PALABRAS DE MU-KIEN ADRIANA SANG EN LA
PUESTA EN CIRCULACIÓN DEL TOMO II DE LA OBRA “LA POLÍTICA EXTERIOR DOMINICANA.
(1961-1974) EL 17 DE OCTUBRE DEL 2002.
Señores miembros de la mesa
principal:
·
Monseñor Agripino Núñez Collado, Rector de esta
Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra.
·
Manuel Lara, Administrador General del Banco de
Reservas
·
Fausto Díaz, Subsecretario de Relaciones
Exteriores, en representación del Sr. Canciller, Don Hugo Tolentino Dipp.
·
Radhames Mejia, Vicerrector Ejecutivo
·
Ramonina Brea, Flavio Dario Espinal y Miguel
Ceara Hatton, amigos ante todo, y gracias por haber aceptado expresar sus
reflexiones en esta noche.
·
Amigos y amigas.
Buenas noches y gracias por
acompañarme.
La historia, podríamos atrevernos
a afirmar, es un instrumento que permite a las sociedades racionalizar su
pasado y su presente. Intentar reconstruir los hechos a partir de la
documentación, es decir, las huellas que han dejado lo que nos precedieron, es
iniciar un diálogo extraño, como dijo
Jules Michelet, con esos seres desconocidos; con quienes nos involucramos de tal manera
que al finalizar la tarea de historiar, tomamos posición, y haciéndonos hablar
en su favor o en su contra. El
documento, ese simple papel que espera por la mano piadosa del historiador para
expresarse, tiene también el sello inconfundible de la mano humana. El que lo escribió o mandó a escribir
transfiere en sus palabras su propio registro personal. ¿Cómo analizar las fuentes a sabiendas que se
entrecruzan dos archivos personales distintos, el del que escribe el documento
y del investigador que lo rescata y analiza; dos seres humanos nacidos en
épocas y circunstancias distintas? Este
drama constituye una presión vital y un verdadero reto para los investigadores del pasado humano. Ponernos a distancia prudente y suficiente de
los actores de la historia que analizamos, y colocarnos lo más lejos posible del marco cultural de
nuestras propias existencias, constituye una verdadera y difícil labor en el
proceso de investigación histórica. Contradicción permanente que la hace más
atractiva, más humana y apasionante.
¡Que difícil tarea la del
historiador! Encontrar el nexo entre el
pasado y el presente, hacer ciencia con las cotidianidades y las vidas de otras
personas, constituye una verdadera hazaña.
Cuando pasamos al plano del discurso enjuiciador de los hechos, es
necesario encontrar racionalidad a la muerte y sus secuelas, a las posiciones
intransigentes de actores que por su voluntad desencadenaron terribles
tragedias. Hacer historia es
reconstruir, reclasificar y recrear con palabras los hechos y los lugares
estudiados; y sobre todo dimensionarlos en su propio tiempo, intentando no
imponer las categorías y valores de nuestro propio presente. Pero esa es
nuestra tarea y debemos hacerla, con todas sus debilidades, riesgos y
limitaciones, la historia sigue y seguirá siendo un instrumento necesario para
conocer el pasado, un aporte único y especial que hacemos los historiadores a
un mundo en constante movimiento.
Como todo proceso de
investigación histórica, lo primero que hicimos fue localizar en los depósitos
de la Secretaría de Relaciones Exteriores la ubicación de los documentos. Una
vez localizados, procedimos a examinarlos, seleccionarlos y fotocopiarlos.
Terminada esa fase, se procedió a organizar la documentación por tema y en
orden cronológico. Finalizada esa etapa, se comenzó a transcribir la
documentación. Una vez transcrita, se comparó con el original, para evitar
cualquier desliz que pudiese desvirtuar el contenido del documento. Como en la investigación anterior,
sistematizamos todo lo que pudimos encontrar.
