viernes, 8 de marzo de 2013

Yo soy Minerva, presentación ante las delegadas internacionales, 2010


¡Yo soy Minerva! Confesiones más allá de la vida y la muerte.

 

Por Mu-Kien Adriana Sang

 

 

A Dedé Mirabal


  digna, valiente, alegre y eterna mariposa


 

A Minou Tavárez Mirabal, y en ella a toda la descendencia de las muchachas, por haber llevado con dignidad y responsabilidad  el pesado fardo de su herencia


 

A todas las mujeres que han luchado con sinceridad y sacrificio  por la libertad


 

¿Estaba Minerva? Estaba

¿Estaba Patria? Estaba

¿Estaba María Teresa? Estaba

Estaban las Mirabal.

Encendido en cada pecho

El dolor / la cruz

Chorro de sangre los ojos

Lágrimas de tantos huesos...

Las tres amaban la Patria

El tambor / la libertad

Las tres rodaron / cada una

Era bandera

Una bandera muy grande

Que aprisionaba sus cuerpos

Con la carne destrozada.

Donde flotan las banderas

Lloran por la libertad Minerva / Patria / María Teresa

Que bellas en el tope están

Las hijas de Doña Chea

Madre de las Mirabal.” 

 

Aída Cartagena Portalatín,  Cantan las Mirabal

 

 

Una tarde, el buen amigo Rafael Ovalles, me llamó y me dijo que él y Edilí, reconocida actriz y cantante, pero además su esposa, tenían interés de conversar conmigo.  Nos dimos cita en una cafetería popular de la ciudad. Nos saludamos, conversamos mucho y después de interactuar por un largo rato, me comunicaron su interés.  Deseaban que escribiera un monólogo para teatro sobre Minerva Mirabal, pues, decían, combinaba el hecho de ser historiadora por un lado, y amante de la poesía por otro. Me sorprendió la propuesta. Durante la conversación me atormentaba la pregunta, ¿Por qué me habían buscado?  Les dije, ¿por qué no? De inmediato me puse a trabajar.

 

Confieso que me he quedado maravillada ante la Minerva que se desnudó ante mis ojos. En mis periplos me he encontrado con una mujer segura de sí, poderosa, por su capacidad de influir en las personas que la rodeaban. Durante estos meses de lecturas, entrevistas, visitas y anotaciones, he tenido ante mí a una mujer valiente, aguerrida, comprometida, romántica, alegre y poderosamente atractiva.

 

Los diversos instrumentos de investigación han permitido que me acercara tanto a ella, que casi siento que la conocí personalmente.  A sabiendas de que disfrutaba profundamente con las flores, he llegado a imaginármela arreglando el jardín en Ojo de Agua; vi el camino de piedras que construyó y que todavía permanece intacto, en el santuario de Dedé, y la imagino, tozuda como dicen que fue, colocando animosamente cada piedra.  Todo el mundo ha confirmado su amor por la poesía y de las largas noches dedicadas a memorizar y recitar los versos de sus poetas favoritos. Releyendo los poemas casi la escucho recitando el Nocturno de José Asunción Silva; o las poesías sobre los muertos de Amado Nervo.

 

Conocí el drama de esta familia y he llorado con ella, lágrimas tardías pero verdaderas. Me dediqué por muchos meses  en cuerpo y alma a esa tarea.Cada información nueva, cada idea nacida de las conversaciones, me obligaban a hacerme nuevas preguntas:  ¿Cómo desdoblarme para escribir asumiendo la vida, el estilo y la forma de mi personaje?  ¿Debo ser crítica o complaciente? ¿A qué darle prioridad a la Minerva mujer, la Minerva hija convertida luego en madre, o a la Minerva política?  ¿Dejarme llevar y hacer una apología más de esta gran mujer?  ¿Cómo evaluar la Minerva histórica?

 

Decidí que el personaje de Minerva Mirabal sería tratado fundamentalmente en su dimensión humana.  El personaje histórico ha sido ya muy estudiado y difundido. El relato tendría dos grandes partes. La primera se centraría en los detalles de la vida de Minerva. Qué hizo, qué no hizo, qué pensaba, cómo caminaba, cómo vestía, qué le gustaba, sus amigos, su actividad política, su amor por Manolo, sus hijos, etc.  La segunda parte, sería a partir de 1960, es decir 41 años después, cómo evalúa la Minerva –energía,  el desarrollo de la historia que ella ayudó a construir.  ¿Estaría conforme con los resultados? ¿Estaría de acuerdo de haber pagado el precio que pagó para hacer lo que consideraba correcto como mujer comprometida? ¿Sabía ella que se convertiría, junto a sus hermanas, en heroínas nacionales y en símbolos de las luchas de las mujeres de todos los tiempos? 

