viernes, 8 de marzo de 2013

Proceso electoral dominicano, siglo XX


El INICIO TURBULENTO DE UNA DEMOCRACIA ATORMENTADA.

Las elecciones cuestionadas. 1961-1978

Por: Mu-Kien Adriana Sang

 

El ajusticiamiento de Rafael Leonidas Trujillo en mayo de 1961, marcó un antes y un después en la vida política nacional.  Había muerto el dictador que por 31 años había impuesto su voluntad.  Estaba pendiente la gran tarea de construir un estado democrático, en una sociedad acostumbrada, desde el siglo XIX a estar dirigida por caudillos regionales, rateros temporales, líderes liberales y la gran mayoría conservadora. ¿Sería fácil la tarea? La respuesta lógica es no, no fue fácil.  Los años que siguieron a la desaparición de Trujillo se caracterizaron por la turbulencia.  De 1961 a 1966, tuvimos dos Consejos de Estado, un Gobierno Democrático electo, un Triunvirato, una revuelta constitucionalista, una ocupación militar y finalmente, un gobierno conservador electo, gracias al apoyo de los intereses del norte. 

 

A pesar de los esfuerzos por organizar el país y colocarse como el líder que dirigiría los destinos del país, el Doctor Balaguer no pudo con las presiones y se vio obligado a abandonar el poder. Con la salida abrupta del Presidente Balaguer se produjo un vacío de poder. Un nuevo esfuerzo por controlar el país se produjo con el nombramiento del Segundo Consejo de Estado, integrado por: Rafael F. Bonnelly, Eduardo Read, Monseñor Eliseo Pérez Sánchez, Nicolás Pichardo, Luis Amiama Tió, Antonio Imbert Barrera y Donald Reid Cabral. El nuevo Gobierno Provisional tenía como principal tarea organizar las elecciones.  Durante el proceso electoral, el exilio democrático se hizo presente.  El líder del Partido Revolucionario Dominicano, Profesor Juan Bosch, ganó arrolladoramente la contienda electoral.   Los datos así lo confirma:  el PRD obtuvo una aplastante victoria sobre sus adversarios de 619,491 votos, contra 317,327 de la Unión Cívica Nacional. El nuevo partido que lideraba Balaguer, solo obtuvo 4,618 votos.  El PRD con este número de votos controlaba el Congreso. En el Senado contaba con 22 senadores y solo 5 de la oposición.  En la Cámara de Diputados de una matrícula de 74 legisladores tenía 49 legisladores suyos, 25 de la oposición. Era una mayoría aplastante.  [1]

El sector conservador no disfrutaba de ese triunfo. La amenaza del comunismo estaba presente.  Y Cuba, en el corazón del Caribe y tan cercana al país, era la representación de la Guerra Fría. Tan acorralado se vio el gobierno del Profesor Bosch, que en septiembre de 1963 fue derrocado en un golpe de Estado ejecutado por las fuerzas conservadoras del país, con el apoyo y  la bendición de la gran potencia norteña. La acusación de comunista era el signo más evidente.  El periódico El Caribe, cuya línea editorial en ese momento era marcadamente anti bochista, se hizo eco de la petición escrita de un grupo de ciudadanos, que se hacía llamar el Comité Cívico Anticomunista, integrado por Enrique J. Alfau, doctores M. Aquiles Rodríguez R, A. Frías Gálvez, Manuel J. Muñiz F., William Read, José B. Gautier y los señores Abelardo Jimenes Peña, José a. Aybar Castellanos, Máximo A. Fiallo y Francisco J. Faneyte B[2]. El grupo solicitaba al Senado que emitiera una disposición que hiciera cumplir los artículos 67 y 68 de la Constitución que prohibía la existencia de los partidos comunistas. La publicación del documento trajo consigo reacciones en todos los sectores sociales. [3] Quizás porque después de 31 años de dictadura, de haber tenido un Congreso dominado por la voluntad de Trujillo; quizás porque había un silencio impuesto y la prensa nacional no tenía más remedio que ser complaciente, durante el breve espacio de libertad durante el gobierno del Profesor Bosch, los medios de comunicación no perdían oportunidad para expresar opiniones diversas, incluso en contra del Gobierno Central y sus representantes.

