viernes, 8 de marzo de 2013

Prologo a la novela de Osorio de Federico Jovine Bermudez


PALABRAS DE PRESENTACION

DE LA OBRA “OSORIO”

AUTORIA DE FEDERICO JOVINE BERMUDEZ

POR MU-KIEN ADRIANA SANG

11 DE AGOSTO DE 2010

 

Buenas noches

 

Agradezco sobremanera la distinción que me ha hecho el gran poeta Federico Jovine Bermúdez, quizás lo hizo por mis lazos de cariño y amistad con su hijo mayor.  En medio de mis avatares cotidianos, me vi en la obligación de decirle que sí.  Tuve muchas dudas en aceptar la solicitud.  Aunque soy una lectora apasionada de novela y poesía, lo hago por disfruete del alma, como desahogo a las lecturas obligadas de mis funciones académicas o a los documentos y libros que debo consultar en mis investigaciones históricas.  No soy una especialista en literatura, sino una usuaria. No soy crítica literaria, sino que construyo mi propio criterio sobre las obras que caen a mis manos, a partir de mis preferencias, gustos o intereses. 

 

A toda esta situación se le añade el hecho de cómo historiadora no me ha interesado nunca la historia colonial.  Mis 25 años como historiadora los he dedicado, primero al siglo XIX por unos 15 años y llevo unos 10 años trabajando el siglo XX.  Esta opción de investigación la hice quizás embuida por las corrientes intelectuales del inicio de los 80.  En ese momento era menester entender el surgimiento del capitalismo, porque era casi el camino obligado para definir el futuro socialismo dominicano.  Era la época de las grandes discusiones sobre si en RD el capitalismo fue dominante a finales del siglo XIX.  Yo quería averiguarlo, y por eso inicié en el mundo de la historia con la biografía de Ulises Heureaux.  Por circunstancias, preferencias personales, seguí trabajando culminando mi siglo XIX con tres biografías políticas; además de la de Lilís, trabajé con Báez y Ulises Francisco Espaillat.  Después le siguieron otros libros más, pero sobre el siglo XX.  Y desde entonces, la historia colonial de los siglos XV, XVI y XII quedó como objeto de estudio de otros historiadores, aquellos que prefieren trabajar arduamente con el español antiguo y, muy especialmente, en los archivos de Sevilla, cuna de los rastros escritos de la colonización española.  Por tanto, estas palabras de presentación serán dichas con la inocencia del ignorante y la pasión de una amante de la buena escritura.

 

La obra Osorio de Federico Jovine Bermúdez se desarrolla durante el proceso de las Devastaciones ejecutadas por Osorio.  En sus 207 páginas y 29 pequeños capítulos, se puede evidenciar el drama que vivieron los habitantes de la colonia primero a la espera de las decisiones de la Corona y luego, el trauma del abandono de las tierras y el largo viaje de peregrinación forzosa, y la consecuente secuela de miseria y desesperación.

 

El capítulo I inicia con una hermosa y poética descripción de la llegada de los españoles.  Nótese que ni Federico ni yo hablamos de “descubrimiento”.  Cito:  sorprendidos con la súbita aparición del desconocido universo cuyos amplios territorios e infinitas biodiversidades pasaron de inmediato a ser denominados como el Nuevo Mundo, los expectantes testigos de aquel momento mágico comenzaron a poblar con el barro de las sentinas más íntimas de España, los sueños y las ansias de la marinería y de la gente a pie con las cuales aquel reino exhausto después de despojarlas de los rostros conocidos, de los nombres comunes y de las claves de acceso a cualquier otra noción del pensamiento, habría de conformar la abigarrada tropa que sería enviada hacia aquellas regiones a iniciar la marcha por los ascendentes caminos de la historia en aras de hacer cumplir los propósitos que le hicieron abalanzar sobre las islas y la llamada Tierra Firme, como ávidos hierofantes del mito y de las sombras.” (p. 11)

 

Los capítulos siguientes nos retratan la vida de miseria y de abandono de la colonia española en esta isla en el corazón del Caribe.  El situado era la esperanza para resurgir de la inacción, la inanición y la muerte:  Francisco, -dijo Caridad Sánchez mientrabas avibaba el fuego del anafe-, tengo el pálpito que esta semana se conocerá lo del Situado, porque estoy sintiendo grandes presiones, y tu sabes que cuando eso me ocurre es algo porque algo está a punto de materializarse.

