ENCUENTROS
Historia
y reelección (2)
El
eterno retorno.
Por Mu -Kien Adriana Sang
“Uno de los factores que tradicionalmente ha gravitado
más negativamente en nuestra historia ha sido el de las apetencias personales
de la mayoría de sus dirigentes, no sólo aspirando la Jefatura del Estado, sino
hasta la dirección de pequeños grupos y facciones”, Virgilio Bello Rosa, tomado
del libro de Ángela Peña, Partidos Políticos y Presidentes Dominicanos.
“En un sistema político caudillista, la muerte del
gobernante, el jefe, es un evento que paraliza. Nadie puede saber lo que
pasará...” Eduardo Latorre, tomado del libro de Ángela Peña, Partidos Políticos
y Presidentes Dominicanos.
“No me llamo a engaño.
Sé que no bien entregue la presidencia a un Peynado, a un Velásquez o a
un Henríquez, los sempiternos revoltosos querrán tumbarlo, y tendré yo que
dedicarme a sostenerlo porque ellos no sabrán defenderse en el campo de las
armas...” Món Cáceres, tomado del libro de Ángela Peña, Partidos Políticos y
Presidentes Dominicanos.
La muerte de Heureaux no trajo paz ni sosiego para el
país. La alternabilidad forzosa del
poder estuvo a la orden del día. Las
imposiciones de personas, la incapacidad de orquestar un proyecto político con
poder de convocatoria a nivel nacional, hicieron del país en los primeros 30
años del siglo XX un verdadero campo de batalla. Muerto el tirano, la sucesión impuesta era
algo cotidiano. Revoluciones, alianzas,
desalianzas, contralianzas...era el signo característico de esos años
convulsionados. 19 gobiernos, electos o
impuestos, 9 revoluciones, 10 elecciones, 6 reformas constitucionales, una
ocupación extranjera que pisoteó la soberanía nacional.....ocurrieron en apenas
30 años. ¡Qué drama nuestra realidad política y nuestra historia! Y en esa
tragedia política que vivimos estuvo presente, muy presente, siempre presente
el tema de la reelección presidencial.
Entre 1900 y 1930, se realizaron 6 reformas a la
Constitución: 1907, 1908, 1924, 1927. y
1929. Las dos primeras se realizaron durante el Gobierno de Ramón (Mon)
Cáceres, y las restantes durante el Gobierno de Horacio Vásquez. En materia de
reelección, Cáceres mantuvo lo establecido en la Constitución de 1896; es
decir, se permitía sin ninguna restricción.
Después del asesinato de Cáceres en 1911, se produjo un período de inestabilidad
política que culminó en la Ocupación Americana de 1916. En 1924, después de 8 años se firmó el Plan
Hughes-Peynado que puso fin a la ocupación. Este plan establecía, entre otras
cosas, la instauración de un gobierno Provisional presidido por Don Juan
Bautista Vicini Burgos, que tenía como tarea fundamental la convocatoria de una
Asamblea Constituyente a fin de modificar la Constitución de la República. El 4 de junio de 1924 se instaló la
asamblea. La Constitución que salió de esta Constituyente prohibía claramente
la reelección, tal y como lo especifica su artículo 44: “La persona elegida
para Presidente de la República no podrá ser reelecta para ese cargo, ni electa
para la Vicepresidencia en el período constitucional subsiguiente.”
Como se sabe, en las elecciones que se hicieron en 1924,
el Presidente electo fue Horacio Vásquez.
Inmediatamente el nuevo mandatario sabía que no podría elegirse para un
segundo mandato. ¿Qué podrían hacer
Vásquez y sus seguidores? Wenceslao Vega nos ofrece una explicación, en su
notable libro “Historia del Derecho Dominicano”, veamos: “Vásquez no podría aspirar a un segundo
período cuando se venciera el de 4 años para el cual había sido elegido en
1924, es decir, en 1928. Pero a mediados
de 1926 el grupo de influyentes políticos que apoyaban a Vásquez se les ocurrió
un mecanismo para que éste mantuviera en el poder por dos años más. Su
argumento fue el siguiente. Según ellos,
Vásquez y su Senado habían sido elegidos antes de la promulgación de la
Constitución de 1924, durante el gobierno provisional de Vicini Burgos, y en
consecuencia el período de 4 años que esa Constitución prescribía no les era
aplicable, sino al período de 6 años que disponía la Constitución de 1908 que
era la que, a su entender, regía en marzo de 1924 cuando se celebraron las
elecciones....” ¿Fácil verdad?
La solución fue temporal. Los horacistas querían seguir
en el poder. ¿Qué hacer entonces?
¡Modificar la Constitución, claro está!
El 9 de junio de 1927 se instaló la Asamblea Revisora. Una Comisión había sido encargada de redactar
el proyecto de reforma. Presentó su trabajo y fue aprobado sin discusión (¿te
sorprende?). El nuevo texto
constitucional fue promulgado con una gran solemnidad. La novedad es que la nueva Constitución
prolongaba el mandato del Presidente, del Vicepresidente y de los congresistas
por dos años más, hasta 1930. ¡Cuán fácil resolver problemas de apetencia
personal!
Las apetencias del poder no se satisfacían. En 1929, Vásquez reforma en dos oportunidades
la Constitución. La primera fue en enero de ese año, y sólo varió el artículo 3
para permitir el tratado de límites con Haití.
En junio de ese año se instauró de nuevo la Asamblea Revisora que
modificó de nuevo el texto de la Constitución, que consagraba, sin límites de
ningún tipo, la reelección presidencial.
Esta fue la cuarta y última reforma constitucional de Vásquez. Su apetito insaciable de poder no pudo ser
satisfecho, pues aunque adaptó la legislación para permanecer en el solio
presidencial sin tiempo, uno de sus colaboradores le dio el tiro de gracia,
cuando en febrero de 1930 un golpe de estado lo derrocó, dando paso a la
Dictadura de Trujillo. Sobre este tema trataremos en la próxima entrea.
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