viernes, 8 de marzo de 2013

Un testimonio sobre migracion china


 

 

 

 
 
 
De dónde vengo
Ensayo para una Autobiografía
existencial
 
 
POR:
MU-KIEN ADRIANA SANG
 
 

 

 

 


 

 

 

 

Buenas tardes, a todos los familiares, amigos y amigas que acogieron el llamado del Patronato Cibaeño contra el Cáncer y la Escuela de Educación Especial, con el patrocinio de la Editorial Norma.  Esta es una tarde, muy muy espcial.

 

Como saben, el domingo 18 de febrero, día de celebración del nuevo inicio del año lunar, lanzamos este libro en el maravilloso marco del Barrio Chino, gracias a la diligente plimita Rosa Ng, Presidente de la Fundación Flor de Todos, la dinámica quien ha asumido el apostolado de mantener viva la herencia milenaria de nuestros ancestros.  Norma se sumó a aquella aventura, no sin tener algunas dudas. Guillermo Cote, el dinámico representante de la Editorial Norma, acogió con entusiasmo el proyecto del libro y aceptó el riesgo de ponerlo a circular aquí en ese lugar tan sui géneris.   Patricia Urrutia se encargó de hacerlo posible, como se ha empeñado en el día de hoy.

Otro amigo llamado Andrés, se encargó de hacer la presentación, leyendo el prólogo. En esta tarde, un Andrés muy especial, uno de los mejores amigos de nuestro padre, Andrés Peralta., a quien agradezco profundamente estar aquí presente.

A ustedes aquí presentes. Gracias por acompañarme en un día tan especial. Tres meses después que el cerdo hizo su aparición, y augura un año, ¡eso esperamos! de opulencia y prosperidad.  Es más, afirman, y vamos a creerlo, que el año del cerdo debe ser una época donde imperen la abundancia y el éxito.

Este lugar es muy apropiado. En esta sala estuvo muchas veces nuestros padre hablando sobre planes y programas.  Esta sala recibió su energía, su risa contagiosa. Esta sala, este lugar que él vio nacer y crecer, es testimonio de sus angustias y sus últimos suspiros. Así pues, como dije antes, no podía ser más apropiado el lugar para poner a circular de nuevo este puñado de sentimientos, pensamientos y reflexiones.   Aquí en Santiago, la ciudad que tanto amó, donde papá  vivió hasta su último suspiro, presento a la comunidad santiaguera este manojo de sentimientos y recuerdos, cuyo título ustedes comprenden bien: De Dónde Vengo.

La mayoría de ustedes me conoce desde niña. La mujer que escribió estas páginas cargadas de recuerdos lleva en su sangre una simbiosis entre oriente y occidente.  Soy Mu-Kien, un nombre oriental que significa belleza sutil, y cuyo segundo nombre es Adriana. Una fórmula utilizada por nuestro padre para dejar constancia de esa hibridad de nuestras vidas. Soy la mujer historiadora que nació bajo el signo de Virgo, un año en que la oveja nos visitaba desde oriente hace más de cinco décadas.  Soy quizás la historiadora que utilizó como excusa este oficio para buscar explicaciones racionales a su propia identidad.  Soy Mu-Kien la mujer que también es esposa, rol que entraña sus obligaciones y su propia dinámica; y que debe compartir, atropelladamente a veces,  con las otras facetas que integran su existencia. Soy simplemente una mujer, con miles de fantasmas no superados; la mujer de las dudas, de los sueños no concluidos.

Y así, asumiendo simplemente lo que he sido ayer y lo que el destino me ha convertido hoy, decidí hace unos años que el mañana ya no es preocupación ninguna  porque he tenido la enorme dicha de haber vivido. Hace varios años, un día cualquiera, nació la idea de escribir este proyecto. Se lo comuniqué a mi esposo Rafael quien lo compartió con entusiasmo.  Lo acaricié durante mucho tiempo. Razones laborales, personales y otros compromisos de investigación, me obligaron a detenerlo. Escribí  a retazos, cuando el tiempo y la paz me lo permitieron. 

De donde vengo es, como su título bien lo define,  un ensayo de autobiografía existencial.  Recurrí a las fuentes privilegiada de los recuerdos y los sentimientos.  Reproduje muchas escenas familiares con algunos de sus diálogos. Evidentemente,  como bien dijo una vez Saramago, los recuerdos son siempre selectivos, y la memoria solo sella aquello que interesa o conmueve a su interlocutor. A medida que fui escribiendo, los sucesos se aparecían uno detrás de otro, sin parar y de forma atropellada. Las palabras nacieron y fluyeron sin detenerse porque venían desde lo más profundo de mi corazón. Mis dedos se movían rápidamente al compás de mi excitación.  Mientras escribía lloraba, reía, me emocionaba y volvía a escribir…, volvía  llorar y volvía a recordar…. Como bien describió Andrés L. Mateo este libro es un viaje.  Un viaje al centro de mi corazón, a la realidad de mi propia vida, y sobre todo a la realidad de los hombres y mujeres que se lanzaron a la aventura buscando mejor vida.  Soy hija, como mis ocho hermanos, de un hombre que decidió cambiar su suerte, y se lanzó a la aventura, al mundo desconocido, en pos de un mejor futuro.

Con estas páginas he querido expresar públicamente mi admiración y reconocimiento a los seres que como papá asumieron con valentía las penurias de sus vidas y de sus realidades. Reconocimiento y respeto a los hombres y mujeres que han luchado, se han enfrentado y han vencido las duras y grandes adversidades de sus patrias de adopción.  Desde todos los tiempos, los seres humanos han partido de todas partes para llegar a cualquier parte. Este particular viaje mío al pasado no es más que un llamado a la reflexión. ¿Por qué la humanidad se ha empeñado en la exclusión? ¿Por qué algunos sectores de la humanidad se han autodefinido como superiores? ¿Quién les otorgó ese poder? ¿Por qué convertirnos en verdugos, cuando en la historia de la humanidad hemos sido también víctimas? ¿Por qué no pensar en la patria grande que somos todos, que es la humanidad toda entera?

