EL LARGO PROCESO
DE LA INDEPENDENCIA DOMINICANA (1844-1874)
Por: Mu-Kien Adriana Sang
La historia de la República Dominicana por su
posición de isla con tradición hispánica, ha tenido una historia sui
géneris. Es parte del conjunto de pequeños
territorios que están rodeados por el mar Caribe, una zona que desde el siglo
XVI ha desarrollado las apetencias de las grandes potencias europeas,
convirtiéndose en escenario de sangrientas luchas intra imperiales. Desde
entonces, el Caribe tiene muchas nacionalidades, idiomas y culturas, al
convertirse en español, inglés, francés y holandés. La pequeña república caribeña está ubicada en
la única isla del mundo que comparte su territorio con otra nación: Haití; otro
producto también de los celos de dos de los imperios dominantes de la Europa
otrora soberana del mundo, España y Francia.
Pero también su historia, por haber sido colonizada por el imperio
español, comparte procesos con el resto de las ex colonias españolas del
continente latinoamericano. Somos sui géneris, muy sui géneris, porque el
proceso de independencia no se inició en contra del imperio que osó poseernos a
la fuerza y en contra de la voluntad de sus primeros habitantes, sino en contra
de Haití, la pobre y más joven nación que osó independizarse por encima de la
voluntad de Francia y luchaba a fuerza, capa y espada por mantener su
independencia.
El abrupto camino de la independencia
dominicana comenzó con el intento fallido de José Núñez de Cáceres en diciembre
de 1821, al proclamar un nuevo Estado soberano que solo pudo sobrevivir un
trimestre, y culminó en 1874, cuando fracasó la anexión a los Estados Unidos,
durante el Gobierno de los Seis Años de Buenaventura Báez. La idea del largo y tortuoso camino hacia la
emancipación dominicana nació de la mente brillante del gran Pedro Henríquez
Ureña. Aseguraba el intelectual que fue el fracaso del gran proyecto político
baecista que logró desterrar definitivamente el proyecto anexionista[i], el
sueño conservador dominicano, y que fue el principal peligro del Estado y la
nación dominicana. Vista así las cosas,
el proceso independentista tuvo cuatro momentos: La Independencia Efímera ,
La
Independencia Nacional del 27 de Febrero, La Restauración y la Guerra de los Seis Años.
El liberalismo político llegó a América Latina
y a nuestro país a principios del siglo XIX, y desde entonces, tuvo que
enfrentarse no solo con las ideas conservadoras, sino con las prácticas
caudillistas, fenómeno político que permeó las filas liberales y las
conservadoras. Como bien señalan dos
amigos historiadores Balcácer y García Arévalo[ii],
las ideas independentistas llegaron a América conjuntamente con el siglo XIX. “En
sus albores, los pueblos del llamado
Nuevo Mundo ya habían asimilado las filosofías europeas de la revolución. Así, las ideas de los enciclopedistas
franceses, de la Ilustración y el Contrato Social proporcionaron fórmulas
viables para convertir las dóciles colonias en estados autóctonos.”[iii]
En el libro de mi autoría sobre le liberalismo
y el positivismo a partir de una biografía del positivista liberal Ulises
Francisco Espaillat[iv] señalo
que el movimiento revolucionario en América Latina continental triunfó después
de casi dos décadas de incesantes y persistentes enfrentamientos. Fue una revolución caracterizada por largas
luchas inspiradas y motorizadas por diversos efectos y razones; por
sentimientos puros de libertad para algunos, los menos y de resentimientos
racial, de búsquedas de nuevas alternativas políticas, par tanto, por esto
también.
En nuestro caso, el proceso de independencia
comenzó a gestarse después del fracaso de la Reconquista auspiciada por Juan
Sánchez Ramírez. El letargo y el
abandono de la nueva-vieja colonia española, propició que sectores de la
sociedad dominicana pensaran en la creación de un estado independiente de
España. La Madre Patria española estaba
sumergida en demasiados problemas para pensar en una pequeña colonia del
Caribe: guerras en Europa e insurrecciones en toda América del sur. Por otra parte, Haití representaba un
problema para la parte este de la isla.