 

La esperanza del Situado, de una mejoría no llegaba. Y los criollos, cansados de su situación, se desesperaban y maldecían el día de su llegada a estas tierras:  Los hombres y las mujeres que sobrevivían al interior de las viejas mansiones estaban poseídos del degradante y oleoso desaliento que se había abalanzado sobre ellos a causa de que los ajuares traídos desde España habían comenzado a destruirse al no aceptar más reparaciones…. ¡No te preocupes así Maritirio! Tú sabes que a mí también me duele haber creído que llegábamos a un lugar donde el Señor habría de multiplicarnos los bienes, pero es claro que los ojos de Dios nunca han mirado hacia estos derroteros. Eso explicará por qué tanta gente fracasa acude a las iglesias por la noche a ver si El les confiere valor para el regreso… (Página 35 y 36)

 

Y como sabemos en la historia colonial, los piratas ingleses y franceses irrumpieron en el Caribe.  Ante la evidente debilidad de España y su incapacidad de proteger el territorio de la colonia, las incursiones de las potencias se hacían cada vez más grandes y frecuentes.  La tierra grande era atractiva.  Comenzaron a circular las biblias protestantes, hecho que fue la exusa legal de la Corona de España para asumir la fatal, errónea y temible política de las despoblaciones. Sin ser historiador, Federico describe los hechos, con maestría:

Los hombres y mujeres de la ciudad sintieron el repiqueteo de las campanas echadas al vuelo en señal del júbilo experimentado por la Iglesia Católica, con la respetuosa y leal acogida brindada por el Gobernador Don Antonio Osorio al Almirante Don Francisco Largacha y Molina, quien ostentando la elevada representación de Su Majestad, se apersonó por ante la ciudad de Santo Domingo ungido de un aire solemne y aplastante con el propósito de impartirle instrucciones al gobernador cuya presencia fue requerida a bordo de la Fragata España, para trazarle las políticas con las cuales a partir de ese instante se pondría coto al descarnado comercio de las biblias protestantes, así como a los elementos e insumos contrabandeados por la hez y la morralla de los colonos establecidos en las tierras conocidas como “La Banda Norte” de común acuerdo con los ingleses, franceses y holandeses, que bajo el eufemístico nombre de “hermanos de la costa” se dieron a desplazar a los colonos españoles y criollos aposentados en aquellas lejanías, apropíandose de las fincas abandonadas de las cuales dispusieron luego de haber desbordado el control militar y religioso que emanaba de la capital de la colonia, lo que había permitido que la Banda Norte se convirtiera en una especie de zona de libre permisividad tanto para las prácticas de sus religiones aberrantes, como para el peligroso y desestabilizador comercio….(página 41)

 

Era evidente, como bien apunta Federico en su novela, que la política de la Corona había fracasado al no haber logrado frenar los desafueros cometidos por aquellos que provenientes de Inglaterra, Frnacia y Holanda, habían asumido el control del contrabando en las vastas zonas…. Las cuales habían sido condenadas a ser depobladas….  (página 42)

 

Lo interesante del libro es que Federico se imagina la reacción de la gente. ¿Estaban de acuerdo con las medidas de la Corona? ¡No! Por supuesto.  ¡No, hombre, no! Bramó entrecortadamente Don Rolando Peñalver-. Usted sabe que un plan tan absurdo como este, en vez de pasar a beneficiarnos lo único que logrará será multiplicar el daño causado a nuestro Colonia por el total abandono de nuestro sistema productivo, porque es bien sabido que dese que nuestras fuerzas económicas comenzaron a languidecer, España nos dio la espalda prefiriendo invertir en colonias que…son más ricas que la nuestra….Porque todos conocemos… que el bienestar exteriorizado por España comenzó en esta tierra… Y todo esto fue aventado a los aires por unas autoridades que se han acostumbrado a tratarnos de espaldas a nuestro amado monarca, haciéndonos padecer una miseria tan espantosa que nos hace asistir semidesnudos a las iglesias a encomendarnos al Señor…. (página 46)

 

