ENCUENTROS
REENCUENTRO (el tercero de varios)
El trabajo sin tiempo....y las bellezas del río Yangtse
“Cuando llego a mi casa
Mi hijo ronca como el trueno
Nadie escucha mis golpes
Apoyando en mi vara
Escucho al río...
Siempre me lamento
Que mi ser no es mío,
¿Cuándo no recordaré de apresurarme por
nada?
De la noche profunda el viento sueña,
La seda blanca yace plana,
Pronto el pequeño barco navegará
Pasando el resto de su vida por los ríos y
mares.
Su Tung-po (1036)
Sorprendida pregunté al guía cómo era
posible que se emplearan 5 años para hacer una alfombra de seda, o que la
amplísima producción de porcelana fuera pintada a mano, o que se utilizaran
muchos años y muchas manos para hacer una sábana en hilos de marfil. Me
contestó que en China el trabajo era parte importante de la cultura, y que el
significado del tiempo en oriente era muy diferente al de occidente. La espera,
la paciencia y el trabajo constante y cotidiano, me dijo, era el secreto para
hacer todas esas maravillas culturales.
Pregunté también el significado
del Número 3 en la cultura china, pues en muchos textos tradicionales y
modernos aparece como la cifra mágica de la vida, una constante en textos
taoístas, budistas y confucianos. Me
respondió que mi observación era cierta. Y que la cifra se sustenta que los
chinos creen que cada persona tiene tres vidas: La vida presente, la vida
pasada y la vida. futura Por esta razón
en la cultura tradicional China, la tumba, no era un mero lugar para depositar
el cuerpo sin vida de alguien, sino el lugar donde se espera la vida que se
iniciará. Los Emperadores de todas las dinastías seleccionaban siempre lugares
especiales para construir las edificaciones donde fueran depositados sus restos
una vez hubiesen partido de la vida presente. Este lugar debía ser hermoso,
cerca de una montaña y bordeado de un río ancho y caudaloso. La montaña
serviría de apoyo y el agua del río
permitiría limpiar su cuerpo mientras espera la otra vida.
Estas explicaciones me permitieron entender la visita siguiente que se
desarrolló en la ciudad de Xian, cuna del río Amarillo, tierra privilegiada por
la naturaleza, ya que nunca ha habido
nunca inundación ni sequía.
La visita al Museo de los
guerreros de terracota o el mausoleo Qinshi Huangdi, un lugar tan extraordinario
que UNESCO la bautizó como patrimonio de la Humanidad, muchos incluso lo han
definido como la “Octava Maravilla del Mundo”, al e ha llamado a este museo, la
octava maravilla del mundo.
La tumba de Qinshi resulta impresionante
con sus filas apretadas de más de 7000 guerreros hechos de barro cocido,
de tamaño natural, completamente armados, con los auténticos elementos
característicos de los hombres que sirvieron de modelo, junto a sus caballos,
también de tamaño natural. A la entrada del museo se encuentran 2 arqueros
sentados en cuclillas. Las figuras de
los soldados pesan entre 150 a 180 kilos. Las primeras fosas fueron
descubiertas hace 20 años. Vimos una réplica de una carroza en bronce, oro y
plata. Tiene 2,300 años. Las carrozas tenían 4 caballos. El caballo derecho tenía un penacho. Está siendo usado por un funcionario. Las
ruedas tenían treinta radios, que en conjunto significaban: luna llena,
felicidad y oportunidad.
La cena la tuvimos en el museo de Bellas Artes. Al terminar la cena, el director del museo
ofreció una conferencia sobre la pintura tradicional china.
Después de la visita a Xian, el grupo debía
tomar el barco que nos llevaría a descubrir la belleza natural del río
Yangtse. Tuvimos suerte, pues las
fuertes lluvias cayeron cuando habíamos terminado. En Shanghai nos enteramos
del desbordamiento del río y las secuelas de este desdichado fenómeno natural.
Las gargantas del rio Yangtse. Nos levantamos temprano para que pudiésemos ver el imponente espectáculo
del barco pasando por la primera garganta del río ¡Impresionante! las montañas
penetran el río como si quisieran tragarlo.
La bruma siempre presente en las montañas, hace que se conviertan en
algo misterioso para el espectador.
