la distinción y oportunidad que me ha brindado nuestro Rector, Monseñor
Agripino Núñez Collado de dirigirme a esta audiencia tan especial. Como maestra que he sido durante toda mi
vida, siento el orgullo de haber colaborado, desde mi propio y limitado espacio,
en la formación de ustedes. Hoy más que nunca siento el orgullo de haber hecho esta
opción de vida; de haber defendido con profunda convicción, que es la educación
el único y más firme camino hacia el verdadero desarrollo económico, social y
cultural. He compartido con algunos de ustedes en las aulas universitarias. Y
me siento feliz de ser testigo activo de este momento tan especial. ¡No hay
mejor recompensa para el educador, que ver a sus hijos crecer y volar con sus
propias alas!
¿Qué puedo decirles hoy
en medio de tantas ansiedades, tantas angustias y tantas alegrías juntas en un
maravilloso estado de expectación? ¿Qué comunicarles cuando sus mentes están
ocupadas en múltiples cosas? ¿Qué contar que pudiese despertar el interés de
una audiencia que ansía a toda costa el final de la formalidad para compartir
la alegría con los amigos y familiares en suculentos encuentros gastronómicos?
¿Qué decirles a esos jóvenes que ansían el momento en que pronuncien su nombre
para salir presurosos a recoger el fruto de sus desvelos?
Confieso que
hurgué por doquier para organizar este discurso. Busqué respuestas a estas
preguntas. Y en el proceso recordé una linda historia que leí hace unos meses,
y me ha inspirado mucho en estos últimos días:
Érase una vez un escultor que trabajaba con un
martillo y un cincel un gran bloque de mármol.
Un niño que estaba mirándole no veía más que trozos de mármol pequeños y
grandes cayendo de derecha e izquierda.
No tenía ni idea de lo que estaba ocurriendo. Pero cuando el niño volvió
al estudio unas semanas después, se encontró con la sorpresa de un imponente y enorme león sentado en el lugar
en que había estado el bloque de mármol.
Con gran excitación, el niño corrió hacia el escultor y le dijo: “Por
favor, dígame cómo sabía usted que había un león dentro del mármol”[1]
La pregunta del niño es
quizás la más importante. ¿Cuál sería esta la respuesta a esta pregunta
aparentemente ingenua de ese curioso niño? Cuenta la historia que el escultor
le respondió con profunda paz: “Yo sabía que había un león dentro del mármol
porque antes de verlo ahí, lo había visto en mi corazón. El secreto consiste en que fue el león de mi
corazón el que reconoció al león del mármol”. Pero ¿qué significa esto? Que
para esculpir nuestras propias vidas necesitamos
ante todo, ver lo que deseamos hacer; significa que debemos soñar. Pero los
sueños nunca serán posibles si no trabajamos, si no recurrimos a la disciplina para
hacer visible lo que hemos visto en nuestros propios corazones. [2] Supone pues que debemos imaginar una y otra vez para saber lo que
deseamos hacer en nuestras vidas. Pero necesitamos trabajar, duro, como lo
hacía el escultor, a fin de hacer realidad nuestros sueños.
Pero esos sueños y esperanzas
deben concebirse y materializarse en el mundo real, en el aquí y el ahora. Soñar
lo que queremos formando parte de una sociedad caracterizada por la banalidad,
donde la apariencia es lo esencial. Una sociedad que valora más lo que poseemos,
obligados a olvidar lo que somos y deseamos ser. Se han cambiado los verbos y las prioridades. TENER
es más importante que SER. Soñar es una acción individual y egoísta. Lo
colectivo es visto como un pecado, como una ridícula realidad del pasado. Nuestra
sociedad ha privilegiado la superficialidad, arrinconando las reflexiones
profundas del SER y del VIVIR. Una sociedad que ha olvidado el proyecto
colectivo, para vanagloriar las hazañas personales y unilaterales. Recurro ahora a una reflexión muy interesante
escrita por Monseñor Arnaiz en una obra publicada hace poco. Con su humor
característico definió a la sociedad de hoy:
“El Ser Humano light se
caracteriza por su apariencia de normalidad humana (no siempre) y profunda
deshumanización interior. Pensamientos “lights”, razonamientos “lights”,
convicciones “lights”, sentimientos “lights”, criterios “lights”, curiosidades
“lights”, expectativas “lights”, relaciones “lights”, y actitudes “lights”.