Y comenzó el largo periplo del exilio impuesto.  Los preparativos evidenciaron los oscuros intereses de las autoridades, especialmente de Osorio; las contradicciones entre la jerarquía eclesiástica y los representantes del Rey.  La resistencia de la población era clara.  Hubo que apostar a la fuerza para que la caminata indolente y forzosa pudiera materializarse: Los colonos…. Fueron arreados como bestias por delante de la tropa a través de los senderos abiertos por la erosión en el duro costillar de la montaña. Hombres y mujeres, jóvenes y niños de ambos sexos fueron conminados a avanzar descalzos o con los pies envueltos en retazos con los cuales tataban de evitar el golpeo y las ralladudras ocasionadas por las rocas en las desnudas extremidades jamás sometidas a tales rigores.  Así avanzaban espoleados por el chasquido de los látigos y por apremio de voces crueles siguiendo las huellas del ganado que era pastoreado por los escasos negros que permanecieron en poder de la tropa al iniciar el camino hacia las nuevas tierras a las cuales llevaban algunos animales de corral que habían podido salvar en las escasas horas que les fueran concedidas para preparar el abandono de sus fundos. Una vez producida la recolección de los bienes que podían ser transportados en la tormentosa diáspora a que fueron sometidos, sus viviendas fueron destruidas con la tea incendiaria desapareciendo el viejo universo referencial que los unía, como de igual modo desapareció el ganado esparcido entre las sabanas y los montes…. Fue a partir de ese momento que las ciudades señaladas como culpables de mantener la convivencia con los cultores del protestantismo, fueron arrasadas som que quedara piedra sobre piedra y sin que ninguno de sus muros permanecieran como tampoco permanecerían ni las calles que comenzaban a ser abiertas a golpe de cincel…  Era evidente que se había hecho muy difícil saber hacia dónde se dirigía la marcha de los estupefactos colonos poque nadie les había explicado en qué lugar se encontraba la tierra prometida…(Página 159, 160 y 161)

 

Llegaron al infierno. La tierra prometida nunca hizo su aparición.  Muchos murieron en el camino, otros sobrevieron porque tenían mejores condiciones, otros, los fuertes siguieron con vida a duras penas.  ¡No, Antonio Bastidas! –musitó quedamente Hernando de Montoro-, yo no he sobrevivido porque yo también hube de enfrentarme a la muerte cuando en aquella campaña asesina nos rompieron el alma. Y si pude escapar fue porque siempre andaba montado en una buena bestia en la cual salí al galope… (página 206)

 

Pero lo más hermoso del libro es el final. Y lo cito porque siento que yo las hubiese escrito igual:  Después no hubo ni narrador ni desmemorias queimpusieron el olvido de su nombre porque los hechos ocurridos a partir de la palabra son grabados en la conciencia de los pueblos como el fluir de un río interminable que nos hace entender que toda obra creada por el hombre posee voz, aliento, dimensiones y cuerpo… Mas, es bueno que los hombres y mujeres que aún pueblan esta tierra como lejanos descendientes de aquellos que sobrevivieron a la azarosa realidad de la muerte… porque todo ocurrió bajo el signo de un tiempo que marcó con su impronta la historia de una isla golpeada e irredenta que alguna vez habrá de proyectar su memoria más allá de las sombras, lúcida y altiva cuál un ave de fuego… (Página 209)

 

Así termina la obra Osorio.  Como historiadora sentí que leía una historia novelada. Me interesaron más las narracaiones de los hechos que los personajes mencionados.  Ellos fueron para mí la cara humana de una tragedia histórica, el testimonio desgarrador de las secuelas de la peor medida política asumida por España.  Pero si le gusta la historia, el morbo de los personajes, los conflictos entre partes y entre grupos, la narración de epísodios de sexo desgarrador y violento, los enfrentamientos verbales, también lo van a encontrar. Es, pues, un libro para todo tipo de lector.

 

Me apasionó la hermosura de la narración.  La excelente descripción de cómo pudieron haber sido los procesos.  Me fascinó el juicio crítico a Osorio, uno de los personajes más negativos de nuestra historia.  La ambición que tenía este Gobernador corrupto que sólo transcendió a la posteridad por haber sido el cruel, asesino, ambicioso y manipulador que puso en ejecución una decisión desastroza.

 

Invito a su lectura.  Disdruté con cada una de sus páginas.  Creo que es una lección de historia escrita en poesía.  Pero es también una invitación a la reflexión profunda sobre nuestra herencia histórica, sobre las secuelas de la conquista y sobre las rivalidades inter imperiales.  Una evidencia de que desde el siglo XV hemos estado a merced de los intereses de las potencias de turno. Felicidades.

 

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