Así, la noche del 30 de noviembre de 1821, liderados por José Núñez de
Cáceres, decidieron apoderarse del recinto militar de la fortaleza de la ciudad
de Santo Domingo. Al día siguiente,
controlado el gobierno, decidieron declarar el Estado Independiente de la Parte
Española de Haití. El nuevo incumbente,
anunció la protección de la Gran Colombia y de inmediato notificó a las
autoridades españolas la creación del nuevo estado.
Ese primer intento liberal fracasó. Demasiados contratiempos se interpusieron en
el camino. Tres meses después, en
febrero de 1822, el general Boyer
invadió la parte Este de la isla, destruyendo el recién creado estado para
incorporar toda la parte Este a la República de Haití. Un proceso que duró 22
años, justamente hasta el 27 de febrero de 1844. El fallido Estado fue sin duda
alguna, el primer escalón del proceso independentista. ¿Por qué fracasó Núñez de Cáceres? El colega
Fernando Pérez Memén afirma que el líder sólo
contó con el apoyo de una fracción de la pequeña burguesía emergente. Su proyecto fue rechazado por los grandes
propietarios hateros latifundistas radicalmente hispanófilos, así también, por
la pequeña burguesía cibaeña cosechera de tabaco y comerciantes que veía más beneficioso
a sus intereses la unión a Haití por el activo comercio que llevaba con el Sur
de los Estados Unidos y con Inglaterra;
y los negros y mulatos a causa de que la Ley Fundamental del naciente Estado no
abolió la Esclavitud.[v]
Pero las ideas liberales habían echado raíces
en un sector importante de la parte Este de la isla, volviendo a renacer el
sentimiento y la necesidad de crear el Estado Dominicano. El 16 de julio de 1838 fue fundada La
Trinitaria, en la casa de Doña Chepita, la madre de Juan Isidro Pérez. Un grupo de jóvenes integrados por Juan Pablo
Duarte, José María Serra, Juan Isidro
Pérez, Jacinto de la Concha, Félix María Ruiz, Felipe Alfau, Benito González,
Pedro Alejandro Pina y Juan Nepomuceno Ravelo se comprometieron y prometieron
con su honor y su conciencia cooperar con sus vidas y bienes a la separación
definitiva del gobierno haitiano y a implantar una República libre, soberana e
independiente de toda contaminación extranjera, que se denominaría República
Dominicana.
JURAMENTO TRINITARIO
En nombre de la santísima, augustísima e
indivisible Trinidad de Dios Omnipotente: Juro y prometo, por mi honor y mi
conciencia, en manos de nuestro Presidente Juan Pablo Duarte, cooperar con mi
persona, vida y bienes a la separación definitiva del Gobierno Haitiano y a
implantar una República libre, soberana e independiente de toda dominación
extranjera, que se denominará República Dominicana; la cual tendrá su
pabellón tricolor en cuartos, encarnados y azules, atravesado con una cruz
blanca. Mientras tanto seremos reconocidos los Trinitarios con las palabras
sacramentales: Dios, Patria y Libertad. Así lo prometo ante Dios y el mundo.
Si tal hago, Dios me proteja; y de no, me lo tome en cuenta, y mis consocios
me castiguen el perjurio y la traición si los vendo.
|
La Trinitaria fue una entidad eminentemente
política. Al inicio eran muy pocos.
Precisaban la incorporación de nuevas personas no solo a su partido, sino al
proceso de lucha en contra de Haití.
Para lograrlo pensaron en que cada uno debía integrar a dos personas,
que serían llamados adeptos. Concebida como un movimiento clandestino, se hizo
necesario crear mecanismos de difusión y concientización sobre la necesidad de
la libertad y la independencia. Así
surgen La Filantrópica y La Dramática, entidades que se dedicaban a organizar
presentaciones de obras de teatro con alto contenido político y social.
Los trinitarios, los liberales puros, como se
les ha llamado comúnmente, tenían la juventud, el arrojo, la decisión y el
compromiso del proyecto político independentista, pero no contaban con la
fuerza suficiente para dar al traste con el gobierno haitiano. Tuvieron, necesariamente, que aliarse con los
otros sectores sociales, los llamados conservadores. Un elemento interesante del sector
conservador dominicano era su vocación anexionista. Balcácer y García señalan que había varios
grupos políticos en las filas conservadoras.
