“Diario íntimo. Y Cinco. Un día más”
Por:
Mu-Kien Adriana Sang
Creo
Que mi
día de hoy
Es un
siglo de vida
Porque
al día de hoy
Agrego
todos los siglos
Que hoy
son días.
Creo
Que dudo
De mi
sinceridad
Cuando
quiere convencer
Y confío
en ella
Cuando
se ocupa
De
convencerme.
Creo
Que nada
Me está
prohibido
Si soy
yo
Quien me
lo prohíbo
Prohibirme
Es ser
libre,
No
prohibirme
Es ser
esclavo
Del que
me prohíbe.
Creo
Que es
bueno
Reírse
De uno
mismo,
Peor
reírse
De uno
mismo
Para
hacer llorar
A los
demás,
No.
Némer-
Ibn El Barud, La sabiduría Esencial
Durante los días que viví mi exilio dorado en mi
hogar, me pregunté una tarde ¿Qué día es hoy?
Y después de mucho pensar, me contesté ¡Es viernes!. Acto seguido me hice una nueva pregunta ¿Qué
hice hoy? Tuve que hacer un esfuerzo para recordar cuáles habían sido las
pequeñas cosas que habían llenado mi día.
Urgida de descanso, me dediqué
ese día únicamente a leer alguna novela, a ver la televisión, a descansar, a
escuchar el sonido del viento cuando chocaba con las ventanas de la casa, a
disfrutar del candente sol que se hacía más molestoso por la imposibilidad de
auxiliarme aunque fuese de un pequeño abanico. Aquella tarde de las preguntas,
después de lograr hacer el balance de aquel día, me pregunté ¿Tenemos
conciencia de cómo vivimos cada día y de lo qué hacemos?
Sometidos al ritmo angustioso de responder a las
demandas sociales, vivimos con una prisa tan absurda que al vivir no vivimos. Me pregunté ese día si había disfrutado del
caliente y aromático café de la mañana. En ese momento me percaté que lo había
bebido leyendo la prensa, con el televisor encendido, por lo tanto no hice
conciencia de que disfrutaba el néctar negro que tanto me vanaglorio que es mi
inyección matutina de energía. Entonces concluí que debemos hacer conciencia de
que cada día que vivimos es un regalo que nos ofrece gratuitamente la
vida.
Yo también, como tú, he andado, ando y quizá andaré a
prisa por la vida, ahogada por las
múltiples responsabilidades, angustiada por querer hacer muchas cosas sin el
tiempo, ni la energía para cumplir con l os compromisos, responsabilidades y
deseos. Yo también soy víctima del vivir sin vivir, del correr sin reparar en
los pequeños detalles que nos ofrecen los días. Yo también como sin percatarme
si la comida está dulce o salada, si el día es gris o soleado, sin reparar si
mi esposo comió bien o no, sin tiempo para hablar sobre nuestras cosas, sin
decir una palabra de cariño a los que me rodean.
¿Te has preguntado alguna vez si fuiste
consciente de la ducha que te diste por la mañana? ¿Recuerdas que hiciste
durante el desayuno? ¿Te diste cuenta si el rocío había mojado los autos y las
flores? ¿Reparaste en la ropa que tenías ese día? Yo también me he duchado
rápidamente, de forma automática, me he vestido, he salido al trabajo, y no
reparé en nada más que en la prisa que tenía por llegar a dónde debía llegar.
Y es justamente porque soy víctima de la prisa,
deseo aprender a disfrutar cada día como si fuera el último de mi existencia.
Me dispondré, aunque falle constantemente, a disfrutar el café de la mañana
junto a mi esposo. Trataré de buscar pequeños momentos especiales de cada día,
para compartirlo con los que me rodean.
Llegaré al trabajo y no sólo hablaré de las tareas pendientes que no
pudimos cumplir el día anterior, sino que buscaré espacio para preguntarles
cómo van en la universidad, qué ha pasado con sus hijos, si sus metas se han
cumplido. Durante el trayecto de mi casa
a la universidad, no me enfadaré con los choferes irresponsables que no
respetan la ley de tránsito, ni con los policías que en vez de imponer el
orden, se suman al desorden vehicular, al imponerse al lenguaje universal de
los semáforos. Trataré de ver aquello como parte del panorama. Y repararé en la
gente que como yo sale todas las mañanas a trabajar para ganarse honradamente
su sustento, en los niños que salen a toda prisa para la escuela, en los
árboles que rodean la avenida, en fin en las pequeñas cosas que constituyen el
encanto cotidiano de la vida.
¿Una ilusión imposible? ¿Un decir hermoso
difícil de aplicar? Es posible pero vale la pena intentarlo, ¿no creen?
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