 

El país vivía un verdadero volcán político que entraba en erupción de manera abrupta y violenta.  El Congreso de la República que durante los escasos siete meses que duró el gobierno democrático de Bosch, quiso jugar un papel importante en el nuevo ensayo democrático, fue bruscamente interrumpido cuando se produjo el Golpe de Estado.  No solo los Ministros y principales colaboradores del Presidente depuesto fueron objeto de persecuciones, sino también los representantes del Poder Legislativo, especialmente del Senado. La prensa nacional publicó nuevas noticias de detenciones. Dirigentes del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y ex legisladores miembros del mismo partido fueron detenidos por la policía en diversas oportunidades. En uno de esos casos fue detenido José Francisco Peña Gómez, Secretario General de PRD junto a César Roque Taveras y Jesús María Mella, diputado y senador del Congreso, que había sido disuelto.[4]

           

Durante el Golpe de Estado, los partidarios del ex Presidente Juan Bosch, decidieron dar la pelea y enfrentar al Triunvirato. Un grupo de legisladores y dirigentes del PRD realizó una Asamblea en octubre del 1963 en San Pedro de Macorís con el objetivo de desconocer al Triunvirato y para designar un gobierno provisional.  El nuevo gabinete estaría dirigido por el ex Presidente del Senado, el Doctor Juan Casasnovas.  Las fuerzas de inteligencia conocieron rápidamente los aprestos y se dieron a la tarea de apresar a los desafectos. La prisión del doctor Juan Casasnovas Garrido causó revuelo en la opinión pública nacional e internacional. Conocido como hombre honrado y capaz, muchos sectores se manifestaron en contra del apresamiento. Fue arrestado en la residencia de la familia Garrido Medina en el Ensanche Luperón. 

 

Ante los hechos, el doctor Alfonso Moreno Martínez, vicepresidente del Partido Revolucionario Social Cristiano hizo una declaración pública apoyando la acción de Casanovas.  A principios de noviembre de 1963, el Dr. Casanovas partió hacia Puerto Rico.

 

La represión del Triunvirato en contra de los líderes del PRD no tenía límites. Lo hizo durante todo su dominio.  Los senadores perredeístas y sus familias sintieron el peso del poder. La prensa internacional se hizo eco y desarrolló sistemática campaña de denuncia de los atropellos del gobierno dominicano en contra de las libertades públicas.  Otros legisladores no tuvieron la suerte de la deportación, sino que permanecieron en la cárcel esperando que fueran sometidos a la justicia.  Ese fue el caso de Juan Antonio Tanguí Medina y Rafael Casimiro Castro. Según el expediente acusatorio, Tanguí Medina estaba acusado de promover reuniones con fines subversivos y Castro de usurpación de funciones y abuso de confianza en perjuicio de la Policía Nacional. En concreto, la Policía lo acusaba de haber vendido un revolver que se le suministró en calidad de senador de la República.[5] Así pues, con el derrocamiento del profesor Bosch en septiembre de 1963, se puso fin al primer y verdadero ensayo democrático.  El ascenso del muy contestado gobierno del Triunvirato, presidido primero por Emilio de Los Santos y más tarde por Donald Reid Cabral, provocó que en el seno de la población se extendiera el descontento, teniendo el gobierno de facto que aplicar la mano dura.  Las organizaciones políticas, encabezadas por el PRD, y un sector de las Fuerzas Armadas Dominicanas, aprovecharon la coyuntura para conspirar.  Definieron el derrocamiento del gobierno del triunvirato como el objetivo inmediato y el restablecimiento de la democracia y la reinstauración del gobierno de Bosch como el objetivo estratégico.

 

Se inició entonces el 24 de abril de 1965, un grupo de militares, a cuya cabeza estaba Francisco Alberto Caamaño Deñó, junto a sectores de la oposición, le levantó en armas en contra del Gobierno y proclamó la Constitución de 1963 y la vuelta al poder del Profesor Bosch. Pero este grupo no se quedó solo.  Otro sector militar, lidereado por Elías Wessin y Wessin, se enfrentó a los llamados Constitucionalistas.  La guerra civil estaba planteada.  Entonces, cuatro días después, el 28 de abril de 1965, 42,000 marines norteamericanos desembarcaron en las costas dominicanas.   Después de largos meses de enfrentamientos armados y negociaciones infructuosas, se pudo llegar a un acuerdo en septiembre de ese año 1965, luego de la firma del Acta de Reconciliación y la instauración de un gobierno provisional presidido por Héctor García Godoy, cuya tarea fundamental era la organización de elecciones en junio de 1966.

