ENCUENTROS
La maestra Dominga. A propósito del
día del maestro.
Por Mu -Kien Adriana Sang
La importancia del sistema educativo no
radica solamente en la formación de los recursos humanos de un país, sino
también en la calidad de esos recursos y, sobre
todo, en su capacidad de desempeñarse como persona humana frente a los
demás y frente a la naturaleza. Así las cosas, junto a la capacitación que proporciona la
instrucción, vía la escolaridad, el sistema debe ofrecer al individuo su
formación como persona y como ciudadano. Como diría, Ortega y Gasset, el
sistema educativo debe entregar a la sociedad ciudadanos instruidos y educados.
Instruidos porque disponen de capacidad técnica y profesional, y educados
porque saben “estar entre los hombres y entre las cosas”. Rafael Toribio
Hace unas dos semanas presenté en este Encuentro las
propuestas de la sociedad civil en materia educativa. Este pequeño, pero profundo y completo
documento fue el producto de una seria reflexión entre un significativo grupo
de personas e instituciones que acudieron al llamado de Foro Ciudadano. Esta instancia de coordinación convocó para
que se elaborara la agenda de la sociedad civil de cara al proceso electoral.
Se organizaron varios grupos, de acuerdo a los principales temas: salud, cultura, comercio, política fiscal,
educación, entre otros.
Participé en el grupo de educación, que fue coordinado por
el Centro Poveda. Allí estábamos muchas
personas que jugamos diferentes roles en el sistema. Habíamos profesores
universitarios, funcionarios de la Secretaría de Educación, investigadores,
promotores educativos, directores de escuela... y una maestra, llamada
Dominga.
El proceso de discusión fue muy interesante. Se planteó en la necesidad de seguir dando
apoyo al nuevo plan decenal, en exigir el cumplimiento de la ley de educación,
de manera tal que el Estado haga realidad lo que dice el marco legal en materia
de financiamiento de la educación. Otros
plantearon en la necesidad de exigir al Estado una verdadera política de
formación de los recursos humanos, principalmente el área docente. Y así siguió la discusión que culminó en un
excelente documento que publicamos en este espacio.
Me llamó mucho la atención Dominga. Una profesora de una escuela pública, activa
en el sindicalismo adepeísta, docente por convicción y necesidad...y sobre todo
muy realista. Había participado con ella en una mesa de trabajo, cuando el Foro
Socioeducativo, a la sazón coordinado por POVEDA, organizó varios encuentros a
propósito del libro “Reinventar la escuela”.
En aquella oportunidad me llamó la atención, porque sus comentarios no
solo eran pertinentes, sino también directos, sin medias tintas. La volví a
encontrar en la sesión organizada por Foro Ciudadano. Mientras cada quien
proponía sus fórmulas, ella observaba y anotaba. Yo la observaba en
silencio. En el momento en que nos
referíamos directamente a los docentes, y especialmente, la formación de los
docentes, Dominga hizo una pregunta: ¿Quién va a pagar la formación de la que
ustedes hablan? ¿Se acuerdan ustedes
cuánto gana un maestro? ¿Cómo pagar estudios de grado y post grado en
universidades privadas, comprar libros para completar la formación, si seguimos
ganando muy poco? Yo por ejemplo,
proseguía la maestra Dominga, terminé
una maestría porque mi esposo me ayudó a pagarla. No podía dejar de dar clases, porque no
quería perder mi empleo. Tampoco podía
abandonar mis obligaciones en la casa, pues era y es mi deber atender a mi
esposo y mis hijos. Volvió a preguntar
al grupo. ¿Creen que en esas condiciones se puede “especializar al sector
docente”? Me quedé observándola y me
dije ¡tienes razón Dominga, pero hay que hacer algo con los maestros!
Tengo varias semanas planteando con cifras, con llanto,
con humor, con tristeza, con encono, con todos los pocos recursos que tengo a
mi alcance, que la educación, como dijo una vez Don Gustavo Tavares, debe ser
una obsesión nacional. Las promesas
electorales estuvieron enarbolando el tema educativo como una de sus
prioridades. Sin embargo, la inversión
en educación sigue siendo baja, tristemente baja. Las necesidades del sector
son tan grandes que a veces uno se pregunta por dónde podemos comenzar.
La formación de maestros es uno de los grandes retos que
tenemos por delante. El caso de Dominga
no es el único. He tenido la suerte,
para decirlo de alguna manera, de trabajar con profesores en servicios. Y la verdad es que cuando veo su bajo nivel
de rendimiento académico, me pregunto ¿cómo puede andar la educación con
profesores tan mal preparados? Lo peor
del caso es que todos somos responsables.
El Estado por un lado que cada cuatro años establece sus propias prioridades,
desconociendo a veces lo que otras administraciones han hecho. Los propios gremios magisteriales, porque
han reducido sus luchas única y
exclusivamente a la reivindicación salarial, pero más aún, hunden más el
sistema con largas huelgas, en detrimento de los mismos estudiantes (saben
ustedes que a veces el año escolar en el sector público no cumple ni siquiera
el 50% de las horas de docencia reglamentaria?)
Pero somos responsables también las instancias que tenemos la obligación
de formar a los que se dedicarán a la docencia. Los programas de formación,
limitados y diseñados para dotar de un título, han demostrado, que aún con la
titulación, el sistema sigue siendo mediocre. La mediocridad se expande. La
irresponsabilidad también. Con profesores mal preparados, con bajos salarios y
con escuelas en mal estado. ¿A dónde
podemos llegar? Ayúdenme a encontrar una
solución.
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