ENCUENTROS
“La enseñanza de los jóvenes”
Por: Mu-Kien Adriana Sang
“Mi camino va a ser distinto del tuyo, Platón. Yo sé que
es ridículamente pretencioso que un chico como yo, que aún no ha cumplido los
dieciocho años, te hablé de igual a igual, como si pudiera compararme contigo.
No lo pretendo...Eres mi maestro, sí, pero no mi único maestro. También aprendo
del pájaro y de las flores, de los astros,, de la móvil y curiosa naturaleza. Y
atiendo el consenso de los demás hombres, las virtudes que exaltan en los
mejores...A mi juicio, las ideas y teorías son como los espectros del Hades a
los que visitó Ulises: necesitan beber sangre humana para adquirir un poco de
peso y comunicarnos algo. Te digo todo esto sin impertinencia ni reproche, con
agradecimiento crítico. Ya sabes que soy
tu mejor amigo, precisamente porque te quiero un poco menos que a la
verdad.” Fernando Savater, La escuela de
Platón.
Este libro de Fernando Savater demuestra una vez más la prodigiosa
imaginación del filósofo español. A partir
de un cuadro exhibido en el Museo de Orsay en París, “La escuela de
Platón” autoría del pintor belga Jean
Delville, Savater da riendas sueltas a su prodigiosa formación y escribe un
libro único, imaginándose los diálogos entre el Maestro Platón y sus discípulos. Este texto que engalana hoy Encuentros es la
reflexión de Aristóteles tratando de evaluar el pensamiento de su Maestro para
superarlo, como la historia misma nos demostró. Platón discípulo de Sócrates,
supo superarlo, llevando el pensamiento filosófico griego por estadios
desconocidos. Aristóteles, uno de los
discípulos aventajados de Platón, hizo lo
mismo, superándolo con creces.
Leí una vez hace algún tiempo una hermosa frase de Richard Bach que
decía así “Todos somos hacedores, aprendices y maestros. ¡Cuánta razón ha
tenido el escritor! A pesar de mis 30
años de estar en las aulas, no he dejado nunca de sorprenderme de la sabiduría
de los jóvenes. Y, guardando las diferencias, algo similar me ha sucedido. He
aquí dos de mis últimas experiencias.
En mis clases de historia de las ideas políticas asigné una lectura del
gran historiador Joseph Fontana con el tema “violencia y poder”, en la cual el
autor trata de demostrar que el Estado, desde la esclavitud misma, se ha
sostenido gracias al ejercicio violento y represivo del poder. El día que nos
tocaba discutir el tema coincidió con el cumplimiento de la condena de muerte a
Timothy Mcveil, aquel joven acusado de ser el responsable del atentado
terrorista en Estados Unidos que ocasionó la muerte a más de 200 personas.
Cuando finalizó la parte de exposición formal del contenido del documento hice
uso de mis prerrogativas de profesora y concluí condenando la violencia y la
pena de muerte. Me declaré a favor de la vida e hice una panacea de la necesidad
de que desarrollemos una cultura de paz.
Entonces Kai, uno de mis alumnos preferidos pidió la palabra para
hacerme unas preguntas: “Profesora, dijo, usted considera que los hombres que
participaron en la acción del 30 de mayo son héroes?” “Sí”, contesté.
“¿Porqué?”, Preguntó. “Porque, respondí sin saber a dónde quería llevarme con
sus preguntas, con la muerte de Trujillo se puso fin a la dictadura, abriéndose
paso a un nuevo período en la historia política dominicana”. “¿Qué hicieron”,
insistió. “Produjeron el llamado Ajusticiamiento a Trujillo”, contesté.
“¿Ajusticiamiento significa muerte?”, Volvió a preguntar. “Sí”, respondí otra
vez. “No más preguntas”, fue su respuesta.
Me di cuenta entonces de la
inteligente encrucijada de que había sido objeto. Me sonreí y lo
felicité. Me hizo caer en mi propia trampa. Y me enseñó lo que yo mismo le he
enseñado, nunca debemos hacer afirmaciones taxativas y contundentes de la
realidad.
Hace poco tuve otra interesante experiencia con otro de mis estudiantes.
Inicié una nueva cátedra llamada
pensamiento dominicano. Estábamos
conversando sobre el pensamiento conservador, sus raíces y características.
Analizamos en detalle las posiciones políticas y culturales de la
intelectualidad dominicana de los cuarenta, sobre todo en lo referente al tema
de la identidad. Al finalizar dije algo así: “Los extremos son siempre malos,
por eso asumo como punto de partida para la vida un precepto del pensamiento
taoísta: el justo medio para entender el orden de las cosas; pues, seguía
diciendo, Ling Yutang decía que nadie podía llevar tanta maldad en su alma que
no fuese capaz de hacer una buena acción en su vida; como tampoco nadie era tan
bueno que no cometiese errores e hiciera alguna maldad.” Al finalizar Alejandro, otro de mis pupilos
favoritos, tomó la palabra y dijo:
“Profesora, esa filosofía no puede ser absoluta. Porque usted que siempre habla
de que debemos asumir éticamente la vida, nadie puede ser medio ladrón, medio
ético o medio asesino. Su filosofía del justo medio no se aplica a todas las
cosas ni a todas las circunstancias.” Al finalizar la clase, le dije,
“Alejandro, tienes toda la razón.”
Una vez más se ha demostrado que el Maestro es sólo un punto de
referencia, quizás una guía, y que sus conocimientos son temporales y
circunstanciales. Pienso sinceramente,
que he tenido éxito como maestra cuando los alumnos se esfuerzan por superarte.
Haberles enseñado a amar el conocimiento y ampliar lo poco que puedes enseñarle
es la verdadera misión. Por esto alumnos
aventajados como Kai y Alejandro me hacen sentir feliz y orgullosa. Podría
morir tranquila sabiendo que hay nuevos bríos en la vida que buscan tomar la
antorcha para sucederme.
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