viernes, 8 de marzo de 2013

Papel de los intelectuales


ENCUENTROS

 

Los intelectuales y la esperanza ¿Una paradoja?

 

Por Mu-Kien Adriana Sang

 

“...Usted ha contemplado con el interés del amigo el estado ded mi alma y la ha visto enferma; ha examinado mi corazón, y ha descubierto en él una herida profunda que jamás podrá y se ha conmovido; ha querido proporcionar un alivio a los sufrimientos de mi espíritu y sin quererlo, ha levantado un exremo de la lápida que cubría todas mis ilusiones...” Ulises Francisco Espaillat.

 

Estas palabras fueron escritas por Ulises Francisco Espaillat a su amigo Luperón, una vez volvió a Santiago, su ciudad natal, cuando se vió en la necesidad de renunciar al poder, producto de los múltiples movimientos armados y de protestas.  El hombre inteligente, que tenía propuestas para todos los males del país, regresó frustrado, herido y profundamente triste a su casa, guardando en un lugar lejano sus cientos de fórmulas salvadoras de la calamitosa situación económica, social y política que vivía su República Dominicana.

 

Una vida entera intentando contribuir al desarrollo de su país como político primero,  y luego desde su posición de hombres de letras. Espaillat fue un activo militante en las filas liberales. Por eso no dudó en participar de forma activa en los aprestos liberales por hacer una nueva Constitución más acorde con la vocación con sus postulados políticos.  En agosto de 1857 fue designado miembro de la comisión redactora del decreto de convocatoria de la Constituyente y para diciembre de ese año es electo diputado por Santiago en el Congreso Constituyente de Moca.  El resultado de este proceso, ya lo sabemos, fue la creación de la Ley Fundamental dominicana más avanzada y liberal del siglo XIX.  Los conservadores lucharon ardientemente por sustituirla, y por eso, Espaillat, alineado con sus partidarios defendió la validez de esa Constitución liberal, asumiendo la dirección de la Junta Constitucional creada en Santiago con el firme propósito de defender la llamada Constitución de Moca.  EL movimiento fracasó, los adversarios eran más poderosos.  La pieza fue sustituida por un documento esencialmente conservador y radicalmente diferente.

 

Las incorrectas decisiones del Gobierno de Anexión, provocaron el descrédito de sus dirigentes La caída del Gobierno Español estaba anunciada. El movimiento restaurador que se inició formalmente en agosto de 1963, abrió de nuevo las puertas para que Espaillat se reiniciara activamente en sus afanes políticos. Participó como revolucionario destacado de la guerra restauradora, siendo uno de los firmantes del Acta de la Restauración en septiembre de 1863 y ocupando puestos relevantes en el Gobierno Revolucionario, como la Vicepresidencia. Triunfó la revolución, no así los liberales.  Buenaventura Báez aprovechó la confusión para capitalizar el escenario político.   Ulises Francisco Espaillat enfrentó a lider rojo, hasta llegar incluso a la cárcel por oponerse a la Anexón a los Estados Unidos. En 1876, aceptó, luego de rechazarla una y otra vez, la nominación presidencial. Ganó arrolladoramente Prestó juramento el 29 de abril del 1876. En sus pocos meses de gestión abogó por el respeto a la Ley, única garantía, decía, de que la ciudadanía se sintiera verdaderas garantías de la convivencia mutua. Pero la algarabía duró poco.  El pensamiento y la acción de Espaillat estaban muy adelantados para una sociedad dominicana con una cultura política tan atrasada.  El 15 de julio de 1876, a menos de tres meses de haber asumido la Presidencia de la República tuvo que declarar el estado de sitio en las provincias de Santiago.  En octubre de 1876, después de fuertes enfrentamientos armados, y en procura de que no corriera más sangre, Espaillat decide asilarse en el Consulado de Francia. Con la renuncia de Espaillat, los buitres de la política criolla se encargaron del resto.  Ignacio María González, Cesáreo Guillermo y Buenaventura Báez se dieron cita para subir, bajar, enfrentarse, derrocarse y atacarse mutuamente.  Como antes, y como siempre, los ascensos y derrotas, los juegos de culpas y disculpas estuvieron, una vez más, a la orden del día en la política dominicana. 