Estaban el pro-español, liderados por los sacerdotes Gaspar Hernández y
Pedro Pamiés. El pro-inglés, aunque ínfimo,
tenía sus defensores. Y finalmente, el
más numeroso era el pro-francés, también llamado “afrancesados”, liderados por
Tomás Bobadilla y Joaquín Delmonte. En
todas estas agrupaciones políticas había un objetivo común: la separación de
Haití; pero casi todas coincidían en que logrado este primer propósito, lo
conveniente para los dominicanos era obtener el protectorado o la anexión de
una nación europea poderosa, fuera Inglaterra, Francia o España. Solo los trinitarios…creían y predicaban la
separación con fines exclusivamente independentistas.[vi]
¿Qué otra alternativa tenían los trinitarios si
no era aliarse con los conservadores? El
Manifiesto del 16 de Enero, llamado certeramente por Emilio Rodríguez Demorizi
como El Acta de Separación Dominicana,
es el documento político que evidencia la alianza estratégica firmada entre
liberales y conservadores.
Acta de Separación Dominicana. Manifiesto del
16 de enero de 1844 (fragmento final)
¡Dominicanos! (Comprendidos bajo este nombre
todos los hijos de la parte Este y los que quieran seguir nuestra suerte) ¡A
la unión nos convoca el interés nacional! Por una resolución firme mostremos
los dignos defensores de la libertad: sacrifiquemos ante las aras de la
patria el odio y las personalidades: que el sentimiento del interés público
sea el móvil que nos decida para la justa causa de la libertad y de la
separación; con ella no disminuimos la felicidad de la República de
occidente, y hacemos la nuestra… ¡ A la unión dominicanos! (…) las opiniones
están de acuerdo y no hay dominicanos que no proclame con entusiasmo:
Separación, Dios, Patria y Libertad.
|
Fernando Pérez Memén expresa en su libro “El
pensamiento dominicano de la Primera República”, que en dicho Manifiesto se
concibe la idea de Independencia como Separación, y que esta idea se mantiene en documentos posteriores. Así se evidencia en la proclama de Santana
del 27 de febrero de 1854, cuando decía el líder hatero decía: Separación o muramos, y esta palabra mágica, vibró eléctricamente
en el corazón de todo el pueblo de la parte española.[vii] Lo mismo sucede en 1856, cuando de nuevo se
celebra un aniversario más de la patria, al señalarse que con el izamiento de
la bandera se solemnizó el aniversario de
nuestra separación.[viii]
Balcácer y García se preguntan ¿se trató acaso de un problema semántica o,
en realidad, hubo alguna diferencia entre los vocablos separación e
independencia? Y ellos mismos se responden que era lógico pues, que hubiera
diferencias sustancialmente radicales entre los conceptos separación e
independencia, según la óptica de los dos grupos políticos más influyentes del
momento.[ix]
Sostengo la idea de que la incorporación de la
palabra Separación en el Manifiesto del 16 de enero no fue un hecho ni fortuito
ni semántico, sino una expresión del dominio conservador del escenario
político, en el cual la idea inicial de los trinitarios había sido
enterrada. La separación significaba
separarse de Haití para buscar el protectorado de una nación extranjera. Los hechos posteriores demuestran con creces
mi afirmación.
Volvamos a la segunda etapa del proceso
independentista dominicano, los sucesos del 27 de febrero de 1844. El Manifiesto del 16 de enero, constituyó, y
en ese sentido ni yo ni ningún historiador dominicano le resta importancia política,
un hito en la lucha por la independencia.
En sus páginas se diseña en forma y contenido al nuevo Estado y se
presenta un amplio programa de gobierno.
Pero la alianza liberales –conservadores no era
del todo transparente. Los trinitarios
se vieron en la necesidad de acelerar los acontecimientos. Un grupo encabezado por Báez buscaba el protectorado francés una vez se
produjera el movimiento, se estaba trabajando en el Plan Levasseur. Se imponía la acción rápida. Por eso adelantaron los acontecimientos. Con el trabucazo de Mella y el izamiento de
la bandera, se simbolizó la creación de la nueva República. Los haitianos partieron después de varias
negociaciones. Comienzan los aprestos
para organizar el nuevo Estado. El
Gobierno Provisional recién creado, llamado Junta Central Gubernativa, estaba
dominado por los conservadores más conservadores. Duarte y su grupo intentaron detener esta
influencia. Santana los detuvo. El líder de los trinitarios fue enviado al
cruel exilio. La apuesta del sector
conservador había triunfado.
