viernes, 8 de marzo de 2013

La política exterior dominicana, 1961-1974


 

PALABRAS DE MU-KIEN ADRIANA SANG EN LA PUESTA EN CIRCULACIÓN DEL TOMO II DE LA OBRA “LA POLÍTICA EXTERIOR DOMINICANA. (1961-1974) EL 17 DE OCTUBRE DEL 2002.

 

 

Señores miembros de la mesa principal:

 

·         Monseñor Agripino Núñez Collado, Rector de esta Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra.

·         Manuel Lara, Administrador General del Banco de Reservas

·         Fausto Díaz, Subsecretario de Relaciones Exteriores, en representación del Sr. Canciller, Don Hugo Tolentino Dipp.

·         Radhames Mejia, Vicerrector Ejecutivo

·         Ramonina Brea, Flavio Dario Espinal y Miguel Ceara Hatton, amigos ante todo, y gracias por haber aceptado expresar sus reflexiones en esta noche.

·         Amigos y amigas.

 

Buenas noches y gracias por acompañarme.

 

La historia, podríamos atrevernos a afirmar, es un instrumento que permite a las sociedades racionalizar su pasado y su presente. Intentar reconstruir los hechos a partir de la documentación, es decir, las huellas que han dejado lo que nos precedieron, es iniciar un diálogo extraño, como dijo  Jules Michelet, con esos seres desconocidos;  con quienes nos involucramos de tal manera que al finalizar la tarea de historiar, tomamos posición, y haciéndonos hablar en su favor o en su contra.  El documento, ese simple papel que espera por la mano piadosa del historiador para expresarse, tiene también el sello inconfundible de la mano humana.  El que lo escribió o mandó a escribir transfiere en sus palabras su propio registro personal.  ¿Cómo analizar las fuentes a sabiendas que se entrecruzan dos archivos personales distintos, el del que escribe el documento y del investigador que lo rescata y analiza; dos seres humanos nacidos en épocas y circunstancias distintas?  Este drama constituye una presión vital y un verdadero reto  para los investigadores del pasado humano.  Ponernos a distancia prudente y suficiente de los actores de la historia que analizamos, y colocarnos  lo más lejos posible del marco cultural de nuestras propias existencias, constituye una verdadera y difícil labor en el proceso de investigación histórica. Contradicción permanente que la hace más atractiva, más humana y apasionante.

 

¡Que difícil tarea la del historiador!  Encontrar el nexo entre el pasado y el presente, hacer ciencia con las cotidianidades y las vidas de otras personas, constituye una verdadera hazaña.  Cuando pasamos al plano del discurso enjuiciador de los hechos, es necesario encontrar racionalidad a la muerte y sus secuelas, a las posiciones intransigentes de actores que por su voluntad desencadenaron terribles tragedias.  Hacer historia es reconstruir, reclasificar y recrear con palabras los hechos y los lugares estudiados; y sobre todo dimensionarlos en su propio tiempo, intentando no imponer las categorías y valores de nuestro propio presente. Pero esa es nuestra tarea y debemos hacerla, con todas sus debilidades, riesgos y limitaciones, la historia sigue y seguirá siendo un instrumento necesario para conocer el pasado, un aporte único y especial que hacemos los historiadores a un mundo en constante movimiento. 

Como todo proceso de investigación histórica, lo primero que hicimos fue localizar en los depósitos de la Secretaría de Relaciones Exteriores la ubicación de los documentos. Una vez localizados, procedimos a examinarlos, seleccionarlos y fotocopiarlos. Terminada esa fase, se procedió a organizar la documentación por tema y en orden cronológico. Finalizada esa etapa, se comenzó a transcribir la documentación. Una vez transcrita, se comparó con el original, para evitar cualquier desliz que pudiese desvirtuar el contenido del documento.  Como en la investigación anterior, sistematizamos todo lo que pudimos encontrar.

 

Pudimos localizar documentos verdaderamente inéditos, que permitirán hacer nuevos acercamientos a ese pasado reciente de nuestra historia política, pero queda todavía mucha información en los sótanos de la Secretaria de Relaciones Exteriores, lugares inhóspitos e inadecuados. Añoran que el tiempo, las polillas y la humedad no las deterioren y que una mano amiga las haga salir del olvido y el abandono.

 

Si hoy contamos con esta obra, es porque pudo contar con un excelente equipo de trabajo. De nuevo recurrí a Walter Cordero, el apasionado trabajador de la documentación histórica y ayuda invaluable durante la  investigación anterior. Pedí a Margarita González Auffant, historiadora del arte y sobre todo una mujer responsable y acuciosa, para que me ayudara en la fase de revisión de la documentación rescatada, organizada y digitada.  El siguiente paso fue buscar el equipo que trabajaría en la sistematización documental.  Logré formar un responsable y excelente grupo de trabajo. Juana Hernández, una joven brillante y trabajadora, fue la responsable del equipo que trabajó en la transcripción y organización del material rescatado. Colaboraron conmigo también, Damaris Herrera, Gema Morrobel, Francisca y Ramona López, El buen y muy querido amigo Wenceslao Vega volvió a facilitarme su biblioteca, haciendo más fácil la labor. Gracias de nuevo Wences.  Para la materialización del trabajo, nueva vez se me ha unido el binomio compuesto por Ninón de Saleme y José Chez Checo; dos amigos talentosos, dedicados y perfeccionistas, que convierten cualquier trabajo en  atractiva belleza expositiva.