Estrechos pasadizos por donde el barco pasa con dificultad, y mientras
cruzábamos, me parecía como si
estuvieran atravesando por las imágenes de los cuadros que veía cuando niña.
Recordé que me cuestionaba sin cesar por qué siempre aparecían paisajes brumosos
de las montañas y los ríos. Ahora entiendo por qué. El Yangtse corre aceleradamente por esta
garganta, remolinos inmensos acompañan al barco durante su travesía. Las
montañas, las más altas de este trayecto se ven de repente entrecortadas por
nubes. Si levantas la vista alcanzas a
ver el pico final como una imagen en la cual el cielo y la tierra se unen de
manera imperiosa. Doy gracias mil veces
a la vida de haberme obsequiado esta oportunidad, de ser testigo silente de
esta maravilla que la naturaleza ha regalado a la humanidad.
Ahora entiendo porqué al río Yang Tse le llaman el Dragón. Es un inmenso río que casi atraviesa China,
con las curvaturas del dragón, que se lleva a su paso cuanto encuentra. Cuando el dragón lanza sus llamas los que
están a su lado se espantan. El río ruge
provocando fuertes movimientos al barco tratando quizás de aligerar el peso de este mole de hierro
cargado de gente extraña que viene a observarlo.
Al otro día, temprano en la tarde, como a las 2h30pm oímos el llamado de
que el barco entraba por la segunda garganta. El sol hizo que el misterio que
imprime la bruma se esfumara, entonces la entrada por ese paso no resultó tan
impactante. Sin embargo, la naturaleza
con su grandiosidad se impuso ante nuestros ojos. Las montañas penetran al agua, intentando imponerse
al dragón, pero el agua con su fuerza no deja
dominarse por la grandiosidad de las montañas. Así en el periplo de largos kilómetros
observamos dos expresiones de la naturaleza luchando por dominarse mutuamente.
El dragón, dijo al río, como buen discípulo taoísta, que debe adecuarse a las
adversidades y continuar su trayecto río
abajo.
Un día después entramos a la tercera garganta. Es la más peligrosa, nos
levantamos temprano, pues a las 7:00 en punto pasamos por ella. La bruma estaba más espesa y era casi
imposible ver con detalles la lucha feroz entre el río y la montaña. Sin embargo, el paisaje seguía siendo
hermoso. Las montañas se tiñeron de
colores diferentes.
Al terminar el trayecto por las gargantas, tomamos un bus para ver la obra
de ingeniería más grande y osada de todos los tiempos: La empresa
hidroeléctrica del río Yangtse. La zona
está siendo custodiada por la guardia. Nos dijeron que en la construcción de la
presa trabajan más de 20,000 obreros constructores y algo más de 10,000 técnicos
e ingenieros. Vimos el sistema de eclusas para el paso de los barcos. Son 5. Tienen 34 m de ancho y 280 m de
alto. No dicen que esta obra, fruto
también del ingenio y el trabajo, podrá ser vista, junto a la Gran Muralla
desde el espacio.
Cuando finalizó nuestra travesía por el río, comprendí algunas de las ideas
que nos dieron durante la conferencia sobre la pintura tradicional china en el
en el museo de Bellas Artes de la ciudad de Chongching. Normalmente se utiliza el papel de arroz o en
su defecto la seda. La pintura de los bajantes, elemento tradicional de la
cultura china, se coloca en el centro. Dejan dos espacios, arriba, o el lugar
del cielo, y abajo, el que corresponde a la tierra. En la pintura tradicional,
no importa tanto el dibujo, la perspectiva o la luz, sino el color. Para
reproducir la bruma de las montañas se utiliza tinta negra, que dependiendo de
la forma de colocar el pincel ofrece diferentes tonos de negro (¡los mismos
tonos que vi cruzando el Yangtse!)
Esta experiencia nueva, única en mi vida, me ofreció un nuevo motivo para
pensar profundamente en la identidad. Me dije a mí misma, cuán orgullosa me
siento de haber nacido en el Caribe, de haber acariciado mis raíces
dominicanas, pero cuán dichosa soy de poder vivir en carne propia la presencia
de otra raíz de mi identidad. Occidente prevalece, de eso no me cabe la menor
duda, pero el Oriente se ha hecho cada vez más presente, y me ha hecho
redescubrir no sólo su riqueza, sino cuán presente han estado en mí sin quizás
darme cuenta.
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