Sostengo también que el proceso político de la
Primera República, 1844-1861, el control político estaba en manos de los
conservadores, específicamente entre,
Santana y Báez quienes se disputaban el poder de manera encarnizada. A pesar de la rivalidad existente entre ambos
caudillos y de la dificultad para afirmar con precisión cuál de los dos
representaba la fuerza de mayor empuje, podemos sin embargo, atrevernos a
afirmar que fue Santana el que logró una mayor presencia en la vida política
nacional. Si hacemos un análisis de la
sucesión política de estos años veremos que entre 1844 y 1961, hubo un total de
11 gobiernos, de los cuales Santana presidió 4 por un total de 10 años y cinco
meses, mientras que Báez sólo pudo asumir la presidencia en dos oportunidades,
gobernando sólo por 6 años.
El proyecto anexionista estuvo presente desde
antes de febrero de 1844. ¿Era el anexionismo un proyecto político conservador exclusivamente
o también existía en las filas liberales?
Diómedes Núñez Polanco [x]
sostiene que las ideas anexionistas habían perneado las filas políticas
liberales y conservadoras, y pone como el ejemplo más notorio el de José María
Cabral. Pero como veremos
posteriormente, José María Cabral rechazó la anexión. ¿Entonces?
Hace años que Diómedes y yo tenemos esa discusión, a pesar de que me
puso a reflexionar las afirmaciones de su libro, mantengo mi posición, de que
el proyecto anexionista era esencialmente conservador.
Báez y Santana, los dos caudillos que dominaron
el escenario político entre 1844-1861 eran profundamente conservadores y
profundamente anexionistas. Cuando
Santana asumió la Presidencia Constitucional en 1844, una de sus primeras
medidas fue la búsqueda del protectorado el reconocimiento de las potencias
imperiales del momento: Inglaterra, Francia, España y Estados Unidos. En el documento “Instrucciones dadas por el
gobierno de la República Dominicana a los emisarios acerca de los gobiernos de
España, Francia e Inglaterra para negociar con ellos la independencia” se
presenta claramente el doble objetivo de la política exterior santanista. Mientras se plateaba en 1845 el protectorado
al gobierno francés, otra delegación hacia
lo mismo en los Estado Unidos; y otro grupo repetía el mismo discurso en
España. Ante los fracasos de esas
misiones, en 1846 fue enviada otra delegación a Europa para el protectorado, y
si esto fallase el reconocimiento de la independencia. Como los objetivos no se lograban, las
misiones no paraban. En 1848 otra
delegación, encabezada por Báez volvió a Europa. En 1849, y siendo Báez presidente se
redoblaron los esfuerzos para conseguir el protectorado francés. En 1854 un nuevo intento durante la
Presidencia de Santana fue realizado.
Una delegación, cuyo enviado plenipotenciario fue Ramón Matías Mella,
fue enviada a Europa. Pero también
fracasó.
¿Por qué fracasaron los esfuerzos
conservadores? En mi libro La Política
Exterior Dominicana, 1844-1961, sostengo que “Las potencias imperiales jugaban un doble juego: enfrentadas entre sí,
en algunos momentos, y aliadas circunstanciales, en otros. A principio del proceso, las dos
todopoderosas de Europa, Francia e Inglaterra luchaban juntas contra España;
luego las tres rivales, es decir, a Francia e Inglaterra se le sumó España,
para enfrentar el nuevo rival imperial representado por los Estados
Unidos. Todas contra todas, una contra
las demás, cada quién peleaba el otro a fin de desarrollar sus propios
intereses comerciales, políticos y estratégicos.