 

La guerra de abril, sin duda alguna, fortaleció el sector más conservador de la vida política nacional.  Joaquín Balaguer, volvió del exilio con su nueva organización política, el Partido Reformista.  Era evidente el apoyo norteamericano al líder reformista.  Los norteamericanos apostaron al ex funcionario de Trujillo ante el peligro que sentían de que en el país podría nacer una nueva Cuba.  El Doctor Balaguer se presentó por su parte, como la alternativa política que aseguraba la pacificación y la reconciliación. Fue el ganador en unas elecciones tuteladas por las fuerzas invasoras. Ganó contra el Profesor Bosch, inaugurando el 1º  julio de ese año 1966, su largo y autoritario régimen que duró 12 años.    La victoria de Balaguer se vio coronada con una votación de 759, 887. Pero su contendiente más cercano, el PRD, con Juan Bosch a la cabeza, obtuvo 494,570.  El PRSC obtuvo 30,660; y la UCN, que era fuerte en el 62 obtuvo la humillante votación de 16, 152 votos.   La composición del Congreso estaba clara.  De 27 senadores electos, 22 pertenecían al Partido Reformista y 5 al PRD.  En la Cámara Baja, de una matrícula de 74, 48 pertenecían al Partido Oficial y el resto a la oposición blanca.  El control reformista estaba claro.  El PRD, a pesar de su minoría congresional, le dio la batalla y peleó con uñas y dientes en el espacio legislativo.  [6]

 

 

El poder conservador había ganado la batalla.  El nuevo régimen político que se había instaurado tenía el control del poder político a través del Ejecutivo y la bendición imperial.  Restaba el dominio del Congreso y la Justicia y la sumisión de los desafectos.

Las primeras tareas del gobierno fueron la pacificación forzosa de los opositores, el desarme de la población civil, la reestructuración de las Fuerzas Armadas y la modificación de la Constitución para poder adecuar la carta fundamental a la nueva situación y la proclamación de la Austeridad como eje de la acción gubernamental.   Los cuatro años pasaron en medio de crisis y medidas represivas.

 


El proyecto reeleccionista estaba decidido desde 1966, cuando subió al poder.  El inicio del 70 no fue más que una materialización de una decisión. Los primeros cinco meses del año 1970 fueron de verdaderas convulsiones y turbulencias políticas.  Los dirigentes del PRD habían decidido dar la pelea y torpedear la posible reelección de Balaguer, a sabiendas de que era un imposible. El principal líder del partido opositor, Juan Bosch, había salido al exilio. Regresó en marzo de ese año, y con su presencia comenzaron a realizarse importantes negociaciones políticas con otras fuerzas políticas de oposición de cara a las elecciones de mayo. Uno de los primeros intentos fue hacer un gran bloque opositor unitario que pudiera hacer frente al proyecto reeleccionista.  Pero al ver el control que tenía Balaguer sobre el principal organismo electoral, la Junta Central Electoral, los principales partidos de la oposición decidieron entonces no participar en el torneo electoral, para no legitimar el proceso, al cual denominaron como “matadero electoral”.  


 


Balaguer ganaría, pero había piedras en el camino. El auge de los grupos de izquierda y sus lazos internacionales con países comunistas, determinó que el Gobierno de Balaguer, imitando las dictaduras de cono sur, como Argentina, creara un grupo paramilitar cuya misión era reprimir las fuerzas de la izquierda activa. La Banda Colorá, como se le conoció popularmente,  estaba compuesto por desertores de los grupos izquierda y por matones profesionales y dirigidos por militares. Sembraron el terror durante cuatro años. La Banda Colorá, nacida, criada, acogida y respaldada a principios de los 70, terminó por presiones internacionales en 1974, dejando como saldo más de cuatro mil muertos.