 

 

Con esta nueva investigación seguimos continuar por los mismos senderos de la anterior titulada “La Política Exterior Dominicana, 1844 – 1961”, razón por la cual le dejamos el mismo título, variándolos años 1961-1974. Nuestro interés era el de seguir con la reflexión sobre el curso de las relaciones internacionales en esos años de nuestra historia contemporánea.  Dos tomos componen este trabajo.  El Tomo I lleva por título, “13 años de política exterior. Apuntes para un nuevo enfoque”, fue puesto a circular en abril de este año. Intenta proponer una reflexión sobre el curso de las relaciones exteriores en la República Dominicana, a partir de la proclamación de la muerte de Trujillo hasta 1974, casi el final del período conocido como “los 12 años del Doctor Balaguer”.  Como anexo aparece la  recopilación y sistematización de las disposiciones legales en política exterior del período 1962-1978. Este tomo, ustedes ya saben, fue puesto a circular en abril de este año en el marco de la Feria del Libro. La presentación en esa oportunidad estuvo a cargo de Roberto Cassa, Presidente de la Academia Dominicana de la Historia.

 

 Este Tomo II que ponemos a la disposición del publico y el que hemos titulado “ La política exterior dominicana: Del caos al abandono (1961- 1974)” presenta de forma organizada la documentación que pudimos rescatar en los depósitos de la Cancillería.  Una lectura rápida de esos documentos basta para evidenciar la inexistencia de una política coherente del Estado Dominicano en materia de relaciones exteriores. Muestra sin tapujos la gran dependencia de la República Dominicana de la ayuda externa. Este esfuerzo es sólo un eslabón de una larga e interminable tarea que debe continuar.  Intentamos cumplir la nuestra de la mejor y más completa forma posible. Nuestro compromiso se centró en rescatar los trazos y las huellas que dejaron los diseñaron y aplicaron la política exterior dominicana en esos 13 años de nuestro pasado reciente.

 

Como explique en una ocasión anterior, el informe final del trabajo fue entregado al ex Canciller Latorre pero no pudo ser publicado.  Esperó que las nuevas autoridades asumieran sus cargos, definieran sus prioridades y organizaran sus planes de trabajo. Como siempre, los investigadores tenemos que rogar para que se nos publique. Un día cualquiera decidí, con el apoyo y anuencia del nuevo Canciller, don Hugo Tolentino, a tocar de nuevo al Banco de Reservas, entidad que había auspiciado la publicación anterior. El Sr. Manuel Lara me recibió con mucha amabilidad. Le entregué un ejemplar de la primera investigación. Se sorprendió de la calidad y el volumen, y prometió ayudar. La decisión del Banco fue positiva. Contaba con su  respaldo, pero debía esperar al año siguiente, pues el presupuesto se había agotado, para mi tranquilidad, recibí una carta del buen amigo Manuel Quiterio Cedeño, funcionario del Banco, en la cual me informaba que la publicación de la obra había sido incluida en el presupuesto del año 2002. Una esperanza concreta.  El trabajo vería finalmente su final. Hoy es una realidad que me llena de plena satisfacción.

 

No podemos concluir esta introducción sin agradecer profunda y sinceramente a mucha gente: Al entonces Canciller Eduardo Latorre, mi querido amigo, por su compromiso y fe en la ciencia, por su interés en la preservación de nuestro acervo histórico y por su confianza en mi trabajo como historiadora.  Gracias de corazón al Canciller Hugo Tolentino Dipp, por su interés y apoyo, y por haber escrito un prologo tan bello. Agradecimiento a sus dos valiosas asistentes que tanta ayuda me brindaron durante todo este proceso.

 

Las gracias muy especiales al Banco de Reservas. En el año 2000, bajo la administración de George Manuel Hazoury, apoyó la publicación de la primera investigación.  Hoy dos años después, bajo otra administración y con otro Gobierno, la entidad bancaria vuelve a apoyarme.  Gracias al Sr. Manuel Lara por confiar en la calidad del trabajo y por haberme dado su confianza. Gracias a Manuel Quiterio Cedeño por su firme decisión de ayudarme. Gracias también a Federico Jovine por alentarme y defender con pasión y ahínco el interés el significado de esta obra para el conocimiento de la historia reciente dominicana.

 

Como siempre, no puedo dejar de agradecer a mi amplio universo familiar. Los que me conocen saben que esta flor que adorna mi traje es el símbolo eterno de la presencia de mis padres. Agradezco al destino el haber puesto en mi camino al mejor de todos los compañeros y el mejor de todos los apoyos, mi esposo Rafael Toribio. A mis hermanos, hermanas, sobrinos y sobrinas, cuñados, cuñadas, porque con su calor y cariño hacen mas ligera la tarea de vivir,

 

Gracias también a la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, especialmente en las personas de su Rector, Monseñor Agripino Núñez, sus vicerrectores, especialmente a Radhames Mejia por su apoyo y confianza eternas.

 

Gracias a Ramonina Brea, Miguel Ceara y Flavio Dario Espinal por haber aceptado la invitación de participar en este panel.  Sus ideas, consideraciones y observaciones criticas han sido de mucha validez.

 

Hoy mas que nunca, se necesita repensar las relaciones exteriores. Estamos al borde de la guerra, una realidad mundial con características nuevas se impone. Se hace necesario repensar nuestro derrotero y la posición que asumiremos en el concierto de naciones. Por eso afirme, que estas ideas son preliminares. Nada de lo que aquí se ha escrito tiene  la pretensión de ser verdad contundente o conclusión definitiva ¿quién puede tenerlas?  Estas reflexiones fueron escritas con el único propósito de incentivar otras investigaciones, nuevas ideas que complementen o nieguen las que aquí expongo. Esa es la dinámica del saber: constante acción, en la que se conjuga el maravilloso acto de crear y recrear, también a veces de errar para luego, en acto consciente, poder rectificar.  Hasta aquí pudimos llegar, habrá mucho tiempo para repensar nuestro propio resultado.

 

 

 

 

 

 

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