¿Qué decirle a los
jóvenes que se abren camino en sus vidas? ¿Qué busquen el triunfo individual a
toda costa sin importar a quien pisotear, a quien calumniar, a quien vituperar? ¿Qué aconsejar a los jóvenes cuando nosotros
los adultos les hemos enseñado a olvidarse de las normas establecidas porque
hay que llegar a toda costa? ¿Qué exigirle a los jóvenes si nosotros los
adultos no somos capaces de dar el ejemplo, peor aún, que hemos sido contra
ejemplos? ¿Qué exigir si somos pasivos y tolerantes de la corrupción, la grande
y la pequeña? ¿Qué decirles a los jóvenes si nosotros los adultos no le hemos
enseñado a respetar la ley? ¿Qué decirle
a los jóvenes si hemos construido esa realidad que ellos han heredado? Muchas
preguntas más, estoy segura, han surgido en las mentes de todos ustedes; especialmente
en este período pre electoral, en el cual se han multiplicado por mil las
promesas que a todas luces nunca podrán ser cumplidas. En un período en el cual
se evidencia con creces el uso abusivo de recursos privados y estatales en las
campañas proselitistas. En definitiva estamos hablando de la necesidad de
rescatar la ética y la moral, en una sociedad que la pisotea
inmisericordiamente.
Fernando Savater en su libro “Ética como amor
propio” señala que la ética es una toma
de postura voluntaria que apuesta a la inmortalidad vitalista de la humanidad,
socios milenarios de una empresa comunitaria de auto perpetuación cuyo fruto
más elaborado es el ser humano autónomo y responsable, capaz de reconocimiento
y participación con sus iguales.
Esto significa que en la ética todo es y debe ser
humanismo. El problema para hoy y para mañana de la ética es cómo no caer en la
intrascendencia, en la banalidad. En contra de lo que suponen los moralistas de
urgencia, la dificultad ética actual no es el cinismo, sino la banalidad, lo
instrumental o caprichosamente intrascendente.
La ética trata de la intervención oportuna en el
momento crítico (kairós). Trata de la elección que calibra y decide entre las
propuestas del presente, no para ganar el mañana sino para dar sentido al hoy:
lo que ahora se quiere. El sujeto libre
no busca en el ejercicio moral nada distinto y posterior a sí mismo, sino
seguir mereciendo la confianza y el amor propio racional que se profesa.
(Fernando Savater, Ética como amor propio, p. 325.)
Desde todos los
tiempos se ha generado el eterno debate de lo correcto y lo incorrecto. Del
bien y del mal. Antes de que el
pensamiento clásico griego saliera al horizonte, la filosofía china planteaba
múltiples caminos para una vida honorable. El taoísmo llama a seguir el camino
del bien: Al establecerte en la sociedad,
si no tienes nobleza de carácter ¿cómo puedes ser libre?; si no eres respetuoso
¿cómo podrás estar en paz? Confucio
por su parte hablaba de la virtud y de la nobleza: Si amamos a nuestros semejantes y somos humildes, lograremos la
perfección máxima y obtendremos la virtud...
En la Grecia
antigua, Sócrates afirmaba que el poder debía ser utilizado para el bien común,
el Timos, como él denominaba el ejercicio ético del poder. Platón, por su lado, desde lo más profundo de
sus convicciones, fue crítico de la democracia y la tiranía, y abogó por un
gobierno de los que saben. La estructura
del Estado Occidental, dividido en poderes,
fue producto de las brillantes
mentes de Locke, Rousseau y Monstesqieu, que apostaron a la bondad humana y
sugirieron formas de ejercer el poder desde esa perspectiva. La historia está
plagada de ejemplos. Intelectuales que
se han unido a movimientos revolucionarios para impulsarlos y darles
coherencia, como fue el caso de Enmanuel Sieyes, uno de los grandes pensadores
de la Revolución Francesa, quien después de haber arengado a las masas hasta
obtener la victoria, el nuevo poder político lo echó a un lado y lo envió al más
cruel de los olvidos. O Arthur Koestler, que por ser crítico con el poder
establecido bolchevique, el mismo que él ayudó a levantar, fue enviado a la
cárcel y a la tortura.
