viernes, 8 de marzo de 2013

Liderazgo


DISCURSO DE MU-KIEN ADRIANA SANG

En nombre de todos los  galardonados

Noviembre del 2010

Santiago, República Dominicana

 

Amigos galardonados

Autoridades del Instituto Leonardo Da Vinci

Padres y madres de los jóvenes que han optado por educarse en este Centro Educativo

Público en general

Damas y caballeros

Buenos días

 

Agradezco profundamente la distinción y oportunidad que me ha brindado mi querida amiga Frida Pichardo de Villamil no sólo por distinguirme, sino por solicitarme hablar en nombre de los galardonados.  Un grupo tan diverso como talentoso.  Como maestra que soy, me siento feliz de estar aquí, en un centro de enseñanza. Al ver a los jóvenes, pienso que he sido maestra durante toda mi vida, y siento que por esta simple opción de vida he colaborad, desde mi propio espacio, en la formación de ustedes. Hoy más que nunca siento el orgullo de ser maestra, y sobre todo, de haber hecho la opción de vida por la educación, de defender con profunda convicción, que es la educación el único y más firme camino hacia el verdadero desarrollo económico, social y cultural. Y me siento feliz de ser testigo activo de este momento tan especial.

 

¿Qué puedo decirles hoy en medio de tantas ansiedades, tantas angustias y tantas alegrías juntas en un maravilloso estado de expectación? Frida me ha puesto en una tarea muy difícil.  Soy una fiel seguidora de la música de Juan Luis Guerra. Amo su poesía y su talento musical.   Conozco de la existencia de Freddy Ginebra desde que hace más de 40 años se inventó un programa Viva la Gente; y yo, desde esta ciudad que me vio nacer, era una seguidora del espacio sabatino.  Con el tiempo he tenido el placer de conocerlo, y admirarlo aún mucho más.  Marcos Díaz es para mí el símbolo de la firmeza, arrojo y sueño que debe poseer la juventud.  No lo conocía personalmente, pero soy una de sus grandes admiradoras.  Es una inspiración para los jóvenes, con sus acciones grita a los cuatro vientos ¡Sí, se puede!   Tenemos con nosotros a Francisco Domínguez Brito, abogado de formación, que escogió el camino de la política. Y durante las diferentes posiciones que ha alcanzado, ha podido demostrar que se puede estar en el ejercicio del poder sin mancharse. Càndido Bidò, ejemplo de sencillez, amante del arte y gran artista que ha trascendido los mares, pero sin olvidar su tierra, su Bonao natal.   Y es un honor hablar en nombre de una mujer que nos enorgullece,   

Aura Celeste Fernàndez, por ser valiente, honesta y decidida de decir lo que tiene que decir.   Hablar en nombre de un poeta del lente, como lo es Domingo Batista, no solo es un honor sino un gran privilegio, a través de sus imágenes ha sido capaz de elevar su voz de protesta en contra de las injusticias sociales, de los que no tienen nombre.  Y finalmente me ha tocado expresarme en nombre de Carlos Fondeur, un emprendedor nato que si bien ha orientado su vida a los negocios, ha sido capaz de combinarlo con el servicio social.

 

Para mí es un halago hablar en nombre des este grupo de valiosos hombres y mujeres. Y pienso que a pesar de la diversidad que existe entre nosotros, hay muchas similitudes.  Todos buscamos cumplir con nuestros sueños. Cada uno de nosotros tuvo que sortear toda suerte de adversidades, obstáculos y desconfianza.  Y cada uno de nosotros ha tenido que trabajar duro, muy duro para llegar hasta aquí. Pero, y es lo más importante, hemos llegado sin haber tenido que empeñar nuestras almas, ni nuestros cuerpos, ni nuestros sueños Cuando Marcos Días decidió unir simbólicamente a los continentes para llamar la atención sobre el cumplimiento de las metas del milenio, que dicho  sea de paso ya nuestras autoridades confesaron que no los alcanzaremos, tuvo que entrenar duro. Tuvo que nadar en aguas frías, en contra de corrientes. Tuvo que sobreponerse al cansancio.  Cuando Juan Luis Guerra triunfa con un disco o una canción, nadie observa que detrás de cada canción, de cada letra, hay trabajo, dudas, desilusiones y presiones.  ¿Saben por qué? Porque el éxito, como leí una vez, se deletrea como P-E-R-S-E-V-E-R-A-N-C-I- A: PERSEVERANCIA. El éxito viene después del trabajo duro, de la tenacidad y del  espíritu indomable que no cede ante nadie ni ante las adversidades.  Porque el que triunfa asume que los obstáculos son tropiezos a superar.

 

¿Qué es el éxito? Me pregunto ahora.  Yo tengo mis dudas.  Existen seres “exitosos” que han logrado su promoción social gracias al usufructo inadecuado del poder y a la adquisición de bienes a través del mal uso de sus prerrogativas.  Nuestro país está lleno de “turpenes”, como bien ha destacado el gran filósofo “Boquechivo” en su columna diaria de Diario Libre, cuyo único mérito es haber estado en el lugar apropiado y haber sido nombrado en determinadas posiciones en el Estado, y haber hecho dinero sobre la base del dolo.