 

En el seno del oficialismo también habían intereses. El Vicepresidente de la República Augusto Lora, decidió romper con Balaguer y el reformismo. Tenía su propio proyecto político y decidió abrir tienda parte, formando el Movimiento de Integración Democrática (MIDA). Por otra parte, el sector de los reformistas no representaba una unidad monolítica. Un sector importante era contrario al proyecto de reelección, pero esos que osaron fueron destituidos del directorio del partido. Entre ellos se encontraban:  El doctor Jacinto Pérez Acosta, afiliado al partido, y el doctor Juan Estaban Olivero Féliz, Presidente del directorio municipal de Tamayo.

 

 Balaguer pudo resolver el conato de crisis al interior de su partido.  Quedaba entonces preparar el montaje electoral con apariencia de democracia.  El retiro de las principales fuerzas de la oposición no facilitaba las cosas, y sobre todo con su llamado a la abstención. El 16 de mayo de 1970 se celebraron las elecciones. Logró la participación varios pequeños partidos. La “contienda” se libró entre:


1.      El Partido Reformista – PR-  con la boleta de Joaquín Balaguer y Carlos Rafael Goico Morales;


2.      El Partido Quisqueyano Demócrata-PQD- llevando como candidato presidencial a Elías Wessin y Wessin y a Arturo Muñíz como Vicepresidente;


3.      El Partido Revolucionario Social Cristiano –PRSC- con la candidatura de Alfonso Martínez y Rogelio Delgado Bogaert;


4.      El  Movimiento de Conciliación Nacional –MCN-  con Jaime Manuel Fernández como candidato a la Presidencia y a Sócrates Barinas Coiscou como candidato a la Vicepresidencia:


5.      Y, finalmente el Movimiento de Integración Democrática-MIDA – que llevó de candidatos al binomio Augusto Lora y Elías Brache.


 

Los resultados electorales no sorprendieron a nadie, de un total de votos válidos a nivel nacional de 1,238,205.  Los que obtuvieron mayor votación fueron: El Partido Reformista – PR- , que obtuvo una mayoría de 653,565 votos;  el Movimiento de Integración Democrática-MIDA que sorprendió con una votación de 252,760 votos. En un lejano tercer lugar quedó el PRSC con 63, 697 votos.  Los demás partidos tuvieron votaciones insignificantes. A nivel del Congreso, la victoria reformista fue aplastante:  21 senadores de 26; y 45 diputados de 74. 


 

Pero el gobierno no tuvo días fáciles.  Las condiciones internacionales habían cambiado.  Balaguer ya no era la ficha internacional que necesitaba el poder norteamericano. A finales de los 60 y hasta muy entrado el año 1973, se produjeron dos fuertes crisis en los poderes hegemónicos mundiales.  Estados Unidos,  por un lado, había fracasado de la guerra de Vietnam que puso en cuestionamiento la política armamentista; y por el otro lado, la Unión Soviética había evidenciado al mundo el centralismo autoritario de su política interna y externa con la invasión a Checoslovaquia en 1968.  Además,  la década de los 70 fue para el capitalismo mundial un período de crisis económica, debido al alza a niveles insospechados del precio del petróleo, provocando una inflación generalizada. Uno de los países más afectados con la crisis fue Estados Unidos.  El costo de la política armamentista y el alza de los combustibles produjeron un balance negativo en la economía norteamericana.  Tan grande fue la crisis, que en 1971, durante el gobierno de Richard Nixon, el gobierno norteamericano tuvo que abandonar la paridad del dólar y el oro, provocando así la devaluación del dólar frente al yen y la libra esterlina. 

 

El mundo era un peligroso caldo de cultivo: crisis económica en el mundo capitalista, dominio republicano en los Estados Unidos y auge de los movimientos de izquierda en los diferentes países de América Latina con el apoyo financiero, político y militar de Cuba. ¿Cuál era entonces la solución para los países de nuestra región? A todas luces, el coloso del norte apoyó, financió y protegió regímenes de fuerza en todo el continente.  Como había ocurrido en los años 30 del siglo XX, se sucedieron las dictaduras, con la diferencia de que esta vez los ostentadores del poder absoluto eran militares, imponiendo un nuevo modelo fascista, con el común denominador del fascismo de los 30: la represión y la muerte.  Así, casi la totalidad de los diez años de la década de los 70 fueron funestos en materia de derechos políticos, derechos humanos y, sobre todo, libertades públicas.  Para suerte de América Latina, la llegada de Jimmy Carter al poder en los Estados Unidos permitió una dulcificación de la política exterior, una recuperación de algunos de los derechos fundamentales y sobre todo el fin del apoyo norteamericano a las dictaduras militares.  