El cristianismo también ha expresado enfáticamente su opción por el bien
en todas sus dimensiones. El Humanismo Cristiano defiende una plena realización del ser humano en el marco de
principios cristianos. Uno de sus principales exponentes, Jacques
Maritain, planteaba:
La filosofía política no sólo es práctica, en el sentido
que trata de las acciones humanas y de sus fines, normas y condiciones de
existencia; sino que es, a pesar de los sarcasmos de los llamados hombres
prácticos, eficaz y eficaz en grado sumo, porque la esperanza tiene que ver con
el deber ser de las cosas, no con lo que las cosas son, y el hombre no puede
vivir y actuar sin esperanza. La filosofía política es eficaz y eficaz en grado
sumo, porque tiene que ver con las esperanzas terrestres de la comunidad
humana. [1] Jacques Maritain
Pero es el concepto de humanismo integral el que ha servido de
doctrina a la Iglesia Católica, sustentada en la Encíclica Populorum Progressio de 1967 de Paulo VI, en
la cual afirmaba que el humanismo integral era el único y verdadero humanismo
que debíamos promover. Años más tardes, Juan
Pablo II no solo ratificó esa declaración en su encíclica Sollicitudo Rei Socialis de 1987, a
propósito de los veinte años de la Populorum Progressio, sino que hizo del humanismo
integral una parte esencial de sus preocupaciones y de su discurso. Rescató el sentido ético de la acción
cristiana en el plano social. Como dijo una vez Maritain:
El
hombre del humanismo cristiano – dice Maritain – sabe
que la vida política aspira a un bien
común superior a una mera colección de bienes individuales... que la obra
común debe tender, sobre todo, a mejorar la vida humana misma, a hacer posible
que todos vivan en la tierra como hombres libres y gocen de los frutos de la
cultura y del espíritu... aprecia la libertad como algo que hay que ser
merecedor; comprende la igualdad esencial que hay entre él y los otros hombres
y la manifiesta en el respeto y en la fraternidad; y ve en la justicia la
fuerza de conservación de la comunidad política y el requisito previo que
llevando a los no iguales a la igualdad, "hace posible que nazca la
fraternidad cívica..."
Escribo estas
palabras sin saber exactamente dónde me llevarán. He defendido otras veces que
la vida ofrece muchas alternativas para que la gente haga productivos sus
días. Unos nacieron con la habilidad de
trabajar con las manos, otros con las palabras.
En mi caso particular elegí el camino de las palabras. La utilizo para escribir y para conversar con
mis alumnos en las aulas universitarias y trabajar con ellos en el
redescubrimiento de su propia historia. ¿A
dónde llegarán estas palabras que les pronuncio en esta mañana? A veces siento que mi agotada voz y mis
reclamos claman en el desierto. A veces pienso que mis gritos implorando por
una sociedad con mayor sentido de justicia y ética se pierden en el turbulento
mal de los intereses egoístas. Pero como
maestra que soy y he sido siempre, apuesto a la esperanza, sigo confiando en la
juventud y en el futuro, aunque a veces las lágrimas me impidan ver con
claridad el horizonte de esperanzas.
Lo que cuestiono
y cuestionaré siempre es el uso del conocimiento y del poder económico solo para
el beneficio personal o de un pequeño grupo. Aquí asumo la posición de Max Weber,
el gran intelectual alemán, quien afirmaba que la ética de la convicción y
ética de la responsabilidad deberían guiar nuestro accionar cotidiano. La
primera, la ética de la convicción, establece que el comportamiento público de
un individuo, y ya no sólo el privado, debe ser consecuente a las sus convicciones
morales. Por su parte, afirmaba Weber, la ética de la responsabilidad establece
que el comportamiento debe ponderar las consecuencias de las acciones.