Pudimos localizar documentos
verdaderamente inéditos, que permitirán hacer nuevos acercamientos a ese pasado
reciente de nuestra historia política, pero queda todavía mucha información en
los sótanos de la Secretaria de Relaciones Exteriores, lugares inhóspitos e
inadecuados. Añoran que el tiempo, las polillas y la humedad no las deterioren
y que una mano amiga las haga salir del olvido y el abandono.
Si hoy contamos con esta obra, es
porque pudo contar con un excelente equipo de trabajo. De nuevo recurrí a
Walter Cordero, el apasionado trabajador de la documentación histórica y ayuda
invaluable durante la investigación
anterior. Pedí a Margarita González Auffant, historiadora del arte y sobre todo
una mujer responsable y acuciosa, para que me ayudara en la fase de revisión de
la documentación rescatada, organizada y digitada. El siguiente paso fue buscar el equipo que
trabajaría en la sistematización documental.
Logré formar un responsable y excelente grupo de trabajo. Juana
Hernández, una joven brillante y trabajadora, fue la responsable del equipo que
trabajó en la transcripción y organización del material rescatado. Colaboraron
conmigo también, Damaris Herrera, Gema Morrobel, Francisca y Ramona López, El
buen y muy querido amigo Wenceslao Vega volvió a facilitarme su biblioteca,
haciendo más fácil la labor. Gracias de nuevo Wences. Para la materialización del trabajo, nueva
vez se me ha unido el binomio compuesto por Ninón de Saleme y José Chez Checo;
dos amigos talentosos, dedicados y perfeccionistas, que convierten cualquier
trabajo en atractiva belleza expositiva.
Con esta nueva investigación
seguimos continuar por los mismos senderos de la anterior titulada “La Política
Exterior Dominicana, 1844 – 1961”, razón por la cual le dejamos el mismo
título, variándolos años 1961-1974. Nuestro interés era el de seguir con la
reflexión sobre el curso de las relaciones internacionales en esos años de
nuestra historia contemporánea. Dos
tomos componen este trabajo. El Tomo I
lleva por título, “13 años de política exterior. Apuntes para un nuevo
enfoque”, fue puesto a circular en abril de este año. Intenta proponer una
reflexión sobre el curso de las relaciones exteriores en la República
Dominicana, a partir de la proclamación de la muerte de Trujillo hasta 1974,
casi el final del período conocido como “los 12 años del Doctor Balaguer”. Como anexo aparece la recopilación y sistematización de las
disposiciones legales en política exterior del período 1962-1978. Este tomo,
ustedes ya saben, fue puesto a circular en abril de este año en el marco de la
Feria del Libro. La presentación en esa oportunidad estuvo a cargo de Roberto
Cassa, Presidente de la Academia Dominicana de la Historia.
Este Tomo II que ponemos a la
disposición del publico y el que hemos titulado “ La política exterior
dominicana: Del caos al abandono (1961- 1974)” presenta de forma organizada la
documentación que pudimos rescatar en los depósitos de la Cancillería. Una lectura rápida de esos documentos basta
para evidenciar la inexistencia de una política coherente del Estado Dominicano
en materia de relaciones exteriores. Muestra sin tapujos la gran dependencia de
la República Dominicana de la ayuda externa. Este esfuerzo es sólo un eslabón
de una larga e interminable tarea que debe continuar. Intentamos cumplir la nuestra de la mejor y
más completa forma posible. Nuestro compromiso se centró en rescatar los trazos
y las huellas que dejaron los diseñaron y aplicaron la política exterior
dominicana en esos 13 años de nuestro pasado reciente.
