Pensamiento
caribeño en el siglo XIX. Hostos y el Antillanismo
Por: Mu-Kien
Adriana Sang
@MuKienAdriana
… la independencia de las Antillas no
significa otra cosa que la emancipación del trabajo y la mano de obra y por ende, el aumento en la población, de
producción de los recursos físicos para la civilización americana; no significa
otra cosa que la emancipación del comercio y la industria, y por ende, la
eliminación de los obstáculos materiales que hasta la fechas han impedido la comunicación
entre gran parte de la América y esas islas, las cuales son los mediadores
naturales entre el Viejo y el Nuevo Continente; no significa otra cosa que la
reconstitución geográfica del continente americano y por ende, la unificación
de las partes en un todo; no significa otra cosa que la continuación del
movimiento continental de independencia, y por ende un movimiento de las
Antillas hacia un período de su vida en el cual, dependiendo de ellas mismas, contribuirán
con toda Latinoamérica para el futuro de una civilización creada por el Nuevo
Continente…(Hostos, Vol. 3, p. 107).
A lo largo
de esta serie de artículos que hemos venido publicando, se puede deducir que el
Antillanismo, es decir la unidad política, económica y social de las Antillas
Mayores de origen hispano, fue el gran proyecto político de Hostos. Comenzó a esbozarlo en su libro la Peregrinación de Bayoán, cuando
decía: Cuba, Jamaica, Santo Domingo,
Puerto Rico no son sino miembros de un mismo cuerpo fracciones de un mismo
entero, parte de un mismo todo…”
La propuesta concitó aliados y detractores. En el caso dominicano, Gregorio Luperón fue
su gran impulsor y soporte, mientras que Ulises Francicsco Espaillat no apoyaba
el proyecto, por el contrario, se oponía con vehemencia. Entre otras razones porque consideraba que la propuesta era inviable porque cada
isla, cada nación, tenía una realidad
distinta. Y tal vez tenía razón Espaillat.
Sobre esto hablaremos en el próximo artículo.
Un
elemento interesante es que los historiadores puertorriqueños consideran que el
antillanismo nació en Puerto Rico, que Eugenio María de Hostos fue su creador y
Ramón Emeterio Betances fue el gran estratega.
Esta visión sostiene que la idea del antillanismo se expandió por el
resto del Caribe hispano, llegando a Cuba, y allí las ideas revolucionarias
fueron acogidas por José Martí y Máximo Gómez. Lo mismo ocurrió con la
República Dominicana, siendo Gregorio
Luperón el que las hizo suyas, convirtiéndose en unos de los líderes del
antillanismo. Antonio Gatztambide, el
amigo historiador puertorriqueño, considera que a Betances y a Hostos el
antillanismo les nació en la misma cuna, tanto así, que era inseparable de sus
identidades personales. [i] Sostiene el intelectual de Puerto Rico que
es conveniente diferenciar entre la identidad y la solidaridad antillana con el
proyecto de la confederación antillana.
El proyecto de confederación fue posterior al sentimiento y necesidad de
unidad. Todo parece indicar que se fraguó a partir de 1860: “Las influencias más inmediatas fueron, de
una parte, los múltiples retrocesos y amenazas a la soberanía en el Gran
Caribe: la ocupación francesa de México, la española en la República Dominicana
y la renuncia a la autonomía por parte de la élite jamaiquina ante la rebelión
de Morant Bay…De otra parte, se destacan
las luchas independentistas en Cuba y Puerto Rico y comienzo de la primera
Guerra de los 10 años (1868-1878” [ii]
Sin Embargo, el historiador Emilio Cordero
Michel sostiene que el “antillanismo no
nació en Puerto Rico con Betances y Hostos, en 1868, ni con José Martí y Máximo
Gómez poco después, sino que brotó, casi
cinco años antes, en enero de 1864 en la Isla de Santo Domingo, específicamente
en República Dominicana cual flor endémica del proceso revolucionario de la
Guerra Restauradora que se inició el 16 de agosto del año anterior. Esto es:
que República Dominicana fue la cuna del antillanismo…. Que se desprendió como
fruto natural y lógico del pensamiento y la acción revolucionaria de los
prohombres de la Restauración: Matías Ramón Mella, Ulises Francisco Espaillat,
Pedro Francisco Bonó, Benigno Filomeno de Rojas, Máximo Grullón, Manuel
Rodríguez Objío y, particularmente Gregorio Luperón. Fueron ellos quienes
lanzaron la idea de la unidad insular domínico-haitiana, primero y de las Antillas después…”[iii]
Por supuesto que la posición de Cordero Michel trajo
sus reacciones. El propio Antonio Gatztambide reconoce la importancia de
Gregorio Luperón en el proyecto de Confederación, sin embargo, señala el
académico puertorriqueño que la documentación utilizada por Cordero es limitada
y “refleja que el proyecto confederativo
“quisqueyano” se limitó, al menos hasta 1865, a la unión de la República
Dominicana con Haití a partir del apoyo de la segunda restauración dominicana y
para proteger la soberanía de ambas en el futuro.”
Existe, según lo señala el propio Gatztambide,
otros, como Ojeda Reyes, le atribuyen la
paternidad del antillanismo al intelectual chileno Benjamín Vicuña Mackenna,
quien propugnó por una Confederación de Estados Independientes de Puerto Rico,
Cuba y República Dominicana, antes de que los dominicanos asumieran como suyo
el proyecto.
No está en discusión que Hostos fue el gran autor
intelectual del proyecto antillanista. El debate se genera en términos del
accionar político. ¿Fue Betances? ¿Fue Luperón? ¿Fue José Martí? Los
dominicanos dirán que nació aquí, los puertorriqueños seguirán defendiendo la
puertorriqueñidad de la idea y su materialización; mientras los cubanos tal vez
defiendan el antillanismo de Martí como el verdadero. No entraré en esos debates. Eugenio María de
Hostos, como ciudadano universal, antillano y latinoamericano soñó con una
sociedad diferente a la que heredó y abogó por la solidaridad de los
pueblos. Así debe verse su verdadero
legado.
[i]
Antonio Gatztambide, La Geopolítica del antillanismo en el Caribe del siglo
XIX, Revista Memorias, Revista digital de la Universidad del Norte, 2007.
[ii]
Ibídem
[iii] Emilio
Cordero Michel, República Dominicana, cuna del antillanismo, ponencia
presentada en el Cuarto encuentro del Seminario Internacional Identidad
Cultural y Sociedad en las Antillas Hispanoparlantes, celebrado en Santiago de
Cuba los días 5/7 de julio de 1998.
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