ENCUENTROS
“Otro día más”
Por:
Mu-Kien Adriana Sang
La vida nunca ha sido rosa
Para la mujer
Por más que insistan...
No puede ser rosado
Un pasado gris
No puede ser rosa
Un futuro oscuro,
No es rosa
Esta angustia cotidiana
Ni puede serlo
El aire
Que haciéndole falta,
La ahoga...
Marivell Contreras
Heme aquí otra vez escribiendo para nuestro día. Otro 8 de marzo se aproxima. Un nuevo día
para recordar que las mujeres somos la mitad de la vida, la mitad de los
anhelos, la mitad de los retos, la mitad de los sueños. Otro día más para reclamar igualdad, para
enarbolar nuestras nuevas demandas..
Escribo hoy para las mujeres que se levantan día a día a
cumplir con las duras tareas que les ha impuesto la vida. Ellas, sin saber que existen quienes reclaman
y gritan por sus derechos, han aportado silenciosamente a la construcción de la
historia. Estas palabras nacen para
homenajear a las trabajadoras domésticas, porque con sus duras tareas hogareñas permiten que otras, como yo,
podamos salir, trabajar y materializar nuestros sueños. A esas mujeres que mantienen un hogar que no
es el suyo. A esas que ayudan a levantar unos niños paridos por otras. Mujeres que tienen que someterse a largas jornadas laborales, a vejámenes y
pedimentos tiránicos a cambio de míseros salarios. Heroínas silenciosas de
otras heroínas que tienen voz propia. ¡Ironías del destino, sometimiento de
unas para liberar otras!
Van
estas palabras a las mujeres obreras.
Las que nacieron para jugar muchos roles. Ellas no pueden pagar el sometimiento de
otras. Agobiadas por el hambre y la falta de todo lo esencial, se lanzan a las
calles a vender su fuerza de trabajo, en las plazas, en las fábricas, en las
tiendas, en los colmados, en los bares, en los restaurantes... Y en medio de
sus responsabilidades laborales tienen que responder a múltiples tareas: como
obreras, como cocineras, como lavanderas, como madres y hasta como amantes. Tal
vez esas mujeres no conozcan el significado de que muchas han reclamado y
reclaman igualdad. Tal vez ni siquiera han escuchado, ni les interesa los
discursos estridentes que pequeños grupos de mujeres vociferan y reclaman cada
8 de marzo.
Escribo estas palabras y pienso en las mujeres que por
falta de oportunidades, de sueños y perspectivas futuras, por exceso de hambre
y desolación, se convierten en trabajadoras de la noche, vendiendo placer,
ofertando su cuerpo al mejor postor. Y
pienso entonces que peores son aquellas, que guiadas sólo por el “convierten
estrellato efímero”, se exhiben sin rubor, haciendo del morbo y la lujuria una
vulgar mercancía, en este mercado donde parece que todo tiene un precio. Sí, me
refiero a esas, las que publican calendarios, las que se dicen, las que se
sienten mega divas, las que muestran sus senos y su falta de cerebro. Sí, estoy hablando de esas mujeres que se
visten con escasos atuendos, toman los micrófonos para pronunciar las escasas
100 palabras de su universo verbal. Ellas nos denigran y pisotean las luchas
cotidianas de tantas mujeres que han luchado para demostrar que podemos y
debemos enarbolar la bandera de la igualdad.
Grito y grito a viva voz que esas mujeres no forman parte de nosotras
Y pienso también en este día que se obstinan en llamar de
nosotras, en las mujeres que decidieron ser esposas, madres y amas de casa. A
las que por conciencia o comodidad se sumaron a sus elegidos, y se enorgullecen
con la frase de que “detrás de cada hombre hay una gran mujer”. ¿Se sumarán algún día en la carrera de la
igualdad? ¿Querrán ser libres alguna vez? ¿Son felices con plegarse? ¿Querrán
alguna vez enarbolar su propia voz?
Y elevo mi voz por
las mujeres que han quedado solas. Por su afán de conocer y profundizar lo que
saben, son temidas por los hombres. Las que se destacan en sus quehaceres, las
que a fuerza de tesón ocupan posiciones dirigenciales, las han llegado por
capacidad y trabajo. Al trillar su camino han tenido que pagar el precio de la
soledad. ¿Cuándo llegará el día de que
los hombres valoren y amen a las mujeres que son sus iguales?
Llegará otro 8 de marzo. Y volveré a escuchar de nuevo
los discursos hipócritas de algunos políticos. Me haré sorda ante sus
halagos. Y saldrán algunas historias en
la prensa, para volver de nuevo al silencio y a las luchas de nosotras, las que
intentamos vencer barreras, demostrando a cada instante, que nuestro día, no es
el festejo de un día, sino la cotidianidad ganada pulso a pulso y paso a paso.
“El poeta dijo
que faltaban
hombres
pero olvidó
que sobraban
mujeres
para hacer
la canción.”
Marivell Contreras
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