La otra pregunta que se impone, ¿Por qué
después de todos esos fracasos, por qué después de haber insistido tanto con
España, de repente cambia la idea y acepta la propuesta dominicana de la
anexión en 1861? ¿Por la calidad de la
negociación dominicana? ¿Por simpatías con Santana? No tengo todas las respuestas. Sobre ese tenor señalo en mi libro sobre
Política Exterior Dominicana lo siguiente: España
era un imperio en extinción. El sur del
continente americano había librado las guerras de independencia. Sus eternos rivales, Francia e Inglaterra empezaban a ocupar su
lugar. El mercado latinoamericano…se
había convertido en un objetivo importante de esas dos potencias. Pero el viejo imperio español se resistía a
la derrota. En un último intento por
recuperar su terreno perdido, decidió fortalecer sus influencias en el
Caribe… Golpeada quizás por las derrotas
sufridas en las guerras de independencia, España no evidenció interés alguno en
las islas del Caribe en los años 40 del siglo pasado, aplicando la política del
“desinterés manifiesto”. Sin embargo,
esta posición varió radicalmente a partir los años 50. El Caribe, fue redescubierto como zona de
alto valor estratégico y de posición geopolítica
privilegiada, los españoles entonces pasaron a la política del “interés manifiesto”.
La
Guerra Restauradora. Un eslabón en el
proceso
Santana fue buscando por los liberales para
derrocar a Báez en la Revolución de 1857, nueva urgencia liberal de aliarse con
los conservadores para lograr un objetivo político. Triunfante de nuevo, Santana aprovechó la
coyuntura y se quedó con el poder. La
oposición baecista se reactivó, y por su parte los liberales traicionados le
hicieron resistencia al gobernante traidor.
Guiado por la desesperación, pero también por sus propias convicciones,
gestionó con éxito la incorporación de la República Dominicana en condición de
provincia ultramarina de España. Santana
apostó a ka anexión, ganó y expidió también.
Se había adelantado al líder rojo, cuyos intentos hasta ese momento
habían sido inútiles. Y así, el 18 de
marzo de 1861 materializó el ansiado sueño conservador. El cálculo político de Santana no fue ni
exacto ni real. La nueva provincia fue
convertida en Capitanía General. Y
Santana fue degradado en Presidente a Capitán General, tanto fue el shock
producido que Santana se vio precisado a dimitir de su cargo por problemas de
salud. Una vez mas el calculo político
de Santana no fue ni exacto ni real.
La decisión del Gobierno de Santana solo
encontró apoyo entre los santanistas y los hateros, el resto de la población
rechazó la anexión. La historiografía
dominicana da cuenta que en diversos pueblos del Cibao la población expresó
públicamente su descuerdo, a saber:
- El mismo día
18 de marzo de 1861 en San Francisco de Macorís se produjeron incidentes
cuando se intentó desplazar la bandera tricolor para ser sustituida por la
española. De la trifulca murieron
por lo menos tres personas.
- El 2 de mayo
de ese año 1861, en Moca, José Contreras organizó un pequeño grupo de
rebeldes par enfrentar a las tropas españolas que se habían acantonados en
el pueblo. Fueron reducidos a
prisión y por orden del propio Santana, fusilados. El incidente fue una muestra del rechazo
de la anexión.
- En junio de
1861 una expedición dirigida por Francisco del Rosario Sánchez y José
María Cabral penetró por Haití para combatir al ejército español. Fueron emboscados en El Cercado, hechos
prisioneros, “juzgados” por un tribunal militar integrado por dominicanos
y españoles, recibieron la pena capital.
El 4 de julio de 1861 fueron fusilados en San Juan de la Maguana.
Controlados los desafectos, el Gobierno Español
se dispuso a la tarea de organizar la nueva colonia. Pero tomo medidas equivocadas, fuera de
contextos que trajeron terribles consecuencias para el régimen. La anexión a España no trajo los frutos
esperados. La sociedad completa se vio
afectada por sus medidas. Se
restablecieron las instituciones jurídicas españolas, se reformó el ejército
con criterios distintos y por qué no, hasta despóticos también. La mayoría de los “generales” dominicanos
fueron retirados, y fueron españoles los que ocuparon los principales puestos
en el ejército. En el plano de la
administración pública, los dominicanos fueron destituidos para colocar
españoles en los cargos más importantes.