Libertad y responsabilidad son, necesariamente, dos
caras de una misma moneda. Asumir la
ética de la responsabilidad, es ser capaz de responder libremente a los
factores y condicionamientos externos.
Al escribir todo
esto me asaltan de nuevo muchas interrogantes. Me pregunto cómo es posible que
hombres de ciencia hayan podido crear la atrocidad de la guerra atómica. O que
otros seres llamados también científicos hayan podido diseñar las armas
químicas. Es decir, utilizamos lo mejor de la creación humana para auto
destruirnos. Investigamos para matar y dominar.
Me cuestiono constantemente. ¿Cómo la humanidad ha permitido, hemos permitido,
que habiendo tantos conocimientos y siendo nuestro mundo tan rico no hayamos
sido capaces de resolver el problema del hambre? ¿Cómo es posible la existencia de diferencias
tan abismales entre los que tienen todo y los que no tienen nada?
Al hablar de todo esto pienso en Azorín, el intelectual español nacido en las postrimerías del siglo XIX
(1873 –1967). José Martínez Ruiz, mejor conocido por su seudónimo Azorín, fue
uno de esos hombres de pensamiento que
marcó su época. Su sagacidad y verbo explícitamente crítico lo hizo
constituirse en un referente obligado, tanto de sus partidarios como de sus
adversarios en su España natal. Fue
también el creador del movimiento literario conocido como la “Generación del
98” que permitió la renovación de la literatura española de su tiempo. El
Político, su obra mas conocida, fue escrita en 1908 y es uno de sus grandes
legados. Un pequeño libro lleno de verdades y reflexiones, escrito en un estilo
“breve, preciso y claro”, como él mismo lo definió. La pequeña obra termina con
un “Epílogo Futurista”, que resume la conversación entre un alumno y su
maestro. El maestro le dijo a su discípulo que hablar de la historia y los
grandes problemas de la humanidad es mucho más fácil que hablar del honor. “Le
he explicado a usted, decía el Maestro, lo que eran las ciudades, los pobres,
las fábricas, el jornal, las monedas, la cárcel y los fusiles, pero no puedo
explicarle a usted lo que era el honor”.
El alumno escuchó con atención y luego dijo: “Tal vez ésta era la cosa
que más locuras y disparates hacía cometer a los hombres”. Es posible respondió el maestro.
Las verdades de El político de Azorín, tienen
vigencia, 100 años después de haber salido a la luz. Como antes, la fuerza, y
no la razón ni el amor a la humanidad, es lo que se ha impuesto al mundo. El Honor continúa siendo un espejismo, quizás
también una mentira, una gran mentira, en medio de esta sociedad concentrada en
el cúmulo de cosas.
Debemos cuestionarnos profundamente y asumir
críticamente nuestras acciones. Normalmente somos críticos con los demás.
Buscamos culpables, en ellos, los otros…
Acusamos siempre y señalamos con
el índice; librándonos de nuestras propias culpas. Pero y mi Yo, y el NOSOTROS ¿soy
agente de cambio? ¿Somos agentes de cambio? ¿Asumimos una conducta ética ante
la vida, en las pequeñas y en las grandes acciones? Criticamos a los políticos
que usan fondos públicos, pero aceptamos y acogemos el tráfico de influencias
si nos conviene. Los estudiantes no piensan que la pequeña corrupción también
toca sus puertas. ¿Copiaron los trabajos de sus compañeros? ¿Falsificaron
trabajos, robaron ideas de otros, utilizaron el famoso “copy page” sin el
debido respeto al trabajo intelectual de otras personas? ¿Por alcanzar una
posición, humillo y atropello a mi prójimo más próximo?