 

Todo el mundo habla de “Las tres hermanas Mirabal”, pero hay una cuarta hermana. Dedé Mirabal es esa cuarta, la que vivió para contar la historia. Es reconocida como la mujer que luchó para tener en alto el valor y el heroísmo de sus hermanas asesinadas.  Sin embargo, yo creo que Dedé, ha sido, es y será siempre, como sus hermanas,  una verdadera mariposa.  Las mujeres de hoy tenemos una gran deuda con Doña Dedé. Imitar su optimismo vital, debe constituirse en un objetivo. Trabajar tanto como ella, como las hormigas de su jardín, debe ser motivo de orgullo y de ejemplo a seguir por nuestro género. Pero lo que más me impresiona de Dedé es su disposición permanente de contar una y otra vez, ad infinitum, la historia de sus hermanas. Recibir a todos los que quieren conocerla con la misma sonrisa. Abrir su casa a gente extraña, para mostrarle sus recuerdos, y poner a la disposición de quien quiera su pequeño espacio vital, sólo puede ser realizado por alguien verdaderamente excepcional. Creo sinceramente que vivir como ella, es sencillamente un canto a la esperanza. Minerva Mirabal y sus hermanas, fueron mujeres de su tiempo, que asumieron los retos de ese tiempo con valor y sacrificio. 

 

Finalizo estas palabras con dos reflexiones. La primera es un fragmento del discurso de Minou Tavarez en el acto en que los restos de las hermanas y de Manolo, fueron llevados a descansar ¡por fin! a Conuco. Las pronuncio y las asumo como mías:

 

“Los verdaderos héroes, dice la periodista española Rosa Montero, son seres normales que en circunstancias excepcionales son capaces de crecerse hasta dar el máximo.  Luego pasados los momentos críticos y los años del frío, los verdaderos héroes se sumergen de nuevo en el anonimato, en esa cotidianidad sensata y sustancial de la que son paladines.  Con este acto debemos hacer reverencia a muchos otros héroes, luchadores por la libertad que durante más de tres décadas se involucraron en la resistencia, poniendo con ello en peligro no sólo sus propias vidas sino los de los todos los miembros de sus familias.”  [1]

 

La segunda reflexión es el epílogo del Monólogo.  Algunos fragmentos fueron incorporados en la pieza teatral.  Lo transcribo, porque en la voz de Minerva expreso mis ideas sobre la trascendencia de estas valiosas mujeres:

 

Dicen que soy una heroína. Otros afirman que mis hermanas Patria y María Teresa, lo hicieron por acompañarme. ¡Qué injusticia tan grande! Ellas fueron valientes, tan valientes como yo… He escuchado que soy un símbolo de la patria amada, que soy una mujer –mito que ha trascendido en el tiempo y en el espacio.  Acepto ser mito si con ello ayudo a la juventud a forjar sus utopías. Asumo la responsabilidad de que mi nombre permanezca en la memoria colectiva si con esto volvemos a la búsqueda del bienestar social, de la verdadera libertad y la pureza de los sueños. Acepto el reto de ser una eterna mariposa, si de esta forma podemos volar con nuevos bríos por caminos de una verdadera transformación social y de una verdadera democracia. Recibo con humildad y con orgullo todos esos calificativos, olvidando la mujer que fui, llena de virtudes, defectos, angustias, dudas, certezas y temores, si sirve de emblema, símbolo e inspiración para seguir luchando…

Valió la pena morir, hemos ganado libertad.

Valió la pena el sacrificio, a pesar de los tropiezos, el mundo sigue su curso, se ha transformado, necesita sin embargo de nuevos cambios, y de justicia, mucha justicia.

Valió la pena llorar, muchos encontraron la alegría. Pero las lágrimas no se han detenido en el mundo.

Creo que sí, que valió la pena. Tal vez debieron dejarnos más tiempo para luchar.  ¿Valió la pena? ¿Valió la pena morir para convertirnos en mito? ¿Valió la pena?

 

 

 



[1] Discurso de Minou Tavárez Mirabal en el acto “De vuelta a casa” noviembre del 2000.

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