La política fiscal no fue menos desgraciada, pues se aplicaron elevados
impuestos (como la Ley de Bagajes). Los españoles se sentían superiores,
discriminando a los dominicanos. Hasta
la Iglesia Católica fue afectada con las medidas; más aún, una práctica
religiosa-cultural, como la masonería, que había sido respetada por todos los
gobiernos anteriores, los españoles
intentaron penetrarla y controlarla. Así todos los sectores, los que apoyaron la
anexión y los que la enfrentaron vieron afectados sus intereses. Todos, los que apoyaron y los que la
enfrentaron no tuvieron más alternativa que aliarse para sacar al ejército
español del territorio nacional.
La rebeldía sofocada dos años antes, despertó
de nuevo en 1863. En febrero de ese año
se produjeron cuatro intentos que fueron sofocados de inmediato por las tropas
españolas: el día 3 en Neyba, el 21 en Guayubín y el 23 de Sabaneta y el 24 en
Santiago. Como bien señalan Balcácer y
García el intento de mayor resonancia fue
precisamente el de Santiago porque en la conjura estuvieron involucrados
importantes personas de la élite de comerciantes del pueblo y porque además,
los principales cabecillas del movimiento fueron condenados al patíbulo. Entre esos desdichados patriotas estaba el poeta
Eugenio Perdomo…[xi]
Febrero, mes de significación histórica y
política para el país fue esencial. Los
movimientos que se produjeron en ese mes
en contra del Gobierno de Anexión incendiaron la chispa. El 16 de agosto de 1863, un grupo de
patriotas, que habían entrado al país desde Haití izaron la bandera dominicana
en Capotillo y gritaron libertad. El
grupo estaba comandado por Santiago Rodríguez, José Cabrera y Benito Monción,
entre otros.
De Capotillo, el movimiento se extendió por
todo el territorio dominicano. El
ejército español trató por todos los medios de sofocar rebeldes, pero fue
inútil. Poco meses después de los
sucesos de Capotillo, se habían adherido y pronunciado a favor de los rebeldes
las poblaciones de Guayubín, Montecristi, Sabaneta, Puerto Plata, La vega, San
Francisco de Macorís y Cotuí.
Con la extensión del movimiento, los rebeldes
revolucionarios desafiaron aún más al poderoso ejército español al establecer
una jefatura política y militar, que fue Santiago. Los restauradores utilizaron a Santiago como su bastión. Desde allí desarrollaron una exitosa
estrategia militar. El 14 de septiembre
de 1863 se instaló el Gobierno de la Restauración. Ese miso día redactaron el Manifiesto o como
lo definen algunos historiadores, El Acta de la Segunda República, donde los
revolucionarios explicaron las razones que los llevaron a tomar las armas para
restaurar la República:
(Anunciar) al mundo y al Gabinete Español, las muy justas causales que
han obligado a los dominicanos a sacudir, por la fuerza y las armas, el yugo
con que dicha Nación hasta hoy les ha oprimido, y romper las cadenas a que una
engañosa y forzada Anexión a la Corona de Castilla preparada por el General
Pedro Santana y sus satélites, les había sometido, quedando restaurada la
República Dominicana y reconquistado el precioso don de la libertad inherente a
todo ser creado…
Así pues, desde Santiago, los restauradores
estructuraron un plan de defensa y ataque sistemático y eficaz. Los españoles por su parte realizaron grandes
esfuerzos por detener el avance de las fuerzas rebeldes. Se dispusieron a tomar posiciones para poder
llegar a la capital. Pedro Santana
volvió a comandar tropas para detener a los restauradores, pero fue derrotado
por el General Gregorio Luperón.
El Gobierno español estaba en posición de
desventaja militar y política.