Como explique en una ocasión
anterior, el informe final del trabajo fue entregado al ex Canciller Latorre
pero no pudo ser publicado. Esperó que
las nuevas autoridades asumieran sus cargos, definieran sus prioridades y
organizaran sus planes de trabajo. Como siempre, los investigadores tenemos que
rogar para que se nos publique. Un día cualquiera decidí, con el apoyo y
anuencia del nuevo Canciller, don Hugo Tolentino, a tocar de nuevo al Banco de
Reservas, entidad que había auspiciado la publicación anterior. El Sr. Manuel
Lara me recibió con mucha amabilidad. Le entregué un ejemplar de la primera
investigación. Se sorprendió de la calidad y el volumen, y prometió ayudar. La
decisión del Banco fue positiva. Contaba con su
respaldo, pero debía esperar al año siguiente, pues el presupuesto se
había agotado, para mi tranquilidad, recibí una carta del buen amigo Manuel
Quiterio Cedeño, funcionario del Banco, en la cual me informaba que la
publicación de la obra había sido incluida en el presupuesto del año 2002. Una
esperanza concreta. El trabajo vería
finalmente su final. Hoy es una realidad que me llena de plena satisfacción.
No podemos concluir esta
introducción sin agradecer profunda y sinceramente a mucha gente: Al entonces
Canciller Eduardo Latorre, mi querido amigo, por su compromiso y fe en la
ciencia, por su interés en la preservación de nuestro acervo histórico y por su
confianza en mi trabajo como historiadora.
Gracias de corazón al Canciller Hugo Tolentino Dipp, por su interés y
apoyo, y por haber escrito un prologo tan bello. Agradecimiento a sus dos
valiosas asistentes que tanta ayuda me brindaron durante todo este proceso.
Las gracias muy especiales al
Banco de Reservas. En el año 2000, bajo la administración de George Manuel
Hazoury, apoyó la publicación de la primera investigación. Hoy dos años después, bajo otra
administración y con otro Gobierno, la entidad bancaria vuelve a apoyarme. Gracias al Sr. Manuel Lara por confiar en la
calidad del trabajo y por haberme dado su confianza. Gracias a Manuel Quiterio
Cedeño por su firme decisión de ayudarme. Gracias también a Federico Jovine por
alentarme y defender con pasión y ahínco el interés el significado de esta obra
para el conocimiento de la historia reciente dominicana.
Como siempre, no puedo dejar de
agradecer a mi amplio universo familiar. Los que me conocen saben que esta flor
que adorna mi traje es el símbolo eterno de la presencia de mis padres.
Agradezco al destino el haber puesto en mi camino al mejor de todos los
compañeros y el mejor de todos los apoyos, mi esposo Rafael Toribio. A mis
hermanos, hermanas, sobrinos y sobrinas, cuñados, cuñadas, porque con su calor
y cariño hacen mas ligera la tarea de vivir,
Gracias también a la Pontificia
Universidad Católica Madre y Maestra, especialmente en las personas de su
Rector, Monseñor Agripino Núñez, sus vicerrectores, especialmente a Radhames
Mejia por su apoyo y confianza eternas.
Gracias a Ramonina Brea, Miguel
Ceara y Flavio Dario Espinal por haber aceptado la invitación de participar en
este panel. Sus ideas, consideraciones y
observaciones criticas han sido de mucha validez.
Hoy mas que nunca, se necesita
repensar las relaciones exteriores. Estamos al borde de la guerra, una realidad
mundial con características nuevas se impone. Se hace necesario repensar
nuestro derrotero y la posición que asumiremos en el concierto de naciones. Por
eso afirme, que estas ideas son preliminares. Nada de lo que aquí se ha escrito
tiene la pretensión de ser verdad
contundente o conclusión definitiva ¿quién puede tenerlas? Estas reflexiones fueron escritas con el
único propósito de incentivar otras investigaciones, nuevas ideas que
complementen o nieguen las que aquí expongo. Esa es la dinámica del saber:
constante acción, en la que se conjuga el maravilloso acto de crear y recrear,
también a veces de errar para luego, en acto consciente, poder rectificar. Hasta aquí pudimos llegar, habrá mucho tiempo
para repensar nuestro propio resultado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario