LA
FORMACIÓN DOCENTE ¿ UNA INVERSIÓN PARA
EL FUTURO?
Por
Mu-Kien Adriana Sang
La formación
docente ha sido uno de los grandes temas de la educación en América Latina, y
por supuesto, en República Dominicana. Como señala Roggi.[1],
la demanda del sistema educativo es una espiral en constante crecimiento, por
el simple hecho del aumento poblacional y porque nuestras sociedades han
establecido exigencias nuevas basadas en nuevas competencias. Pero, como afirma
el autor, todo esto sucede en el contexto de una imagen desvalorizada de la
enseñanza que se proporciona: hay en el imaginario colectivo una imagen
desvalorizada del producto del sistema que también significa una presión sobre
la formación docente.
Al hablar
de formación docente se impone la pregunta ¿existen personas que desean
estudiar educación? La respuesta es
simple NO. Existen estudios en América
Latina que demuestran que los estudiantes que ingresan en los programas de
formación docente tienen logros educativos inferiores al resto de las carreras
universitarias y muy inferior a los requerimientos que se le van a exigir a lo
largo de las carreras. Más aún, los
estudiantes que aceptan estudiar la carrera de educación es porque no tienen
otra salida para su movilidad social.
Dicho de otra manera es una actividad marginal orientada a una población
también marginal.
Los diversos
agentes de cooperación internacional han financiado programas de formación
docente para maestros y maestras en servicio.
La inversión que se ha hecho en República Dominicana y América Latina no
ha tenido el efecto positivo a nivel de la calidad. Según afirma Roggi: Todos
coinciden en que la formación debe estar unida a la capacitación en
servicio... No se ha logrado que la
política de capacitación en servicio sea coincidente en sus fundamentos
teóricos a la formación docente. Es decir que formación docente y
capacitación en servicio tengan una misma orientación pedagógica aún cuando
estén dadas en diferentes instituciones. Lo que ha pasado es que los
institutos de formación docente en América Latina no han recibido los recursos
para hacerse cargo de la capacitación porque el dinero ha ido siempre a los
organismos centrales que no se desprendieron de la capacitación. Siempre hay
programas nacionales de capacitación en servicio que competirían con los
institutos superiores si estos desarrollaran realmente acciones de capacitación
docente.[2] Roogi
concluye su interesante artículo señalando que en nuestros países hemos formado
maestros “bisagras”, ya que está entre la escuela vieja y la escuela nueva.
Una escuela vieja que nadie respeta y una escuela nueva que todavía no se sabe
cómo va a ser.
Cayetano de Lella [3],
en un interesante trabajo presentado en un Seminario sobre Formación Docente
celebrado en Perú en 1999, plantea que la formación docente en América Latina
está doblegada e influenciada por varios factores, muchos que se presentan como
obstáculos, otros como realidades a enfrentar y otros como oportunidades,
veamos saber:
1. La
globalización inequitativa y excluyente, con imposición de ajustes
estructurales.
2. El
predominio de la lógica de mercado, donde el trabajo es un bien de uso que se
compra al menor precio posible.
3. Entre
los principales efectos sociales se ubican: el aumento, al parecer imparable,
de la desigualdad, de la pobreza y del empobrecimiento, hasta niveles
impensables de miseria; la precarización del empleo; el desempleo abierto o
encubierto; la violencia social de todo tipo –no solo simbólica-.
4. El
impacto de los nuevos desarrollos científicos y tecnológicos, particularmente
de la informática y de la comunicación a través de todos los medios.
5. Las
culturas híbridas. Predominio de la imagen sobre el texto escrito, la
inmediatez, la pluralidad, la incertidumbre, la sospecha critica sobre los
grandes relatos y sobre la ciencia misma.
6. La
valorización de las diversidades, incluidas las étnicas; de la sexualidad; de
lo local y regional; de las normas no universales.
7. La
emergencia de un nuevo paradigma de desarrollo Humano integral, de una nueva solidaridad
y cooperación internacional.
Como dice el autor el panorama
que se nos presenta es ambiguo, a veces impredecibles y muchas veces también indeseables. Ante esa
realidad, se impone la pregunta ¿Cuál puede ser, en este contexto, el papel
de la escuela; qué docente querremos formar; cuales han de ser las políticas y
estrategias de formación docente?[4]
Sostiene
también que en la carrera docente se ha
“proletarizado”, debido a la escasez de incentivos que se ofrece a los
profesores. El proceso prolongado y consistente de
creciente proletarización docente es semejante al de otros trabajadores. Abona
esta posición el deterioro de las condiciones de empleo y trabajo y, en
particular, del salario docente, que en la región ha sido mayor que el del resto
de la administración publica...
.
La experiencia ha
demostrado que al docente se le exige cada vez más y la sociedad le ofrece cada
vez menos. Al docente se le exige estar al día en el conocimiento, utilizar
metodologías nuevas y novedosas, ser ejemplo de vida para los jóvenes, pero el
nivel de exigencias no se compara con el las satisfacciones. Los salarios
siguen siendo pobres, teniendo que sumarse al pluriempleo estructural de
América Latina, lo cual repercute negativamente en la calidad. En este contexto,
los docente suelen responder ambivalentemente. Por un lado dicen asumir el rol
que les ha sido signado, supuestamente aceptando la intensificación como parte
de su eventual profesionalización, pero con una evidente y previsible
resistencia activa o pasiva, y por supuesto las acciones y reacciones del
sindicato, que en los últimos años se ha enfocado más a la labor reivindicativa
salarial perdiendo las demás perspectivas.