Militarmente, el poderoso ejército español había sido derrotado y
políticamente no contaba con simpatías ni siquiera en la misma España. En efecto la opinión pública española
desarrolló una intensa campaña en favoreciendo la desocupación. En el notable libro de reciente publicación “Una cuestión de honor” de los historiadores
españoles Eduardo González Calleja y Antonio Fontecha Pedraza, se señala lo
siguiente: A partir de 1863, la opinión pública
española comenzó a inclinarse por el abandono de Santo Domingo, al
constatar que la anexión había sido una iniciativa minoritaria del entorno de
Santana. Tanto la cuestión mexicana…como
la dominicana fueron motivo de polémica entre los partidos. Se fue generalizando la idea de que a España
le convenía abandonar la isla, pero dejando a salvo el honor tras la obtención
de una resonante victoria militar.[xii]
En el libro, los historiadores españoles hacen
referencia concreta a alguno análisis aparecido en la prensa española, como fue
el caso de La Época, veamos: Nosotros
deseamos que todo género de auxilio y de pertrechos, que todos los esfuerzos
necesarios se trasladen a las playas de Santo Domingo, porque ante todo es
preciso que la barbarie no quede triunfante del derecho, preciso que el nombre
español no aparezca humillado…Sí después de los errores de Méjico nos viéramos
arrojados de Santo Domingo, nuestra influencia en América habría recibido un
golpe de muerte…[xiii]
Se debía, decían algunos retirarse de Santo
Domingo, pero venciendo la insurrección.
Otros afirmaban que la anexión en sí misma había sido un grave error
político del gobierno: Tenemos pues que por cualquiera parte por donde mirada
se la Anexión de la ex república dominicana, hay motivo y causas sobradas para
calificarla de malhadada para España…[xiv]
España había sufrido una gran derrota
política. Las fuerzas rebeldes habían
derrocado al poderoso ejército español.
Los soldados españoles habían sufrido también una derrota moral. El 28 de mayo de 1865 llegó la orden de
evacuación. El General La Gándara
procedió al abandono de la isla, empezando por Azua y Baní, para luego seguir
por Puerto Plata, Montecristi y así sucesivamente hasta llegar a la capital. El 6 de junio el General español celebró en
las cercanías de Santo Domingo una
reunión para llegar un acuerdo con el Presidente Pimentel para canjear
prisioneros, pero no pudieron culminarlos.
Las hostilidades siguieron.
Finalmente el 11 de julio las tropas españolas abandonaron Santo
Domingo, pero el estado de guerra siguió hasta que fueron entregados doscientos
prisioneros españoles a fines de agosto.
Había terminado un episodio en la historia española y dominicana. Como dicen los colegas españoles:
La historia de las expediciones españolas de prestigio de los años
sesenta del siglo XIX resulta decepcionante y, en su conjunto, negativa. En ese contexto, es preciso distinguir entre
la política de engrandecimiento, que persigue el logro de las aspiraciones
nacionales más altas con firmeza y prudencia, y la política de aventuras
estériles y desastrosas, que animada exclusiva o principalmente por el interés
de partido, solo procura al país descalabros y sufrimientos. La intervención frustrada en Santo Domingo
respondió a ese segundo modelo, ya que demostró la falta de viabilidad del
proceso histórico reanexionista, y aceleró la crisis de los regímenes
colonialistas y esclavistas establecidos por España en Cuba y Puerto Rico…
La anexión subsiguiente Guerra de
Restauración marcaron profundamente el devenir nacional de los dos
pueblos. La experiencia de 1861-1865
produjo una escisión duradera de la identidad nacional dominicana, que, sin
embargo, salió fortalecida de su reválida armada de independencia contra la
vieja metrópoli. Pero la guerra contra
España fue también una contienda civil…ya que los anti anexionistas hubieron de
librar batalla frente a importantes contingentes de dominicanos leales a España
por razones de ideología, religión o parentesco. Con todo, el problema de la salvaguardia de
la soberanía dominicana quedó planteado hasta bien entrado el siglo XIX. La República Dominicana volvió a caer bajo la
influencia de los Estados Unidos, con los cuales firmaron un tratado de
comercio en 1868. Hubo incluso un
proyecto de anexión vetado por el Senado de Estados Unidos…. Para España, el
desastre fue tanto económico, con 392 millones de reales en gastos, como
humano, con 16,000 bajas. Los gastos de
esta política pasaron factura a la economía española a partir de 1864-1868. La
guerra en Santo Domingo incidió de forma significativa en la crisis del sistema
político isabelino, que se agudizó desde 1865 hasta desembocar en la caída de
Isabel II y la apertura democrática del sexenio de 1868-1874.[xv]
Se había ganado, a fuerza de coraje, sudor,
sangre y heroísmo un peldaño en nuestro largo camino por la libertad. Una vez más el grupo de los liberales había
apostado a la independencia pura y simple.
