ENCUENTROS
“Cerrando el círculo "
Por: Mu-Kien Adriana Sang
Escogiendo palabras llanas
Para expresar pensamientos simples
Repentinamente me encontré con un recluso,
Y me pareció ver el corazón del Tao.
Al lado del arroyo sinuoso,
Debajo de la sombra del pino oscuro,
Había un forastero llevando un haz de leña,
Y otro escuchando el laúd.
Y así, hacia donde me llevó mi fantasía,
Mejor que si lo hubiera buscado,
Escuché la música del cielo,
Sorprendido por sus raras melodías.
Ssu Kung-tu, poeta de la dinastía Tang.
Durante el mes de septiembre del año pasado di
cuenta, mediante cuatro artículos llamados “Reencuentro”, sobre el viaje a
China que hicimos una gran parte de la familia
Sang. Inicié así aquella serie de entregas: “El viaje a China
continental se constituyó en un punto de partida y llegada para reencontrarnos
como familia en el más amplio y profundo sentido oriental, por eso invitamos a
participar en el proyecto a algunos de los primos, así como amigos cercanos,
chinos por afección... Partimos el
miércoles 7 de agosto a un largo y hermoso viaje de tres semanas hacia China,
situada en el corazón del oriente, y sobre todo, cuna de nuestros antepasados.
Creo que para los hermanos Sang y los primos este viaje significó un
reencuentro con una parte vital de
nuestra identidad bifurcada. Somos
Dominico-Chinos, nacidos de la simbiosis y la doble raíz cultural y racial.”
En los artículos narraba de las visitas a Beijing, el
crucero por el río Yan Tse, la visita a Xian, Shangai, y finalmente la visita a
Cantón, la ciudad preferida de mi padre, su punto de referencia y el símbolo de
su imaginario oriental. “Al
llegar comprobamos que dejó de ser la aldea pobre que expulsaba a sus hijos a
la aventura marina, como hizo mi padre y millones de chinos que zarparon en
busca de mejor vida. Hoy es una ciudad importante que tiene más de 10 millones
de habitantes...La visita por las calles de Cantón tomó una
característica muy especial. A pesar de la terrible humedad y alta temperatura,
ninguno del grupo, y muy especialmente
de los siete hermanos se amedrentó. Intentamos abrazar en pocas horas
sus calles y rincones. Percibimos como las magnolias de Cantón, su flor
distintiva, está presente en todos sus parques.... Visitamos el monumento de SUN YAT SEN, el gran líder
chino, padre de la República, y el principal responsable de terminar con el
injusto régimen feudal e imperial...Era el lugar favorito de papá. En nuestra
historia familiar lo inmortalizó en
imágenes con fotos del 1947 y muchos años después durante su último viaje en
1979... Recuerdo perfectamente la escalera que lleva a la estatua del liberador
de China. En mis recuerdos infantiles,
Cantón era esa escalera... Al ver este monumento el corazón me latió aceleradamente. Vi el monumento y los recuerdos familiares se
me atropellaron uno tras otro...Bajo la sombra de un gran árbol, la emoción nos embargaba a todos y comenzamos
a llorar y a abrazarnos. Papá y mamá,
estoy segura, nos observaban felices desde el cielo...”
En Cantón,
bajo el árbol de Lychee, el Señor Chu, nuestro competente guía, nos habló
emotivamente y nos dijo que en la tradición china se habla de que cuando
alguien sale de la aldea en busca de mejor vida y regresa triunfante, lo hace
vestido de seda. Utilizó la simbología para decirnos que nosotros, los hijos de
Miguel Sang, habíamos regresado por él, también
cubiertos de seda.