Sin embargo, como dice el
profesor Lella, con todas las limitaciones, problemas y circunstancias, el
quehacer docente tiene necesariamente una serie de obligaciones que
indiscutiblemente deben cumplir:
1.
La
obligación moral:
que no es más que el compromiso ético que implica enseñar
2.
2.
El compromiso con la comunidad:
la educación es una responsabilidad pública y social. Aquí, se plantea el
conflicto entre la autonomía del docente y su responsabilidad ante la sociedad.
3.
La competencia profesional: entendida como el
dominio de conocimientos, habilidades y técnicas del área del saber que imparte.
Hagamos una referencia
sobre el caso dominicano, para lo cual quiero hacer referencia a una excelente
conferencia que presentó la colega Dulce Rodríguez, de la Pontificia
Universidad Católica Madre y Maestra en marzo del 2003. La profesora Rodríguez [5],
maestra por vocación y con gran experiencia en la formación docente, hizo una presentación en la cual evalúa las
experiencia de los programas de formación docente en el país [6].
Entre los elementos
positivos, señala que todos los programas que se han desarrollado para la
formación docente han permitido:
Ø Mejoramiento de la
autoestima de los maestros y maestras en servicio
Ø Cierta mejoría del estado
de marginalidad socio-cultural del grupo participante
Ø Desarrollo de cierto
sentido de competitividad
Ø Mejoramiento del dominio
de los contenidos de las diferentes disciplinas
Ø Mayor motivación
Ø Mejoramiento de las
relaciones escuela-comunidad
Ø Apoyo de la Secretaría de
Educación y los organismos internacionales
En la exposición también
hace referencia a las debilidades de los programas aplicados, veamos:
Ø Los programas de
formación fueron concebidos sin tomar en cuenta ni las necesidades ni las
condiciones personales y profesionales de los profesores y profesoras
participantes.
Ø Grandes dificultades para
desarrollar el componente de práctica pedagógica
Ø Edad promedio superior a
los 30 años
Ø Bajo nivel cultural
Ø Estudiantes con
capacidades inferiores al promedio que ingresa a las demás carreras.
Ø Desmotivación de los
participantes por bajos salarios y largas jornadas laborales
Ø Sub utilización de los
servicios de apoyo institucional como bibliotecas y laboratorios por las
grandes distancias entre los lugares de residencia de los participantes y la
universidad.
Después de hacer este
análisis se pregunta la profesora ¿Han tenido impacto los programas? Su
respuesta es negativa. Los pobres
resultados de las pruebas nacionales así lo evidencia. Peor aún, después de haber pasado largas horas
en las aulas, la mayoría de los docentes no domina el contenido del currículo,
sigue aplicando viejas prácticas
pedagógicas y se evidencia una pobreza en las actividades de aprendizaje
y en el uso de recursos.
Plantea Dulce Rodríguez,
y yo comparto su opinión, que la falta de un verdadero compromiso para mejorar
la educación está en la clave de todos estos fracasos. Por otra parte, los maestros a pesar de los programas de
formación no han visto coronados sus esfuerzos con los incentivos prometidos,
tales como salarios y otras oportunidades como acceso a un mejor sistema de
salud, vivienda y recreación.
Al final de su
conferencia hace una serie de sugerencias:
1. Combinar las modalidades
presencial y a distancia en los programas, siempre y cuando se aseguren los
recursos necesarios.-
2. Aligerar la carga a los
docentes participantes, para que puedan dedicar tiempo al estudio.
3. Establecer altos
criterios de admisión
4. Elaborar programas
integrados de formación
5. Supervisar y evaluar a las instituciones formadoras,
estableciendo parámetros mínimos.
6. Reevaluar la decisión de
elevar las escuelas normales como instituciones de educación superior .
Concluye, y yo coincido
con sus ideas, que la formación docente no puede percibirse como un proceso
aislado, sino que debe concebirse como parte de un programa macro que busque la
excelencia educativa.
Los cuadros que exponemos
como anexo, reflejan cuantitativamente la realidad que aquí se describe. Se ha invertido mucho dinero, se han
“capacitado”, titulado, no dijo formados, miles de profesores a lo largo de los
años, pero esta inversión o no ha sido suficiente en calidad y cantidad o el
problema de la educación dominicana es más grave todavía.
ANEXOS
Estos cuadros fueron tomados del Informe del
INAFOCAM “Análisis situacional de las instituciones de Educación Superior que
forman docentes en República Dominicana.
Octubre del 2004.
[1] Véase a Luis Roggi, Los
Cambios en la formación docente en América Latina. Una perspectiva Comparada,.
www.utdt.edu/eduforum/ensayo9.htm - 22k
[2] Ibidem.
[3] Cayetano Lella Modelos y tendencias de la Formación Docente, I
Seminario Taller sobre Perfil del Docente y Estrategias de Formación (Lima,
Perú, septiembre de 1999)
[4] Ibidem
[5] Dulce Rodríguez, Formación
Docente, Experiencia y perspectivas, conferencia
[6]. Se refiere a los siguientes programas: 1,
Acuerdo Interuniversitario (SEEBAC, UNESCO-USASD-UNPHU, PUCMM) en 1972. 2.
Programa de Capacacitación de Maestros del nivel básico dentro del Proyecto de
Desarrollo de la Educación Primaria (PRODEP), 1993; 3. Programa de profesionalización
de Maestros y Bachilleres (PPMB)
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