PALABRAS DE PRESENTACION
DE LA OBRA “OSORIO”
AUTORIA DE FEDERICO JOVINE BERMUDEZ
POR MU-KIEN ADRIANA SANG
11 DE AGOSTO DE 2010
Buenas
noches
Agradezco sobremanera la distinción que me ha hecho el
gran poeta Federico Jovine Bermúdez, quizás lo hizo por mis lazos de cariño y
amistad con su hijo mayor. En medio de
mis avatares cotidianos, me vi en la obligación de decirle que sí. Tuve muchas dudas en aceptar la solicitud. Aunque soy una lectora apasionada de novela y
poesía, lo hago por disfruete del alma, como desahogo a las lecturas obligadas
de mis funciones académicas o a los documentos y libros que debo consultar en
mis investigaciones históricas. No soy
una especialista en literatura, sino una usuaria. No soy crítica literaria,
sino que construyo mi propio criterio sobre las obras que caen a mis manos, a
partir de mis preferencias, gustos o intereses.
A toda esta situación se le añade el hecho de cómo
historiadora no me ha interesado nunca la historia colonial. Mis 25 años como historiadora los he
dedicado, primero al siglo XIX por unos 15 años y llevo unos 10 años trabajando
el siglo XX. Esta opción de
investigación la hice quizás embuida por las corrientes intelectuales del
inicio de los 80. En ese momento era
menester entender el surgimiento del capitalismo, porque era casi el camino
obligado para definir el futuro socialismo dominicano. Era la época de las grandes discusiones sobre
si en RD el capitalismo fue dominante a finales del siglo XIX. Yo quería averiguarlo, y por eso inicié en el
mundo de la historia con la biografía de Ulises Heureaux. Por circunstancias, preferencias personales,
seguí trabajando culminando mi siglo XIX con tres biografías políticas; además
de la de Lilís, trabajé con Báez y Ulises Francisco Espaillat. Después le siguieron otros libros más, pero
sobre el siglo XX. Y desde entonces, la
historia colonial de los siglos XV, XVI y XII quedó como objeto de estudio de
otros historiadores, aquellos que prefieren trabajar arduamente con el español
antiguo y, muy especialmente, en los archivos de Sevilla, cuna de los rastros
escritos de la colonización española.
Por tanto, estas palabras de presentación serán dichas con la inocencia
del ignorante y la pasión de una amante de la buena escritura.
La obra Osorio de Federico Jovine Bermúdez se
desarrolla durante el proceso de las Devastaciones ejecutadas por Osorio. En sus 207 páginas y 29 pequeños capítulos,
se puede evidenciar el drama que vivieron los habitantes de la colonia primero
a la espera de las decisiones de la Corona y luego, el trauma del abandono de
las tierras y el largo viaje de peregrinación forzosa, y la consecuente secuela
de miseria y desesperación.
El capítulo I inicia con una hermosa y poética
descripción de la llegada de los españoles.
Nótese que ni Federico ni yo hablamos de “descubrimiento”. Cito: sorprendidos con la súbita aparición del
desconocido universo cuyos amplios territorios e infinitas biodiversidades
pasaron de inmediato a ser denominados como el Nuevo Mundo, los expectantes
testigos de aquel momento mágico comenzaron a poblar con el barro de las
sentinas más íntimas de España, los sueños y las ansias de la marinería y de la
gente a pie con las cuales aquel reino exhausto después de despojarlas de los
rostros conocidos, de los nombres comunes y de las claves de acceso a cualquier
otra noción del pensamiento, habría de conformar la abigarrada tropa que sería
enviada hacia aquellas regiones a iniciar la marcha por los ascendentes caminos
de la historia en aras de hacer cumplir los propósitos que le hicieron
abalanzar sobre las islas y la llamada Tierra Firme, como ávidos hierofantes
del mito y de las sombras.” (p. 11)
Los capítulos siguientes nos retratan la vida de
miseria y de abandono de la colonia española en esta isla en el corazón del Caribe. El situado era la esperanza para resurgir de
la inacción, la inanición y la muerte: Francisco, -dijo Caridad Sánchez mientrabas
avibaba el fuego del anafe-, tengo el pálpito que esta semana se conocerá lo
del Situado, porque estoy sintiendo grandes presiones, y tu sabes que cuando
eso me ocurre es algo porque algo está a punto de materializarse.
