ENCUENTROS
¿Qué es la patria?
Por Mu-Kien Adriana Sang
“Levanto la vista...
y le pregunto a mi madre por qué están peleando hoy. Por la patria, dice
mamá con un suspiro. Hoy la palabra capta mi atención, de esa manera en que una
palabra súbitamente te devuelve la mirada y rehúsa revelarte su significado.
Mamá, digo, ¿Qué es la patria? Ella no me responde. Parece que está a punto de
llorar.... ¿Qué es la patria? ¿Qué es esta idea de nación que empuja a tantos a
dar la vida por su liberación para que luego otros la vuelvan a
encadenar?... Papá, le pregunto cuando
me parece apropiado interrumpir, ¿Qué es la patria? Él baja la vista hacia mí,
pero las respuestas brillan por su ausencia de su rostro, ¡No sabe qué decir!”
Julia Álvarez, En el nombre de Salomé.
La niña Salomé Ureña,
concebida por la mente brillante de Julia Álvarez, vivía las angustias de su
tiempo. Las puertas de su vivienda debían permanecer cerradas por el temor de
que una guerra improvisada se hiciera cargo de sus bienes. Su padre, un ser que
amaba profundamente, un líder rojo, defensor del proyecto (¿puede llamarse
proyecto?) compartía sus días entre el exilio obligado por las circunstancias
políticas cuando los azules se alzaban al poder, o las acciones políticas
conspirativas en el territorio nacional en contra de sus enemigos. Y mientras los unos subían al solio
presidencial y los otros bajaban, la niña preguntaba sin cesar a su padre o a
su madre ¿Qué es la patria? Las
respuestas ofrecidas no le eran convincentes.
¿Por qué, se preguntaba hasta el cansancio, en nombre de la patria se
hacen tantas y tantas guerras? ¿Por qué si los rojos o los azules luchaban para
salvar la patria se enfrentaban entre sí?
Y así, a lo largo de su vida, la palabra patria quedó grabada en su mente sin encontrar su
verdadero sentido. Como Salomé de mediados del siglo XIX, yo también me
pregunto y me atormento ¿Qué es la patria? ¿Para qué sirve la patria? ¿Qué
significa amar la patria? ¿Será la
patria un concepto del siglo XVIII o del siglo XIX?
Decía Fustel de Coulange, un autor francés del siglo XVIII,
que la patria es aquello que se ama. Cuando leí esta conclusión la asumí en mi
vida como una máxima. La he repetido cientos de veces, ya en las aulas ya en
conferencias. Hoy sin embargo, en la madurez de mi existencia, en la soledad de
mi hogar, sintiéndome espectadora de este teatro de la vida en este país de
quimeras y frustraciones, me pregunto,
me atormento de nuevo, ¿Qué es la patria? ¿Qué puedo amar de esta patria que
destruyen sistemáticamente?
Intento buscar respuestas pero sólo encuentro soledades,
nuevas inquietudes y múltiples preguntas.
¿Puede haber patria, cuando las injusticias sociales, el hambre, la
desolación, obligan a cientos, miles de sus hombres y mujeres a zarpar
despavoridos en busca de mejor vida? ¿Existe patria cuándo somos verdugos de
los menos favorecidos de la vida? ¿Se puede creer en supuestos defensores de la
patria, cuando utilizan a su antojo el patrimonio público? ¿Se puede creer en
la patria de esos llamados empresarios, denominados a sí mismos como “hombres
de desarrollo”, cuando en el nombre de nosotros y en el de la patria son
capaces de corromper aún más a los corruptos? ¿Se puede creer en la patria de
los políticos aquellos seres que en su nombre, organizan componendas, las que
fueren, sólo para responder a sus intereses particulares y de grupos? ¿Se puede
creer en la patria de las instituciones y personas que en nombre de la pobreza
se hacen ricos?
Busco en el mundo, observo sus matices y tendencias, y de
nuevo me pregunto ¿para qué sirve la patria? ¿Para luchar en contra de
fantasmas, reales o imaginarios, como
hacen los ortodoxos islámicos, los líderes del coloso norteño, los israelitas
que de víctimas se han convertido en victimarios? ¿Cuál es la patria para esta gente? ¿Qué patria desean que amemos?
Vuelvo mi vista hacia América Latina y pienso en Colombia. Y
asoman a mis ojos lágrimas de impotencia al pensar en Ingrid Betancourt, la
aguerrida política que luchó en contra de la corrupción del mundo político colombiano,
la misma que abogó por una salida negociada con la guerrilla. Hoy Ingrid se debate entre la vida y la
muerte, víctima del destierro en su propia patria amada, secuestrada por los
guerrilleros; los otrora revolucionarios, hoy profesionales de la violencia. Y cuando me asalta la pregunta ¿Qué es la
patria? Pienso en Argentina, un pueblo rico sumido en la pobreza, víctima de la
corrupción y la insensatez de sus gobernantes.
Y de nuevo golpea en mi conciencia la insistente pregunta
¿Qué es la patria? Y entonces lloro por nosotros. Confiados en el mañana,
apostamos al futuro, elegimos y fracasamos. Un círculo infernal que nos ha
llevado hoy a la desesperanza. ¿Habrá
mañana para nosotros, si volveremos a la fiesta inconsciente, a disfrutar del
ron que no regalarán para ahogar en alcohol la desesperanza, para que olvidemos
nuestras propias miserias? Y mientras nos regalen dinero y alcohol, la
conciencia se duerme, los sueños también.
Historia triste la nuestra. Caminamos un poco, retrocedemos
aún más. Avanzamos y retrocedemos, en
una ilógica histórica que nos ha puesto en manos de insensatos, truhanes y
mentirosos. ¿Para ellos, qué es la
patria? Una palabra usada, rehusada y
maltratada en discursos estridentes, carentes de contenido, llenos de mentiras
y falsas promesas con el que hipnotizan sus víctimas. Y para nosotros ¿qué es
la patria? ¿Qué debe ser la patria?
Quiero volver a la historia dieciochesca, cuando se
descubría y describía la palabra patria. Volver a la época en que la
patria era una insignia de valor, un
elemento indiscutible de inspiración cotidiana para luchar.
La Salomé y la Camila...han sido recreadas a la luz de
preguntas que sólo nosotros podemos contestar, como ellos hicieron con sus
propias vidas: ¿Quiénes somos como pueblo? ¿Qué es la patria? ¿Cómo la
servimos? ¿Es el amor más fuerte que nada en el mundo? Julia Álvarez, En el
nombre de Salomé
.
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