Creo que ha llegado el
momento de ASUMIR una postura distinta ante la vida. Tenemos el reto de ser portavoces de una
Buena Nueva: ser ejemplo del contravalor actual del SER, de la ETICA como norma
de vida, de la crítica constructiva contra aquellos que se burlan y nos acusan
por abogar por la utopía y las ideas ilusas. Finalizo estas palabras con otra
hermosa historia que estoy segura, nos hará pensar. La conseguí a través de una
amiga querida. Se llama “Pesca para toda una vida”.
Tenía once anos e iba a pescar cada vez que podía,
desde el muelle de la cabaña de su familia ubicada en una isla en medio de un
lago… Un día antes de que se abriera la temporada del róbalo, él y su padre
fueron a pescar al caer la noche, atrapando molas y perchas con gusanos. Luego puso una pequeña mosca plateada y
practicó el lanzamiento. El anzuelo golpeaba el agua hacia pequeñas olas de
colores bajo el sol del crepúsculo, luego olitas plateadas cuando la luna se
elevó sobre el lago. Cuando su canda se dobló, supo que había algo enorme en el
otro extremo. El padre observaba con
admiración cómo el niño se arrastraba con habilidad al pez a lo largo del
muelle. Por fin, rápidamente levantó del agua al agotado pez. Era el más grande que jamás había visto, pero era un róbalo. El niño y su
padre miraron el hermoso pez, con las agallas moviéndose a la luz de la
luna. El padre encendió un fósforo y
miró su reloj. y miró su reloj. Eran las 10 de la noche, dos horas antes de que
se abriera la temporada. Miró al pez y luego al niño.
-Tendrás que devolverlo, hijo, dijo.
-¡Papá! Gritó el chico
-Habrá otros peces, dijo su padre
-No tan grandes como este, gritó el chico.
Miró el lago. No se veía ningún pescador ni botes
bajo la luna. Volvió a mirar a su padre. Aunque nadie los había visto, ni nadie
podía saber a qué hora había pescado el pez, el chico advirtió por la firmeza
de su padre que la decisión no era negociable.
Lentamente sacó el anzuelo de la boca del enorme róbalo y lo devolvió a
las negras aguas. El pez movió su
poderoso cuerpo y desapareció. El niño sospechaba que nunca volvería a ver un
pez tan grande. Eso ocurrió hace treinta
y cuatro anos. En la actualidad el niño es un exitoso arquitecto… La cabaña de
su padre está siempre lista en la mitad del lago. Lleva a su propio hijo y a
sus hijas a pescar desde el mismo muelle. Y tenía razón. Nunca volvió a pescar
un pez tan magnífico como el que atrapó esa noche de tantos anos atrás. Pero ve
ese mismo pez cada vez que se enfrenta al tema de la ética. Pues, como su
padre, se lo enseño, la ética es un simple asunto de bien o mal. Solo la
práctica de la ética es lo difícil.
¡Qué enseñanza tan hermosa! ¡Cuánto podemos aprender de las cosas
sencillas!
Jóvenes graduandos que
asumen una responsabilidad ante la sociedad que los vio crecer, tienen la honrosa y gran tarea de
transformarla. A partir de ahora
encontraran muchos róbalos, que les colocarán en el eterno dilema ético entre
el bien y el mal, entre lo correcto y lo incorrecto. Ustedes y solo ustedes
harán la gran diferencia. Nosotros adultos que seguimos transitando el sendero
de la vida sin la preocupación de qué vamos a ser mañana, ayudemos a los jóvenes a hacer realidad los leones de sus corazones,
acompañándolos en sus ensayos cotidianos de tomar el cincel que les hará
esculpir el león en el duro mármol de la vida. Compañeros maestros que hemos asumido la
hermosa tarea de educar, ayudemos a que
nuestros jóvenes encuentren el silencio para definir sus propios sueños, para
que puedan escuchar el sonido del primer campanazo, ellos se encargarán del
resto. La sociedad espera por ustedes,
por nosotros. Hay que empezar a producir los cambios aquí y ahora.
Muchas Gracias
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