 

¿Qué es el éxito?  Nuestro país está lleno de Yuleydis, la mujer fácil que se asocia a los turpenes.  Ahora mismo hay una llamada Sobeyda, que su éxito es tener una cartera de Louis Vuton que cuesta miles y miles de pesos.  Esas mujeres, las Yuleidys, la caricatura del Diario Libre y las Sobeyda, la caricatura de nosotras las mujeres, han vivido muy bien  utilizando sus atributos físicos, mujeres que son capaces de venderse para obtener posición económica y social.  Esas mujeres no son parte de nosotras, ni de mi grupo. Aura Celeste y yo, las dos mujeres que hemos sido objeto de este homenaje, hemos luchado toda la vida por abrirnos un espacio gracias a nuestra capacidad y al trabajo duro.  No queremos, no necesitamos, ni hemos buscado nunca un bien que no  me nos hayamos ganado.  Esas no-mujeres, porque no alcanzan, no pueden alcanzar nuestra categoría, han obtenido el éxito y la fama de pacotilla; por medios non santos.  Ellas representan los peores valores de la sociedad.

 

¿Qué es el éxito?  Obtener y poseer los bienes que apetezco aunque para hacerlo tenga que robar, vender drogas y matar?  Esos hombres y mujeres que hacen alardes de bienes valen justamente lo opuesto a lo que exhiben.

 

Y digo todo esto porque valoro enormemente este acto, porque debemos darle a la juventud la oportunidad de forjar sus sueños, pero siempre amparados del bien común y del respeto a la vida humana. Unos sueños que solo pueden alcanzarse con el trabajo duro y tesonero. Confieso que hurgué por doquier para organizar este discurso. Busqué respuestas a estas preguntas. Y en el proceso recordé una linda historia que leí hace unos meses, y me ha inspirado mucho en estos últimos días:

 

Érase una vez un escultor que trabajaba con un martillo y un cincel un gran bloque de mármol.  Un niño que estaba mirándole no veía más que trozos de mármol pequeños y grandes cayendo de derecha e izquierda.  No tenía ni idea de lo que estaba ocurriendo. Pero cuando el niño volvió al estudio unas semanas después, se encontró con la sorpresa de un  imponente y enorme león sentado en el lugar en que había estado el bloque de mármol.  Con gran excitación, el niño corrió hacia el escultor y le dijo: “Por favor, dígame cómo sabía usted que había un león dentro del mármol”[1]

 

La pregunta del niño es quizás la más importante. ¿Cuál sería esta la respuesta a esta pregunta aparentemente ingenua de ese curioso niño? Cuenta la historia que el escultor le respondió con profunda paz: “Yo sabía que había un león dentro del mármol porque antes de verlo ahí, lo había visto en mi corazón.  El secreto consiste en que fue el león de mi corazón el que reconoció al león del mármol”. Pero ¿qué significa esto? Que para  esculpir nuestras propias vidas necesitamos ante todo, ver lo que deseamos hacer; significa que debemos soñar. Pero los sueños nunca serán posibles si no trabajamos, si no recurrimos a la disciplina para hacer visible lo que hemos visto en nuestros propios corazones. [2]     Significa pues que debemos  imaginar una y otra vez para saber lo que deseamos hacer en nuestras vidas. Pero necesitamos trabajar, duro, como lo hacía el escultor, para hacer realidad nuestros sueños. 

 

Pero esos sueños y esperanzas deben concebirse y materializarse en el mundo real, en el aquí y el ahora. Soñar lo que queremos formando parte de una sociedad caracterizada por la banalidad, donde la apariencia es lo esencial, en la cual lo que poseo es mucho más importante que lo que soy.  Se han cambiado los verbos y las prioridades. TENER es más importante que SER. Soñar es una acción individual y egoísta. Lo colectivo es visto como un pecado, como una ridícula realidad del pasado. Nuestra sociedad ha privilegiado la superficialidad, arrinconando las reflexiones profundas del SER y el de VIVIR. Una sociedad que ha olvidado el proyecto colectivo, para vanagloriar las hazañas personales.

 

¿Qué decirle a los jóvenes que se abren camino en sus vidas? ¿Qué busquen el triunfo individual a toda costa sin importar a quien pisotear, a quien calumniar, a quien vituperar?  ¿Qué aconsejar a los jóvenes cuando nosotros los adultos les hemos enseñado a olvidarse de la norma porque hay que llegar a toda costa? ¿Qué exigirle a los jóvenes si nosotros los adultos no somos capaces de dar el ejemplo, más aún, que hemos sido contra ejemplos? ¿Qué exigir si somos pasivos y tolerantes de la corrupción, la grande y la pequeña? ¿Qué decirles a los jóvenes si nosotros los adultos no le hemos enseñado a respetar la ley?  ¿Qué decirle a los jóvenes si hemos construido esa realidad que ellos heredaron? Muchas preguntas más, estoy segura, han surgido en las mentes de todos ustedes; especialmente en este período pre electoral, en el cual se han multiplicado por mil las promesas que a todas luces nunca podrán ser cumplidas. En un período en el cual se evidencia con creces el uso abusivo de recursos privados y estatales en las campañas proselitistas. En definitiva estamos hablando de la necesidad de rescatar la ética y la moral, en una sociedad que la pisotea inmisericordemente..