Mi padre vino desde la lejana China continental.  El sueño americano fue su norte. El Caribe se interpuso a sus deseos. Entonces, después de un fallido intento de volver a reiniciar su vida en su amada China, decidió regresar una vez más a la República Dominicana, quemar sus naves para quedarse en esta media isla y echar raíces.  Al final de su vida fue reconocido por la misma sociedad que inicialmente lo marginaba y excluía. ¡Cuánto habrá sufrido en ese esfuerzo!

Agradezco profundamente a Dios y a la vida la oportunidad de haber nacido en una familia singular.  Singular por el gran número que componen sus miembros, singular porque sus guías además de luchar,  trabajar y labrarse un futuro formaban parte de varias culturas y etnias.  Singular porque aprendí, sin quererlo, la riqueza de la multiculturalidad,  a ser diferente física y culturalmente.  Soy santiaguera, soy cibaeña, soy dominicana, soy caribeña y también china.   ¿Qué soy? ¿Qué he devenido? Son las preguntas que nacen en este libro. Después de narrar y defender que nací en esta tierra, que he luchado en estos mares, que defiendo la hibridad como una riqueza. Me pregunto, me pregunto ¿Quién se atreve a negarme mi dominicanidad?  ¿Quién podría tener la osadía  por negarme lo que me he ganado? ¿Quién puede atreverse a quitarme lo que por derecho propio me pertenece? Ese es el centro de la reflexión de este libro.

Permítanme para finalizar hacer algunos agradecimientos.

A LA EDITORIAL NORMA porque asumió el proyecto con entusiasmo.  Un día su principal responsable fue a visitarme y le ofrecí el trabajo sin muchas expectativas. Tiempo después me llamó para darme la grata noticia de que el trabajo sería publicado.

Al amigo Andrés L. Mateo, porque para mí resulta un gran honor el hecho de que haya escrito el prólogo. Creo que nunca le he dicho lo mucho que admiro su prosa y la profundidad de sus ideas.  Gracias Andrés porque con este libro inicio el viaje hacia la escritura de la que siento.  Cansada de lidiar con lo que pienso, decidí tomar un descanso de la racionalidad histórica y de los artículos de opinión para dar riendas sueltas a los sentimientos y a las reflexiones, en procura quizás de escape a una realidad que se resiste en ser transformada.

A la PUCMM porque ha sido una escuela, un espacio para el desarrollo, un apoyo incalculable a todos mis proyectos.  A mis compañeros de labores de tantos años, y muy especialmente al rector, Monseñor Agripino Núñez.

A mis amigos y amigas que han acudido a acompañarme en esta hermosa tarde de febrero, celebrando el año nuevo según establece el calendario lunar, en este espacio tan significativo y bajo este inmenso arco que grita a los cuatro vientos, ¡somos diferentes, pero somos de aquí!

A mi inmenso universo familiar. A los casi 40 miembros de ese clan, hermanas, hermanos, cuñados, cuñadas, sobrinos y sobrinas porque han completado y facilitado el tránsito por el camino de mi vida.

A mi familiar nuclear, a mi muy amado esposo Rafael, a mis hijos heredados y nacidos del corazón, Arancha y Rafael, a Rocío, mi otra hija, y muy especialmente al nuevo miembro Rafael Eduardo, por haber rescatado en mí la risa, la inocencia, la risa y la alegría de descubrir lo maravilloso que es el simple hecho de vivir.

A mi madre Ana, dolorosamente ausente, un ejemplo de trabajo, entrega y amor incondicional.  Porque tu silencio, tu mirada, reprochando o aprobando mis acciones, me acompañan todos y cada uno de mis días.

Finalmente a mi padre Miguel Sang. A su osadía, a su valentía, a su firme decisión de no dejarse vencer dedico este acto. Papá  es sin duda alguna el protagonista principal del libro y de este acto, por eso quiero expresarle un agradecimiento sincero y especial. Gracias papá porque fuiste valiente. Gracias por no haber sucumbido a las adversidades; por haber decidido partir a la aventura sin más equipaje que tus sueños e ilusiones; por habernos enseñado que el trabajo honrado, serio y tesonero  es el camino correcto. Gracias por tu consejo de que los problemas son solo obstáculos, que las caídas no son más que motivos para levantarse. Gracias especiales por haber amado tanto a mamá; por habernos enseñado que  la familia, con todas sus adversidades, alegrías y diferencias ha de ser el sostén de cada día. Gracias por  haber luchado tanto para legarnos a nosotros, tus hijos, un presente distinto al que tú heredaste. Gracias papá por tus abrazos, tus reprimendas, tus sermones y tus enseñanzas.  Gracias papá por habernos regalado esta identidad híbrida, bifurcada  y contradictoria a veces. Gracias por habernos hecho diferentes, porque nos ha convertido en seres más fuertes para enfrentar las durezas de la realidad. Tus hijos aceptan, aceptamos, con alegría tu principal enseñanza de que el maravilloso designio de la humanidad ha de ser solo uno, sin distinción de raza, color o clase social. Gracias papá porque dándote las gracias, damos gracias también a los hombres y mujeres que parten, que se arriesgan, que luchan y no se dejan amilanar ante las dificultades. Gracias papá por la simple dicha de haberte tenido.
M

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