La esperanza del Situado, de una mejoría no llegaba. Y
los criollos, cansados de su situación, se desesperaban y maldecían el día de
su llegada a estas tierras: Los hombres y las mujeres que sobrevivían al
interior de las viejas mansiones estaban poseídos del degradante y oleoso
desaliento que se había abalanzado sobre ellos a causa de que los ajuares
traídos desde España habían comenzado a destruirse al no aceptar más
reparaciones…. ¡No te preocupes así Maritirio! Tú sabes que a mí también me
duele haber creído que llegábamos a un lugar donde el Señor habría de
multiplicarnos los bienes, pero es claro que los ojos de Dios nunca han mirado
hacia estos derroteros. Eso explicará por qué tanta gente fracasa acude a las
iglesias por la noche a ver si El les confiere valor para el regreso… (Página
35 y 36)
Y como sabemos en la historia colonial, los piratas
ingleses y franceses irrumpieron en el Caribe.
Ante la evidente debilidad de España y su incapacidad de proteger el
territorio de la colonia, las incursiones de las potencias se hacían cada vez
más grandes y frecuentes. La tierra
grande era atractiva. Comenzaron a
circular las biblias protestantes, hecho que fue la exusa legal de la Corona de
España para asumir la fatal, errónea y temible política de las despoblaciones.
Sin ser historiador, Federico describe los hechos, con maestría:
Los hombres y
mujeres de la ciudad sintieron el repiqueteo de las campanas echadas al vuelo
en señal del júbilo experimentado por la Iglesia Católica, con la respetuosa y
leal acogida brindada por el Gobernador Don Antonio Osorio al Almirante Don
Francisco Largacha y Molina, quien ostentando la elevada representación de Su
Majestad, se apersonó por ante la ciudad de Santo Domingo ungido de un aire
solemne y aplastante con el propósito de impartirle instrucciones al gobernador
cuya presencia fue requerida a bordo de la Fragata España, para trazarle las
políticas con las cuales a partir de ese instante se pondría coto al descarnado
comercio de las biblias protestantes, así como a los elementos e insumos
contrabandeados por la hez y la morralla de los colonos establecidos en las
tierras conocidas como “La Banda Norte” de común acuerdo con los ingleses,
franceses y holandeses, que bajo el eufemístico nombre de “hermanos de la
costa” se dieron a desplazar a los colonos españoles y criollos aposentados en
aquellas lejanías, apropíandose de las fincas abandonadas de las cuales
dispusieron luego de haber desbordado el control militar y religioso que
emanaba de la capital de la colonia, lo que había permitido que la Banda Norte
se convirtiera en una especie de zona de libre permisividad tanto para las
prácticas de sus religiones aberrantes, como para el peligroso y
desestabilizador comercio….(página 41)
Era evidente, como bien apunta Federico en su novela,
que la política de la Corona había fracasado
al no haber logrado frenar los desafueros cometidos por aquellos que
provenientes de Inglaterra, Frnacia y Holanda, habían asumido el control del
contrabando en las vastas zonas…. Las cuales habían sido condenadas a ser
depobladas…. (página 42)
Lo interesante del libro es que Federico se imagina la
reacción de la gente. ¿Estaban de acuerdo con las medidas de la Corona? ¡No!