 

He defendido otras veces que la vida ofrece muchas alternativas para que la gente haga productivos sus días.  Unos nacieron con la habilidad de trabajar con las manos, otros con las palabras.  En mi caso particular elegí el camino de las palabras.  La utilizo para conversar con mis alumnos en las aulas universitarias y trabajar con ellos en el redescubrimiento de su propia historia.  ¿A dónde llegarán estas palabras que les pronuncio en esta mañana?    Pero como maestra que soy y he sido siempre, apuesto a la esperanza, sigo confiando en la juventud y en el futuro, aunque a veces las lágrimas de frustración, al constatar cuán está podrida esta sociedad, me impidan ver con claridad el horizonte.

 

Creo que ha llegado el momento de ASUMIR una postura distinta ante la vida.  Tenemos el reto de ser portavoces de una Buena Nueva: ser ejemplo del contravalor del SER, de la ETICA como norma de vida, de la crítica constructiva contra aquellos que se burlan y nos acusan por abogar por la utopía y las ideas ilusas. Finalizo estas palabras con otra hermosa historia que estoy segura, nos hará pensar. La conseguí a través de una amiga querida. Se llama “Pesca para toda una vida”.

 

Tenía once anos e iba a pescar cada vez que podía, desde el muelle de la cabaña de su familia ubicada en una isla en medio de un lago… Un día antes de que se abriera la temporada del róbalo, él y su padre fueron a pescar al caer la noche, atrapando molas y perchas con gusanos.  Luego puso una pequeña mosca plateada y practicó el lanzamiento. El anzuelo golpeaba el agua hacia pequeñas olas de colores bajo el sol del crepúsculo, luego olitas plateadas cuando la luna se elevó sobre el lago. Cuando su canda se dobló, supo que había algo enorme en el otro extremo.  El padre observaba con admiración cómo el niño se arrastraba con habilidad al pez a lo largo del muelle. Por fin, rápidamente levantó del agua al agotado pez.  Era el más grande que jamás había   visto, pero era un róbalo. El niño y su padre miraron el hermoso pez, con las agallas moviéndose a la luz de la luna.  El padre encendió un fósforo y miró su reloj. y miró su reloj. Eran las 10 de la noche, dos horas antes de que se abriera la temporada. Miró al pez y luego al niño. 

-Tendrás que devolverlo, hijo, dijo.

-¡Papá! Gritó el chico

-Habrá otros peces, dijo su padre

-No tan grandes como este, gritó el chico.

Miró el lago. No se veía ningún pescador ni botes bajo la luna. Volvió a mirar a su padre. Aunque nadie los había visto, ni nadie podía saber a qué hora había pescado el pez, el chico advirtió por la firmeza de su padre que la decisión no era negociable.  Lentamente sacó el anzuelo de la boca del enorme róbalo y lo devolvió a las negras aguas.  El pez movió su poderoso cuerpo y desapareció. El niño sospechaba que nunca volvería a ver un pez tan grande.  Eso ocurrió hace treinta y cuatro anos. En la actualidad el niño es un exitoso arquitecto… La cabaña de su padre está siempre lista en la mitad del lago. Lleva a su propio hijo y a sus hijas a pescar desde el mismo muelle. Y tenía razón. Nunca volvió a pescar un pez tan magnífico como el que atrapó esa noche de tantos anos atrás. Pero ve ese mismo pez cada vez que se enfrenta al tema de la ética. Pues, como su padre, se lo enseño, la ética es un simple asunto de bien o mal. Solo la práctica de la ética es lo difícil.

 

¡Qué enseñanza tan hermosa!  ¡Cuánto podemos aprender de las cosas sencillas!

 

En nombre de los galardonados, quisiera decirle a los jóvenes  que pronto van a asumir una responsabilidad en la sociedad que los vio crecer,  tienen la honrosa y gran tarea de seguir sus sueños, pero con el compromiso de transformar la sociedad que heredaron.  A partir de ahora encontraran muchos róbalos, que les colocarán en el eterno dilema ético entre el bien y el mal, entre lo correcto y lo incorrecto. Ustedes y solo ustedes harán la gran diferencia. Nosotros, los  adultos que estamos aquí y que tengo la honrosa tarea de hablar en sus nombres, seguiremos transitando el sendero de la vida, sin la preocupación de qué vamos a ser mañana. Nos preocupa que los jóvenes puedan sacar del trozo de mármol de sus vidas los leones que sus corazones soñaron.  Compañeros maestros del Da Vinci, que hemos asumido la hermosa tarea de educar,  ayudemos a que nuestros jóvenes encuentren el silencio para definir sus propios sueños, para que puedan escuchar el sonido del primer campanazo, ellos se encargarán del resto..

 

Muchas Gracias



[1] Henri J.M. Nouwen, Dirección espiritual. Sabiduría para la larga andadura de la fe, Santander, Espana, Editorial Sal Térrea, 2007.
[2] Ibidem.

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