Ganaron la batalla más importante de la liberación. Los años posteriores a la Restauración de la
República, significarían nuevas pruebas del arrojo y las convicciones para
enfrentar, también con sangre, sudor, heroísmo y lágrimas nuevos intentos
conservadores por pisotear la soberanía.
El
triunfo de la Restauración y la vuelta al conservadurismo
De nuevo los liberales iniciaron de manera
valiente un enfrentamiento abierto y directo con el poder dominador. En febrero de 1844 sacaron a los haitianos
del territorio dominicano. En agosto de
1863 comenzaron un largo, duro y sangriento enfrentamiento con el muy
organizado ejército español. Pero al triunfar
la Guerra de Restauración, el poder político quedó en manos de Buenaventura
Báez. Pedro Santana fracasó en su intento y fue enviado al más cruel de los
olvidos.
En 1868 Buenaventura Báez inauguró el período
que se llamó “El Gobierno de los Seis Años”.
Su mayor esfuerzo fue hacer realidad el proyecto conservador de anexar
la parte este de la isla a una nación imperial.
En 1844 había fracasado con Francia.
Por esta razón, decidió aliarse con el nuevo imperio Estados
Unidos. El Presidente norteamericano
Ulises Grant apoyó el proyecto baecista, quizás porque haría realidad la
vocación imperial de la nación norteña. En 1869 ambos presidentes hicieron lo
indecible por lograr que los congresos apoyaran el proyecto de Anexión de la
República Dominicana a los Estados Unidos. Reveses de toda índole tanto en
Estados Unidos como en el país impidieron materializarlo. De parte de la nueva nación imperial el propio
Congreso Norteamericano rechazó la propuesta. Y en la República Dominicana los
liberales se aliaron a otros liberales en Haití, Cuba y Puerto Rico para
enfrentar abiertamente el proyecto. El
resultado fue la firma de un Contrato de Arrendamiento por 100 años de la
Península y Bahía de Samaná. La bandera
norteamericana ondeó en esa parte del territorio dominicano hasta 1874, cuando
Buenaventura Báez fue derrocado por Ignacio María González. El nuevo caudillo,
liberal de nuevo cuño por conveniencia personal, rescindió el contrato y obligó
a los norteamericanos a salir del territorio nacional.
Desde
1874 el proyecto de anexión, el sueño de los conservadores dominicanos, no
volvió a aparecer como anexión. La
dominación imperial siguió imperando pero bajo nuevas modalidades: control
financiero y control del mercado de los principales productos de exportación. De todas maneras, la aspiración liberal pudo
materializarse: República Dominicana fue una nación libre e independiente, pero
solo por unos años, pues en 1916 el Imperio Norteamericano ocupó el territorio
hasta 1924.
[ii] Cf. Juan Daniel
Balcácer y Manuel A. García, La Independencia Dominicana , Madrid, Colecciones
MAPFRE, 1492,1992.
[iv] Cf. Mu-Kien Adriana Sang, Una utopía inconclusa.
Espaillat y el liberalismo dominicano del siglo XIX, Santo Domingo, Ediciones
INTEC, 1997.
[v] Fernando Pérez Memén, El Pensamiento Dominicano en la Primera República
(1844-1861), Santo Domingo, Secretaría de Estado de Educación, 1995, pp. 10 y
11.
[vii] Emilio Rodríguez Demorizi, Documentos para la historia
de la República
Dominicana , Santiago, Editorial El Diario, 1947, p. 153.
[x] Cf. Véase Diómedes Núñez Polanco, Anexionismo y
Resistencia, Santo Domingo, Punto Creativo, 1997.
[xii] Eduardo González Calleja y Antonio Fontecha Pedraza,
“Una cuestión de honor”, Santo Domingo, Fundación García Arévalo, p. 159.
Muy interesante su articulo sobre el desarrollo de nuestra independencia , como Maestrante de Diplomacía y Derecho Internacional me ha sido útil para enriquecer mis conocimientos educativos .
ResponderEliminarAhora fue que vi el comentario. Soy una aprendiz de cibernetica, Gracias por el comentario,
EliminarExcelente, me encanto
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