ENCUENTROS
PALABRAS DE LA BRISA NOCTURNA I
Por Mu-Kien
Adriana Sang
Dedicado
a Edgar Omar Ramírez, por su sensibilidad con las mujeres
“La vida es
más importante que un libro. Peor, en cierto modo, mi libro era mi vida. Era mi testimonio sobre las vidas de las
mujeres chinas, el resultado de muchos años de trabajo periodístico. Sabía que
mi comportamiento había sido estúpido: de haber perdido el manuscrito, podía
haber tratado de recrearlo. Sin embargo, no estaba segura de soportar una vez
más los sentimientos extremos que me había provocado su escritura. Revivir las
historias de las mujeres que conocía había sido doloroso, y más aún ordenar mis
memorias y encontrar el lenguaje adecuado para expresarlas... Cuando te
adentras en tus recuerdos, abres una puerta al pasado; el camino tiene muchas
ramificaciones y, en cada incursión, el itinerario que sigues es siempre muy
distinto...” Xinran Xue, Nacer mujer en China.
Hace unos días recibí un regalo desde Madrid. Me lo
envió un lector asiduo de mis Encuentros, el Sr. Edgar Omar Ramírez. Cuando lo
abrí me encontré con la imagen de una pequeña y hermosa niña oriental de unos
seis años que en sus ojos reflejaba profunda tristeza. Al leer el título
entendí el mensaje: Nacer Mujer en China escrito por Xinran Xue. La hermosa dedicatoria del libro que me
escribió el amigo lector, me motivó a devorarlo. Me dispuse a leerlo tan ávidamente, que mi
esposo me preguntó curioso ¿Qué lees con tanto interés? Esto, mostrándole el
libro, le contesté brevemente, y seguí sumergida en la lectura.
“Palabras de la brisa nocturna” era el nombre de un
famoso programa radial cuya conductora era la periodista Xinran Xue, la propia
autora del libro. Xinran Xue era una aguerrida periodista china, que osó, en
las mismas garras del poder político chino, abrir una compuerta para que las
mujeres de la China continental abrieran sus corazones y narraran sus
desgarradoras historias. Ignoradas, sepultadas por la indeferencia de una
sociedad esencialmente patriarcal y opresora, las mujeres chinas, de todas las
épocas, han tenido que ocultar sus sentimientos y asumir con resignación sus
desgraciadas vidas.
Inicia el
relato comentando con detalle las peripecias que tuvo que hacer para que le
aprobaran el programa. Para su primera emisión la periodista intentó ganar la
confianza de las mujeres, colocándose en la primera fila, narrando su propia
vida como mujer / profesional / madre soltera
“Mi nombre es Xinran-dije al empezar la primera
emisión del programa-. Xinran significa “con mucho gusto”. A
través del programa, la sordidez de sus
anónimas existencia salió a flote con toda la crudeza que persona humana puede
imaginar. Como bien dice la autora en su libro, durante el período comprendido
entre 1949 y 1988, la única información que recibía el pueblo chino a través de
la radio eran las directrices del Partido, por lo que “la comunicación con
cualquier ser humano o estamento en el extranjero parecía tan remota y
fantástica como un cuento”. A partir de
1983, durante el dominio de Deng Xiaoping,
se produjo una cierta apertura; pero sólo los periodistas más aguerridos
aprovecharon esta oportunidad. “Con Palabras en la brisa nocturna intenté,
dice la autora del libro, abrir una pequeña ventana, un minúsculo agujero, en
el que la gente pudiera permitir que sus almas se desahogaran y respiraran
después de la atmósfera cargada de pólvora que habían soportado durante los
últimos cuarenta años.” La compuerta que abrió Xinran fue tan grande,
que en algunos momentos se vio precisada a enfrentarse con la máxima autoridad
de la emisora.
Con las preguntas ¿qué valor tenía la vida de una
mujer en China? ¿Qué filosofía tienen las mujeres chinas? ¿Qué significa la
felicidad para una mujer? ¿Qué es lo que hace una buena mujer? Xinran comenzó a
buscar respuestas, motivando a las mujeres para que contaran sus propias
historias. Algunas, por miedo a la represión, escribían cartas anónimas
relatando sus miserables existencias.
Otras, disimulaban su voz para que las autoridades no la
reconocieran. Encontró resistencia en
sus colegas y amigos, pero aún así decidió mantener su proyecto de vida: “¿realmente crees que serás capaz de juzgar o modificar las leyes
según las cuales viven sus vidas?” le preguntaban para recriminarla.
Ella siguió firme con su posición, y desde que abrió la primera
compuerta de diez minutos, llovieron las cartas y las llamadas. Las mujeres
chinas ¡por fin! Habían encontrado un espacio para su propio desahogo.
La primera gran historia que Xinran descubrió fue la
de Hongxue, una niña que había sido sistemáticamente violada por su padre.
Abandonada por su madre, ella y su hermano pasaron a vivir con su padre. “Había
ido a parar a la guarida del lobo”. Para
librarse de las garras de su padre, Hongxue se auto castigaba para enfermarse.
Un día decidió contarle todo a su madre.
Escuchó trastornada la historia, pero le dijo: “Tendrás
que aguantarlo todo por la seguridad de toda la familia. Si no ¿qué será de
nosotros?” Atrapada por el drama familiar, la niña
enfermaba cada día más, buscando la muerte. Era su forma de liberarse. Como
dice en una de las tantas cartas que escribía a su única amiga: “¡Qué feliz soy hoy! Mi deseo ha vuelto a cumplirse. He vuelto al
hospital”. Lo interesante de la historia, es que la niña decidió
adoptar a una mosca como mascota, pues era, según decía, la única caricia
verdadera que había recibido en toda la vida.
Las autoridades del hospital trataban de disuadirla, porque el insecto
era un transmisor de enfermedades, pero Hongxue buscaba la forma de mantenerla
a su lado. Para no volver a la casa de
su padre, Hongxue adoptó el hospital como su refugio, por lo que la enfermedad
representaba su liberación. Una de sus cartas más conmovedora era la que
expresaba su alegría por encontrarse al borde de la muerte: “!Victoria! no ha dejado de subirme la fiebre durante los últimos
dos días. Me siento mal pero soy feliz.” Poco tiempo
después Hongxue murió. Encontró por fin la paz.
Esta historia fue narrada en el programa. Xinran estaba segura de que
muchas muchachas que habían sufrido abusos sexuales, habían llorado aquella
mañana entre las miles de almas soñadoras de la ciudad.
La segunda gran historia del libro habla de la
Trapera, una hermosa y digna mujer, que decidió convertirse en “trapera”, una
especie de mendiga, para poder cuidar desde lejos a su hijo, un próspero
empresario. Cuando fue descubierta por
Xinran, la trapera decidió irse. Como relata la autora, “entendía que la
trapera se hubiera ido. Me había permitido mirar en su corazón y su vergüenza
no le permitía volver a enfrentarse a mí. Me dolía haberla ahuyentado de su
mundo cuidadosamente construido, pero también me apenaba que se hubiera
consumido para dar la vida a sus hijos y que su única recompensa fuera tener
que resignarse a ser desechada. Tan solo confiaba en su identidad como madre.
Mantuve el secreto de la trapera y nunca expliqué a su hijo cómo ella había
vigilado.”
En la próxima entrega seguiremos con estas
desgarradoras historias. Nos vemos!
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