Por supuesto. ¡No, hombre, no! Bramó entrecortadamente Don Rolando Peñalver-. Usted
sabe que un plan tan absurdo como este, en vez de pasar a beneficiarnos lo
único que logrará será multiplicar el daño causado a nuestro Colonia por el
total abandono de nuestro sistema productivo, porque es bien sabido que dese
que nuestras fuerzas económicas comenzaron a languidecer, España nos dio la
espalda prefiriendo invertir en colonias que…son más ricas que la
nuestra….Porque todos conocemos… que el bienestar exteriorizado por España
comenzó en esta tierra… Y todo esto fue aventado a los aires por unas
autoridades que se han acostumbrado a tratarnos de espaldas a nuestro amado
monarca, haciéndonos padecer una miseria tan espantosa que nos hace asistir
semidesnudos a las iglesias a encomendarnos al Señor…. (página 46)
Y comenzó el largo periplo del exilio impuesto. Los preparativos evidenciaron los oscuros
intereses de las autoridades, especialmente de Osorio; las contradicciones
entre la jerarquía eclesiástica y los representantes del Rey. La resistencia de la población era
clara. Hubo que apostar a la fuerza para
que la caminata indolente y forzosa pudiera materializarse: Los colonos…. Fueron arreados como bestias
por delante de la tropa a través de los senderos abiertos por la erosión en el
duro costillar de la montaña. Hombres y mujeres, jóvenes y niños de ambos sexos
fueron conminados a avanzar descalzos o con los pies envueltos en retazos con
los cuales tataban de evitar el golpeo y las ralladudras ocasionadas por las
rocas en las desnudas extremidades jamás sometidas a tales rigores. Así avanzaban espoleados por el chasquido de
los látigos y por apremio de voces crueles siguiendo las huellas del ganado que
era pastoreado por los escasos negros que permanecieron en poder de la tropa al
iniciar el camino hacia las nuevas tierras a las cuales llevaban algunos
animales de corral que habían podido salvar en las escasas horas que les fueran
concedidas para preparar el abandono de sus fundos. Una vez producida la
recolección de los bienes que podían ser transportados en la tormentosa
diáspora a que fueron sometidos, sus viviendas fueron destruidas con la tea
incendiaria desapareciendo el viejo universo referencial que los unía, como de igual
modo desapareció el ganado esparcido entre las sabanas y los montes…. Fue a
partir de ese momento que las ciudades señaladas como culpables de mantener la
convivencia con los cultores del protestantismo, fueron arrasadas som que
quedara piedra sobre piedra y sin que ninguno de sus muros permanecieran como
tampoco permanecerían ni las calles que comenzaban a ser abiertas a golpe de
cincel… Era evidente que se había hecho
muy difícil saber hacia dónde se dirigía la marcha de los estupefactos colonos
poque nadie les había explicado en qué lugar se encontraba la tierra
prometida…(Página 159, 160 y 161)
Llegaron al infierno. La tierra prometida nunca hizo
su aparición. Muchos murieron en el
camino, otros sobrevieron porque tenían mejores condiciones, otros, los fuertes
siguieron con vida a duras penas. ¡No, Antonio Bastidas! –musitó quedamente
Hernando de Montoro-, yo no he sobrevivido porque yo también hube de
enfrentarme a la muerte cuando en aquella campaña asesina nos rompieron el
alma. Y si pude escapar fue porque siempre andaba montado en una buena bestia
en la cual salí al galope… (página 206)
Pero lo más hermoso del libro es el final. Y lo cito
porque siento que yo las hubiese escrito igual:
Después no hubo ni narrador ni
desmemorias queimpusieron el olvido de su nombre porque los hechos ocurridos a
partir de la palabra son grabados en la conciencia de los pueblos como el fluir
de un río interminable que nos hace entender que toda obra creada por el hombre
posee voz, aliento, dimensiones y cuerpo… Mas, es bueno que los hombres y
mujeres que aún pueblan esta tierra como lejanos descendientes de aquellos que
sobrevivieron a la azarosa realidad de la muerte… porque todo ocurrió bajo el
signo de un tiempo que marcó con su impronta la historia de una isla golpeada e
irredenta que alguna vez habrá de proyectar su memoria más allá de las sombras,
lúcida y altiva cuál un ave de fuego… (Página 209)
Así termina la obra Osorio. Como historiadora sentí que leía una historia
novelada. Me interesaron más las narracaiones de los hechos que los personajes
mencionados. Ellos fueron para mí la
cara humana de una tragedia histórica, el testimonio desgarrador de las
secuelas de la peor medida política asumida por España. Pero si le gusta la historia, el morbo de los
personajes, los conflictos entre partes y entre grupos, la narración de
epísodios de sexo desgarrador y violento, los enfrentamientos verbales, también
lo van a encontrar. Es, pues, un libro para todo tipo de lector.
Me apasionó la hermosura de la narración. La excelente descripción de cómo pudieron
haber sido los procesos. Me fascinó el
juicio crítico a Osorio, uno de los personajes más negativos de nuestra
historia. La ambición que tenía este
Gobernador corrupto que sólo transcendió a la posteridad por haber sido el
cruel, asesino, ambicioso y manipulador que puso en ejecución una decisión
desastroza.
Invito a su lectura.
Disdruté con cada una de sus páginas.
Creo que es una lección de historia escrita en poesía. Pero es también una invitación a la reflexión
profunda sobre nuestra herencia histórica, sobre las secuelas de la conquista y
sobre las rivalidades inter imperiales.
Una evidencia de que desde el siglo XV hemos estado a merced de los
intereses de las potencias de turno. Felicidades.
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