Rosario Sang, una de las primas que nos acompañó en el
viaje, pudo visitar la aldea donde nacieron sus padres. Y aprovechando el momento, visitó la aldea
donde nació y pasó su niñez nuestro padre, Miguel Sang. Fotografió la casa y
pudo conversar con algunos de sus amigos. Con esta noticia, nos sentimos con la
deuda moral de llegar hasta allí Desde
que llegamos a principios de septiembre del 2001, mi hermana Mu-Yien, la
“matatana de los Sang”, movió cielo y tierra para contactar a alguien que
conociera a papá en su aldea nativa. Un primo, José Chiang, la puso en contacto
y coordinaron un encuentro. Un nuevo
viaje se organizó a China con el propósito de visitar el verdadero lar nativo
de nuestro padre. Esta vez fueron tres
de las hermanas y el primo Linkom y su esposa Orietta. Esta visita significó,
sin duda alguna, el cierre de un circulo importante en nuestras vidas.
No había pensado escribir sobre este asunto, pero el
“plimo de corazón” José Chez Checo y el hermano del alma, el Hermano Pedro
Acevedo, insistieron por separado que debía narrar esta parte de la historia.
Después de pensarlo mucho, decidí hacerlo. Cuando comencé a escribir, me di
cuenta que la carta-homenaje-recordatorio que se hizo para recordar a papá en
el décimo quinto aniversario de su partida, muy bien escrita por Mu-Yien, era
lo suficientemente clara y hermosa, y que por lo tanto lo único que debía hacer
era transcribirla. Hela aquí.
“Hoy tus hijos recordamos esta fecha con una tristeza
apaciguada por el tiempo transcurrido y por el conocimiento de que estás
acompañado por la persona que fue tu fiel compañera por 40 años, mamá, tu
querida “Doña Anda”, como graciosamente pronunciabas su nombre. Estamos aquí reunidos todos tus descendientes
directos... y de otras personas que forman parte de nuestro grupo familiar
ampliado y que se han unido para rendirte este tributo... 7 de tus hijos
pudimos llegar a tu querida y recordada China, a tu añorado Cantón. Regresamos
en tu nombre vestidos de seda a rendir tributo a nuestros abuelos, a cerrar ese círculo que iniciaste cuando
saliste a conocer otros mundos para tener una vida mejor para ti y tu familia.
Sabemos que tú también regresaste vestido de
seda; pero las circunstancias que en ese
momento existían en China no permitieron que disfrutaras con alegría ese
regreso. Nosotros lo hicimos por ti, con la diferencia de que regresamos más
orgullosos de saber qué clase de papá tuvimos, de la enseñanza sin palabras,
con ejemplos, que nos ofreciste de tu cultura y de tu renuncia, sin quejas, a
tu mundo para ofrecernos un futuro mejor.
Suk Yien, Suk Lang y Mu-Yien tuvieron el privilegio de
regresar y completar ese encuentro de nuestras raíces. Conocieron tu aldea, tu casa y tu gente, Sang
Hua Lin y su hermano Sian Buak; hicieron en tu nombre una ofrenda y
reverenciaron a nuestros antepasados, visitaron la tumba de tu papá, nuestro
abuelo y más que nada, disfrutaron el paisaje que rodea la aldea y que fue tu
mundo durante los primeros 14 años de tu vida.
La visita a la aldea nos enseñó un rasgo tuyo que siempre hemos
admirado: tu capacidad de ayudar sin estridencias a los demás, ayudas que sólo
tú y mamá sabían que se hacían. ¡Qué orgullosos nos sentimos cuando supimos que
el puente que comunica la aldea al lugar
de la tumba de los abuelos fue hecho con tu apoyo económico!.
Esta pequeña ofrenda que te traemos y que te
acompañará en tu lugar de reposo, está compuesta por tierra recogida de la
tumba del abuelo, callaos recogidos de los laterales del puente que ayudaste a
construir, algunas piedras recolectadas durante nuestra visita por el río
Daning, así como hojas tomadas de un árbol de Lychee que se encuentra en los
jardines del Monumento a la Memoria de tu líder, el Dr. Sun Yan Tze. La misma
representa el cierre del círculo de tu vida: el regresar a tu lar nativo.
Gracias Mamá por ayudar a Papá a ser el padre que fue. Siempre los
recordaremos.
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