TEMAS SOBRE
HAITI, REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE
Pensamiento
caribeño en el siglo XIX. Hostos, el Antillanismo y la oposición de
Espaillat
Por: Mu-Kien
Adriana Sang
@MuKienAdriana
Mu-Kien.blogspot.com
En donde
acaban las pequeñas, empiezan las Grandes Antillas. Son cuatro, escalonadas de
menor a mayor, y colocadas verticalmente, de este a oeste, al istmo americano.
La más oriental es Puerto Rico, como la han llamado los ávidos españoles;
Borinquen como la llamaban los indígenas y nos complacemos en llamarla los
criollos. La más occidental es Cuba. Entre una y otra, la victoriosa
Haití-Santo Domingo. Enfrente de esta, al sur, Jamaica. Al pie de todas esas
islas, el orífano mar que las zahiere. Arriba el sol febricitante de los
trópicos, cobijándolas, el cielo más limpio, más puro y más amable;
purificándolas, el ambiente más embalsamado, la brisa que da mayor embriaguez y
con más deleite pueden los pulmones aspirar.” Eugenio María de Hostos.
…La idea de
la “Liga Antillana” puede llevarse a efecto algún día, que será cuando la Gran
Bretaña de su permiso, lo que no sería difícil, y así que el Gobierno español
abra los ojos, lo que no es tan fácil ni de esperarse pronto, en razón a que
los ojos de la mayor parte de los reyes tienen cataratas. La valla llegará a
establecerse, no hay que dudarlo. En esta gran Confederación estarán los
franceses de Guadalupe y Martinica, que no conozco; los haitianos, que conozco
demasiado; los cubanos, a quienes voy conociendo, por verlos ocupados en el
trabajo de destrucción que con toda probabilidad continuarán después de la
emancipación; los ingleses de Jamaica y demás islas británicas; y
nosotros…¡Soberbios elementos, por cierto, para construir una sociedad mixta
que deba servir de valladar a las aspiraciones e invasiones de la raza
Anglosajona” Ulises Francisco Espaillat.
Las ideas antillanistas de Hostos, como dijimos en
el artículo anterior, recibieron respaldo militante y crítica también
militante. Reiteramos que las ideas hostosianas de crear una solo República de
las Antillas, inspiraron a Luperón, Betances y Nissage Saget. El objetivo del proyecto político expresado
en esa llamada Confederación era detener el interés de dominación
político-económica de las potencias imperiales, especialmente Estados Unidos.
Se intenta hacer una gran alianza tenia objetivos estratégicos en el corto
plazo: lograr las independencias de Cuba y Puerto Rico, últimos remanentes del
coloniaje español. Buscaba además enfrentar a Báez quien tenía una visión
anexionista, y durante sus seis años buscó con bríos la anexión de la República
Dominicana a la gran nación norteña.
Espaillat no veía viable el proyecto. En su análisis
político señalaba dificultades de toda índole. Entendía el intelectual que el
Caribe representaba una pieza estratégica importante para las aspiraciones de
dominación de las potencias imperiales
de ese momento, léase: Estados Unidos, Francia, España e Inglaterra. Para Espaillat, España no permitiría que
triunfase la Liga o Confederación porque no podía perder sus últimos bastiones
en El Caribe, Cuba y Puerto Rico. Por
otro lado, se encontraban Francia e Inglaterra, y en menor medida Holanda,
imperios bien posicionados en las Antillas Menores y las Bahamas. Finalmente, se encontraba Estados Unidos, la
nación emergente que tenía una definida vocación imperial. Los norteamericanos, decía Espaillat, no
permitirían que triunfase un proyecto político de esa naturaleza. El Caribe era su principal zona de
influencia.
Ante una realidad tan compleja, era difícil que
pudiese triunfar el proyecto político. Había demasiados factores en
contra. El tiempo le dio la razón a
Espaillat. Cuba logró su independencia a
finales del siglo XIX, luego de una larga y terrible guerra, que trajo como
consecuencia la emigración de capital monetario y humano hacia otras islas de
El Caribe. Puerto Rico, después de largas transacciones entre España y Estados
Unidos, pasó a ser colonia norteamericana. El sueño de Hostos y Betances quedó
truncado, a pesar de los grandes esfuerzos que realizaron. Jamaica permaneció
como posesión inglesa. República Dominicana y Haití permanecieron con sus
luchas intestinas.
Firme en su creencia que la Liga Antillana era
improbable e inviable, propuso su propia estrategia: “ No
tendremos guerra, por lo menos la guerra de fusiles y cañones, pues en cuanto a
la otra guerra que nos puede hacer ese heterogéneo triunvirato de naciones (se
refiere a los imperios de Inglaterra, Francia y Estados Unidos), esa no la
podemos combatir sino con la inteligencia. La de Haití, propagando
indefinidamente la instrucción popular y dando la superior en nuestro propio
país. La de los Estados Unidos, levantando el espíritu nacional. De la España
nada tenemos que temer, aunque es verdad que los Excelentísimos de los vecinos
antillanos nos pueden hacer la guerra de intrigas. (Escritos, 0p. 266)
Espaillat, convencido y confeso pensador liberal y
positivista, y fiel admirador de los anglófonos como modelo de desarrollo, no
defendía la anexión a algún imperio como lo hicieron los conservadores.
Defendía la soberanía nacional como algo sagrado. No apoyaba ningún proyecto político que
significase violencia y armas. No estaba
de acuerdo con el enfrentamiento abierto a las potencias imperiales, pero si un
acercamiento táctico, para aprender de su progreso.
Así pues, el antillanismo como proyecto político fue
un eje importante para los pensadores y los políticos del siglo XIX.
No hay comentarios:
Publicar un comentario