Solo un padre para esta patria
Por: Mu-Kien Adriana Sang
@MuKienAdriana
NAVEGANTE DE SUEÑOS
Duarte, eres héroe,
navegante de sueños,
Honra y orgullo de
nuestra nación:
con tu sangre pintaste
el lienzo de la patria,
anhelo oprimido que
buscaba esperanza.
Fuiste canto en el
silencio de la noche,
fuego en el frío de
nuestra necesidad,
ímpetu en la pasiva
espera,
rayo y trueno,
centella que asedia.
Con tu verbo
ahuyentaste los temores mundanos,
promoviste en las
masas complicidad y devoción;
Orquestaste la
revuelta que estremeció los campos,
Liberaste a Quisqueya
con himnos y disparos.
Mas la guerra no pudo
manchar tus creencias,
Tu cuerpo era templo
de culto al Creador;
Tu pensamiento perfume
que perfumaba las sendas,
Tu empeño ejemplo de
abnegación y entrega.
Por ello has sido y
eres memoria,
Del ideal que redime
al Estado y su honor,
la verdad que resalta
entre las duras horas,
que nos llama a todos
a entonar tu canción:
navegantes de sueños
hemos de ser ahora,
hasta arribar al
puerto de nuestra elección.
Cristian Román M.
Inicio esta columna con un poema
escrito por un joven soñador
universitario, miembro activo del Club de Poesía de la PUCMM. Lo escribió para una actividad que
organizaron los jóvenes del Club de
Ideas Políticas y del Comité de Derecho, para conversar sobre los valores defendidos
por Duarte durante su lucha política. Me invitaron a conversar con ellos, como
expliqué en el Encuentro de la semana pasada. El acto contaba de dos partes. La
primera era la lectura de dos poemas autoría de los propios jóvenes
organizadores: una de Jeremy Jiménez, que engalanó el Encuentro de la semana
pasada, y la otra, la de Cristian Román,
del Club de Poesía, que engalana el de
esta semana.
Durante la conversación con el
centenar de jóvenes que fue a la actividad tuve que hacer un esfuerzo grande
para responder a todas sus inquietudes.
Algunas preguntas fueron sobre aspectos puntuales de la vida del
Patricio. Pero otras fueron de contenido. Me preguntaron, por ejemplo, porqué
en nuestro país existían tres padres de la patria; sobre todo, porque dos de
ellos, Mella y Sánchez se habían aliado a los sectores conservadores. El
primero se alió a Santana y fue el responsable de la Comisión de alto nivel que
fue a Europa a negociar ya sea la anexión o el reconocimiento. El otro, apoyó a
Báez en un momento de su vida, pero se inmoló y limpió su nombre con su
fusilamiento en El Cercado. Otras
preguntas versaron sobre el pensamiento de Duarte. Al finalizar salí contenta y esperanzada. A pesar de que existe una gran parte de la
juventud que no tiene compromiso con el futuro de su patria, hay unos, muy
pocos tal vez, que desean sinceramente contribuir en la transformación de su
herencia. Llenos de inquietudes y
sueños, intentan comprometerse creando espacios de participación.
En el camino a la casa me quedé
pensando sobre la trilogía patriótica.
¿Debemos tener tres padres de la patria? ¿Cuáles son los criterios para
designar a una persona como Padre de la Patria? La designación de la trilogía
patriótica data del siglo XIX, específicamente durante la Dictadura de Ulises
Heureaux, Lilís, quien en una ocurrencia muy típica suya, le dijo a uno de sus
colaboradores que le inquirió sobre su decisión: "No muevas mucho el altar
, que pueden caerse los santos".
Era su manera de no indagar demasiado sobre las vidas de los héroes
designados como padres.
A mediados del siglo XX hubo en
el país grandes polémicas entre los defensores de Sánchez y los de Mella. Uno y otros se atacaban duramente. Recuerdo en mis inicios como columnistas que
el amigo Enriquillo Sánchez me dedicó un artículo cariñoso y duro contra mi
posición crítica hacia la trilogía patriótica.
Quizás envuelta en los avatares de la vida, dejé pasar el tiempo sobre
mi cuestionamiento hacia la trilogía patriótica. Recuerdo una vez que mi buen amigo sacerdote
Antonio, Tom, Lluberes, me decía que las sociedades necesitaban referentes y
que a veces era preferible dejar algunos símbolos intactos.
Sin embargo, las preguntas
críticas de los jóvenes y la celebración del bicentenario del nacimiento de
Juan Pablo Duarte, han traído de nuevo mis viejas inquietudes y preocupaciones.
Creo en justicia que EL PADRE DE LA PATRIA es sin lugar a dudas, Juan Pablo
Duarte. Este hombre entregó su vida, sus
bienes, su juventud a la causa de una nación libre, independiente y soberana
que se llamaría, y hoy llamamos con orgullo, República Dominicana. Su trayectoria política fue limpia y
honesta.
Influenciado por el pensamiento
liberal y romántico del siglo XIX que lo vio nacer, Juan Pablo Duarte se nutrió
de las ideas de libertad. Asumió el
sentimiento de Patria como una guía para su vida. Influenciado, quizás, por el
pensador francés, Fustel de Coulanges, quien afirmaba con convencimiento que
patria es aquello que se ama. Duarte amó profundamente la tierra que lo vio
nacer, y se forjó el sueño de hacerla libre e independiente de toda potencia
extranjera. Fue coherente. Pero sobre todo, es el representante del ejercicio
político limpio y ético. Hizo de su
accionar político un himno al thymos socrático, es decir, un canto a la acción
política pura.
Su estatura moral no necesita
compañía, y mucho menos con dos seres que no supieron defender con firmeza los
ideales de los trinitarios. Estos
hombres, Mella y Sánchez, envueltos por el calor de los vaivenes políticos, hicieron alianzas
y se doblegaron, escondieron y pisotearon principios e ideales.
Juan Pablo Duarte debe ser EL
PADRE DE LA PATRIA. Debe ser el
inspirador para motorizar nuevos cambios y forjar nuevos ideales. Debe ser el referente para seguir luchando
por una democracia inclusiva, no excluyente;
por una democracia garante de las leyes; pero ante todo, el referente
para medir la estatura moral y ética de los hombres y mujeres que asumieron la
actividad política como su modo de vida.
Juan Pablo, Juan pueblo, Juan
hombre, Juan inmortalizado por la historia sin manchas, Juan dolido y frustrado
al ver que la República que forjó se desvanecía por los rencores y las
ambiciones de los grupos. Juan el
paradigma de la acción política basada en ideales y no doblegada ni marcada por
los intereses de dinero y poder. Juan
Pablo Duarte el verdadero y único Padre de la Patria.
Vivir sin Patria, es lo mismo que vivir sin Honor.
Trabajemos por y para la patria, que es trabajar
para nuestros hijos y para nosotros mismos.
Hay palabras que por las ideas que revelan llaman
nuestra atención y atraen nuestras simpatías hacia los seres que las
pronuncian. Juan Pablo Duarte
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