Pensamiento caribeño en el siglo XIX. Hostos:
la soberanía, la democracia y el
Gobierno
Por: Mu-Kien Adriana Sang
sangbenmukien@gmail.com
@MuKienAdriana
La doctrina de la representación no
tiene por objeto el meramente asimétrico de interpretar la voluntad de la
soberanía por el número: tiene el objeto científico de obtener la mayor
expresión posible de la verdadera soberanía, que es el resultado de la suma del
mayor y el menor número de voluntades...
Si el mayor número es la fuerza el
menor puede ser el derecho; si la mayoría es la voluntad predominante, la
minoría puede ser la razón dirigente; si los más son el motor, los menos son el
freno... Hostos, Nociones de Derecho Constitucional
La riqueza
del planteamiento de Hostos sobre el ordenamiento de la sociedad, y la imposibilidad de abordarlo en dos
artículos periodísticos, me sentí en la obligación de continuar con el tema, a
riesgo de cansar al lector. El
trabajo rico, profundo y erudito de Wilkins Román-Samot[i]
me motivó a seguir profundizando, porque leer y trabajar un texto de tanta erudición
inspira a continuar.
Como vimos en los artículos anteriores, la libertad
y la autonomía constituyen elementos esenciales del pensamiento de Hostos. La pregunta que se impone es cómo se
vinculaba con el concepto de soberanía. A juicio de Román Samot, Hostos
condensa en este concepto sus ideas sobre derecho natural y el constitucional,
al intentar establecer la relación armónica entre la sociedad como todo y el
principio de que sólo el pueblo era el soberano.
La soberanía era concebida por Hostos como el
principio de las mayorías que "tomaba
forma mediante el acto natural de delegar aquella facultad que no podía ser
ejercida personalmente, y el otro acto natural de elegir para delegar en
algunos de los miembros de la sociedad que todos sus miembros reconocían no era
posible hacer de otra manera...Hostos consideraba que los dos medios naturales
que la sociedad empleaba para manifestar su soberanía eran necesarios para el
sistema político que se funda en bases naturales: la democracia representativa"
[ii]
Un elemento interesante es que si bien Hostos, como
lo hicieron los grandes pensadores del enciclopedismo francés, hablaba del
principio de las mayorías, defendía como parte del equilibrio de la sociedad el
poder de las minorías, porque constituían el contrapeso y sobre todo, el freno de las mayorías.
La soberanía, decía Hostos, tenía sus niveles.
Existía, como hablamos en el artículo anterior acerca de la libertad, la
soberanía municipal, la soberanía provincial, la soberanía de la nación y la
soberanía del pueblo. Claro está, la
soberanía suprema era la del organismo total. Establecía que el nombre de
soberanía se refería al poder social, y el concepto de poder a la capacidad del
municipio y la provincia. Así, decía, la sociedad tendría poder municipal,
poder provincial y poder nacional, que constituyen, la suma de las capacidades
de cada uno de esos órganos sociales; mientras que soberanía social indica la
suma de expresión de poder, la fuerza dispositiva de la sociedad en sus actos
como actividad que a su vez abarca a todas las demás actividades.
Aclarado el concepto de soberanía y del ejercicio
del poder, entonces Hostos dirige su mirada a la definición del Gobierno, al
que definía como la instancia que patentizaba las funciones electorales,
legislativas, ejecutivas y judiciales del Estado. Para él intelectual
puertorriqueño, el gobierno nace como la
necesidad natural, efectiva y permanente, que la sociedad tiene de subordinarse
a la ley general. Y por tanto las necesidades del Estado están ligadas a
diversas necesidades: la necesidad de elegir para distribuir y transmitir las
funciones del poder; la necesidad de someterse a la ley, ejecutarla y hacerla
cumplir; la necesidad de administrar los bienes materiales e inmateriales de la
sociedad; y, finalmente, la necesidad de juzgar y aplicar la ley para poder
establecer las responsabilidades correspondientes.
Hostos clasificaba al poder constituyente en varias
formas de gobierno. Para hacerlo había que partir de dos principios: la práctica política y la etimología. Sub clasificaba
a su vez el ejercicio gubernamental en simple y en mixta. La forma simple de
Gobierno es aquella en la que el poder político se ejercía por un solo órgano,
por ejemplo, la aristocracia. La mixta era la que el poder se ejercía por
varios órganos, como era el caso de la
monarquía constitucional.
La forma natural de gobierno era, según Hostos, era
aquella en que se reconocía la soberanía social como única fuente verdadero de
poder y aplicaba el principio de representación como único procedimiento lógico
para su ejercicio. Esa única forma natural de gobierno era la democracia
representativa.
Un elemento importante es que Hostos, a diferencia
de lo que se pudiese pensar, no estaba de acuerdo con el parlamentarismo como
freno al Poder Ejecutivo. El pensador
puertorriqueño la consideraba absurda y peligrosa, pues, decía, con ella se
reconocía como compatible la soberanía natural del pueblo y la soberanía
personal y convencional del monarca. Consideraba que el parlamentarismo tendía
a confundir funciones de poder que eran en su esencia muy distintas. Afirmaba que el parlamentarismo era una
consecuencia histórica del movimiento histórico de la sociedad inglesa y del Estado británico,
por tanto no había que repetirlo ni conceptualizarlo. Fuera de Inglaterra, insistía Hostos con
pasión, no podía ser aplicado, tal y como lo evidenciaba la historia
parlamentaria de las monarquías europeas que lo habían adoptado como sistema
político, y que no tenían los resultados esperados, porque no era factible, ni
era posible.
De estas ideas, es lógico deducir que Hostos era un
fiel defensor de la democracia representativa, porque a su juicio era el único
sistema que aplicaba el principio de la representación a todos los estamentos y
organismos de la sociedad y a todas las instituciones del Estado. Según Hostos
la democracia representativa era una forma de gobierno natural y mixta debido a
que reconocía la soberanía de la sociedad.
Así pues, sin duda
alguna, el educador puertorriqueño y de América, fue en su pensamiento y en su
práctica social un demócrata convencido, y por eso pensó, escribió y luchó para
que en su continente amado se pudiese poner en práctica un gobierno del pueblo,
que reconociera su poder y su
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