 

Las huellas de esta terrible experiencia fueron tan grandes y profundas, que no pudo volver a ser el de antes. Decidió apartarse para siempre de la política. Se sumergió en el olvido de su ciudad natal. Las grandes propuestas para solucionar todos y cada uno de los males de la sociedad se convirtieron en pesadillas y lamentos. Murió en 1878 de difteria. La muerte de Espaillat dejó profundas huellas en la intelectualidad liberal de la época. Había fracasado una esperanza.

 

 

 

 

“Sí me parece una fórmula absolutamente exacta. Albert Camus decía una frase que ahora comparto absolutamente: cuando un problema pasa del plano político al plano moral es cuando realmente el problema puede empezar a resolverse. Yo creo que es absolutamente exacto.  Los problemas políticos me interesan en cuanto plantean problemas de tipo ético...”  Mario Vargas LLosa

 

“ Un escritor puede ser siempre intelectualmente íntegro, y no recurrir en el estereotipo, en el cliché o en la pura mentira retórica para conseguir el aplauso de un auditorio...” Mario Vargas Llosa.

 

 

Quiero finalizar estas palabras con unas reflexiones finales. Me valdré de Azorín, el intelectual español nacido en las postrimerías del siglo XIX (1873 –1967). José Martínez Ruiz, mejor conocido por su seudónimo Azorín, fue uno de esos hombres de pensamiento  que marcó su época. Su sagacidad y verbo explícitamente crítico lo hizo constituirse en un referente obligado, tanto de sus partidarios como de sus adversarios de su España natal.  Fue también el creador del movimiento literario conocido como la “Generación del 98” que permitió la renovación de la literatura española de su tiempo. El Político, su obra mas conocida, fue escrito en 1908, es uno de sus grandes legados. Un pequeño libro lleno de verdades y reflexiones, escrito en un estilo “breve, preciso y claro”, como él mismo lo definió. La pequeña obra termina con un “Epílogo Futurista”, que resume la conversación entre un alumno y su maestro. El maestro le dijo a su discípulo que hablar de la historia y los grandes problemas de la humanidad es mucho más fácil que hablar del honor. “Le he explicado a usted, decía el Maestro, lo que eran las ciudades, los pobres, las fábricas, el jornal, las monedas, la cárcel y los fusiles, pero no puedo explicarle a usted lo que era el honor”.  El alumno escuchó con atención y luego dijo: “Tal vez ésta era la cosa que más locuras y disparates hacía cometer a los hombres”.  Es posible respondió el maestro.  

Las verdades de El político de Azorín, tienen vigencia, casi 100 años después de haber salido a la luz. Como antes, la fuerza, y no la razón ni el amor a la humanidad, es lo que  se ha impuesto al mundo.  El Honor continúa siendo un espejismo, pero más que todo una mentira. 

La defensa al poder establecido, a intereses políticos particulares en detrimento del bien común, es lo que ha primado en los políticos del mundo. Arturo Logroño no fue una excepción.

 

 

Es posible que hoy, después que el marxismo entró en crisis conceptual y práctica, una vez finalizada la guerra fría, iniciada la globalización, la nueva guerra santa contra el terrorismo mundial, no tengan mucho sentido sus postulados de Espaillat.  Es también casi una certeza que sus propuestas políticas, nacidas al calor de las luchas políticas del momento y producto de una República Dominicana de hace casi dos siglos, carezcan de validez en una actualidad convulsionada y en una realidad sometida al rigor y las exigencias de un mundo altamente tecnificado.  La vida evoluciona, el pensamiento también. Sin embargo, el Espaillat ético, propositivo y crítico de su herencia es intemporal.  Y ahí, afirmo convencida, es que está la clave del papel intelectual: ser un referente crítico-ético de la sociedad.  Y es justamente en este ejemplo de virtud humana y política donde radica la riqueza del ejemplo de Espaillat. Desapareció hace más de un siglo, pero aún sigue vivo hoy, como seguirá viviendo por siempre.  La defensa de la ética, de la institucionalidad democrática, el progreso económico y social y la justicia y la paz son y seguirán siendo valores y principios, hitos e ideales imperecederos. La esperanza es un ejercicio cotidiano que nace a partir de sos opciones complementarias: la opción crítica con el presente y la soñadora del futuro.  Realismo soñador es la clave para seguir adelante.  ¡A soñar sn deslumbrarnos! ¡A mantaner la esperanza sin dejar de ser críticos! ¡A decir lo que pensamos, sin dejar ser respetuoso con el poder, no ser geneflexos con él! 

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