 

En ese contexto internacional se desenvolvió el tercer período de Balaguer que comenzó en 1974.  El año anterior, 1973, fue de dura prueba para el gobierno. Recordemos: Playa Caracoles, división del PRD con el surgimiento del PLD.  En noviembre de ese año, el recién formado Partido de la Liberación Dominicana, formó el llamado Bloque de la Dignidad Nacional, proyecto político iniciado por Bosch desde su posición en el PRD y continuado desde la nueva estructura política.  El propósito del grupo de organizaciones integrantes del bloque era poner al régimen de Balaguer.  El PRD por su parte, aliado con grupos de izquierda, como el Movimiento Popular Dominicano, y de derecha como el Partido Quisqueyano Demócrata y la Unión Cívica Nacional, formaron una gran alianza electoral que se llamó Acuerdo de Santiago.  Propusieron a Don Antonio Guzmán y a Elías Wessin y Wessin como sus candidatos.  Por su parte, las fuerzas reformistas se organizaron para poner en ejecución el proyecto reeleccionista, y muy especialmente , detener a las fuerzas opositoras.  

 

La fuerza que tomó el Acuerdo de Santiago hizo que sus dirigentes fueran reprimidos. En un intento por detener la represión, se dirigieron a la Junta Central Electoral para hacer sus reclamos, pero, lógicamente, no fueron atendidos.  Era un organismo controlado por el Partido Reformista. Ante la situación, decidieron retirarse y propugnar por la abstención electoral. La posición fue respaldada por un sector de la iglesia católica.  Un grupo de 40 sacerdotes y religiosos católicos, publicaron un comunicado exhortando al pueblo a no participar en las elecciones. 

 

La propuesta de abstención fue respaldada por otras agrupaciones políticas: Movimiento de Conciliación Nacional, Movimiento de Integración Democrática, el Grupo Independiente Amiama Tió, la Alianza Social Demócrata y el Partido de Acción Constitucional.  Sin embargo, el Partido Demócrata Popular, dirigido por Luis Homero Lajara Burgos, decidió participar. Dicen algunos que su decisión fue impulsada después de haber arribado a algunos acuerdos con el gobierno.  Las elecciones fueron celebradas en mayo de 1974 y sin sorpresas ganó el Doctor Balaguer, evidentemente con la mayoría que acudió a votar, que no representaba la mayoría con capacidad de hacerlo, pues hubo una altísima abstención de más del 50% de la población votante.

 

El tercer y último Gobierno del Doctor Balaguer en el período de los 12 años, que se inició en agosto de 1974 y culminó en 1978, tuvo algunas diferencias con los dos anteriores: la represión tuvo que disminuir gracias a la presión internacional. En 1976 ascendió Carter al poder en Estados Unidos, y en 1977 fue reconocido el Partido Comunista Dominicano. El gobierno mantuvo la ayuda externa y, sobre todo, la política asistencialista y clientelar.  Era evidente que el modelo entraba en una fase de agotamiento.  El descontento popular se acrecentaba.

 

 

La experiencia electoral de 1974 fue quizás la causa de un proyecto de ley que presentó la Junta Central Electoral a través del Senado.  Las elecciones de 1974 en la que solo participaron dos partidos políticos, el Partido Reformista y el Partido Demócrata Popular, así como la abstención de los partidos, la necesidad y el deseo del Doctor Balaguer de permanecer en el poder y el inminente proceso electoral de 1978, fueron motivos suficientes para que la Junta elaborara un proyecto de ley que buscaba modificar los artículos 65 y 87 de la Ley Electoral sobre el reconocimiento de los partidos y el número de afiliados para mantener dicha legalización.

 

 

El proyecto planteaba que los partidos políticos perderían su reconocimiento legal si se abstenían de participar en dos elecciones consecutivas. También establecía la extinción de la personería jurídica a aquellas organizaciones que predicasen o pusieran  en práctica teorías y doctrinas contrarias a la forma de gobierno que la Constitución señalaba. El proyecto de ley señalaba que ante dos abstenciones. la Junta declararía extinguida la personería jurídica del partido que incurriera en ellas y por la misma decisión ordenará el cierre del expediente y su depósito en el archivo de la Junta. La decisión de la litis, que era inapelable y definitiva, versaría únicamente sobre la existencia o inexistencia del partido. Conforme a la modificación al artículo 65 en su acápite (a), los partidos conservarían su reconocimiento con un número de afiliados no menor del 5% del número de electores inscritos en el Registro Electoral. La Ley electoral vigente para la época establecía que el partido debía contar con un número de afiliados no menor del cinco 5% de electores que hubiese concurrido a la elección general inmediata.

 

El artículo 87 se proponía además, modificar estableciendo que las candidaturas independientes de carácter nacional, provincial o municipal que surgieran en cada elección deberían ser declaradas por la JCE 120 días antes de cada sufragio.  El artículo vigente establecía sólo 90 días. [7]

 

Evidentemente que el proyecto trajo recelos entre las agrupaciones políticas. En vista de la lluvia de cuestionamientos surgidos a raíz de la presentación del proyecto se decidió celebrar vistas públicas.   Los partidos políticos defendían el derecho a no participar en las elecciones. De aplicarse la modificación, la mayoría de las organizaciones políticas quedarían en la ilegalidad.  Se criticó también el aumento de la membresía para obtener o mantener el reconocimiento legal.

 

En vista de los comentarios y recelos provocados por el proyecto, el Presidente del Senado doctor Adriano Uribe Silva, pidió a la comisión especial que elaborara el informe con rapidez.  Un grupo de organizaciones políticas pidió también a la JCE que se reuniera con todas las organizaciones políticas reconocidas para discutir el proyecto. Los partidos que elevaron la solicitud a la JCE fueron los siguientes: Revolucionario Social Cristiano (PRSC), Quisqueyano Demócrata (PQD), Unión Cívica Nacional (UCN), Movimiento de Integración Democrática (MIDA), Movimiento de Conciliación Nacional (MCN), y Movimiento Municipal del Pueblo (MMP).[8]

 

En 1977, el proyecto fue de nuevo retomado y aprobado por el Senado. En efecto, en mayo de ese año, fue convertido en ley. A partir de entonces, los partidos políticos perderían su reconocimiento legal si se abstenían de participar en dos elecciones consecutivas. Con esta enmienda, se retiraba la facultad a la Junta Central Electoral (JCE) para declarar la extinción de la personería jurídica a aquellas organizaciones que predicaran o pusieran  en práctica teorías y doctrinas contrarias a la forma de gobierno que señalaba la Constitución. Conforme a la modificación del artículo 65 en su acápite A, los partidos conservarían su reconocimiento con un número de afiliados no menor del 5% del número de lectores inscritos por el Registro Electoral. [9] Así pues, el polémico proyecto de ley fue aprobado, a pesar de las oposiciones de la mayoría de los partidos políticos.  Quizás era una forma de obligarlos a no abstenerse en las elecciones nacionales, vista la experiencia de la elección de 1974, donde solo concurrieron dos partidos: el reformista y el demócrata popular. La abstención no sería más, de acuerdo a la modificación de la ley, una expresión de lucha de parte de las organizaciones políticas, sino una forma de auto excluirse que podría culminar con la pérdida de su propio conocimiento.

 

Pero ya Balaguer estaba en fase de decadencia. En 1977, era evidente que el Gobierno de los Estados Unidos ponía distancias con el Gobierno reformista.  Por diferentes vías, dirigentes y funcionarios norteamericanos hablaban abiertamente de la necesidad de que la República Dominicana iniciara un proceso de apertura democrática.

 

 El modelo político del Doctor Balaguer llegaba a su fin. En mayo de 1978, fueron celebradas las elecciones. El PRD, con Antonio Guzmán y Jacobo Majluta a la cabeza  ganaron arrolladoramente la contienda. Las elecciones en las que Antonio Guzmán fue electo Presidente, fueron dramáticas y  traumáticas.  Los sectores que apoyaban a Balaguer no querían perder los privilegios que otorgaba el poder absoluto, por eso la noche del 16 de mayo de 1978, mientras el país y el mundo esperaban el conteo de los votos, a las 3 de la madrugada del 17 de mayo, en el momento en que la Junta Central Electoral informaba que el partido opositor aventajaba en votos al gubernamental, el caos se apoderó del país, cuando un oficial del ejército detuvo la transmisión de los cómputos que se hacía por radio y televisión. Mientras eso ocurría, soldados armados se rodeaban la Junta Central Electoral con banderas rojas en sus armas, aclamando el triunfo del partido oficialista.  Ante la ocupación militar de las oficinas, los miembros del organismo electoral se vieron obligados a abandonar apresuradamente sus tareas.  En el resto del país, los secretarios y los Presidentes de las Juntas Municipales huyeron o se escondieron para evitar la represión.  Este hecho se conoce popularmente como el “Juntazo”.

 

El país se detuvo.  Comenzaron las protestas nacionales e internacionales  pidiendo el respeto a la voluntad popular.  Comenzaron las negociaciones entre los partidos.  Estaba claro que los aires de Washington eran democráticos y no apoyaban los intentos golpistas de sus otrora aliados.  Jimmy Carter había asumido la Presidencia de los Estados Unidos y buscaba cambiar la imagen del imperio.  Los golpistas intentaron también buscar apoyo de otros gobiernos latinoamericanos, pero sin éxito. 

 

 

El resultado fue muy interesante.  Mediante el llamado “Fallo Histórico”, la Junta Central Electoral provisional, porque la otra se desintegró, pronunció un dictamen con el cual sustituía la decisión de las urnas, despojando al PRD de cuatro curules en el Senado, dando el triunfo al Partido Reformista en 12 municipios. De esta manera, el  Partido Reformista tenía el control en el Senado con 15 Senadores, mientras el PRD se quedó con 12. A nivel de diputados el PRD quedó con la mayoría en una relación de 49 diputados contra con 43 del Partido Reformista.  El fallo de la Junta Central Electoral trajo muchas reacciones.  Balaguer, por supuesto lo apoyó.  Era su mejor salida.  Perdía la presidencia, pero obtenía  curules que no había ganado.

 

La decisión salomónica de la junta fue confirmada en la publicación oficial.  Este hecho se conoce como el Gacetazo, pues se alteró el texto de la ley mediante un simple cambio en la Gaceta Oficial del Estado, de esta manera se otorgó facultades excepcionales a la Junta para la celebración de elecciones complementarias.  En ese ambiente político se inició el nuevo Congreso después de las elecciones celebradas en mayo de 1978. 

 

El PRD  por su parte estaba dividido.  José Francisco Peña Gómez y un gran grupo de militantes se oponía al llamado fallo histórico.  Invitando incluso a las masas perredeístas a una protesta pública.  Antonio Guzmán por su parte, recibía presiones internas y externas para que aceptara el fallo de la Junta.    El PRD decidió recurrir en julio de ese histórico año a los mecanismos legales. Primero impugnó los resultados y luego, depositó en la Suprema Corte de Justicia los documentos de impugnación de la sentencia de la JCE para que fuese declarada inconstitucional.  Asimismo, Antonio Guzmán se reunió con los jefes militares y les solicitó el apoyo a la voluntad popular.  Finalmente, el 26 de julio de 1978, la Asamblea Nacional en reunión conjunta oficializaba la elección de Antonio Guzmán como Presidente de la República y a Jacobo Majluta como Vicepresidente.  Se había cerrado con escollos y sinsabores una prolongada crisis política.



[1] Cf. Julio Genaro Campillo Pérez, Elecciones Dominicanas. Contribuciones a su estudio, Santo Domingo, Academia Dominicana de la Historia, 1982.
[2] Instan Senador proponer ilegalización comunismo, El Caribe, 7 de septiembre, 1963
 
[3] Senador dice Presidente conoce sus atribuciones, El Caribe, 13 de septiembre, 1963
[4] Libertan dirigente PRD y a 2 ex legisladores, El Caribe, 2 de octubre, 1963
[5] Reenvían Causa Contra Ex legisladores de PRD, El Caribe 7 de diciembre de 1963
 
[6] Cf. Julio Genaro Campillo Pérez,  Op. Cit.
[7] Legislativas, El Caribe, 21 de agosto de 1976
[8] Piden informe proyecto sobre abstención partidos,  El Caribe, 21 de octubre de 1976
[9] Legislativas, El Caribe, 14 de mayo de 1977

No hay comentarios:

Publicar un comentario