domingo, 14 de abril de 2013

El mundo de las abuelas


ENCUENTROS

El maravilloso mundo de las abuelas

Por: Mu-Kien Adriana Sang

Dedicado a mi amigo/hermano José Chez Checo

Por los momentos más felices,
o por aquellos que han dejado cicatrices,
por el dolor acumulado o los errores cometidos,
por haber hecho hermano al enemigo
o por haber perdido al mejor amigo.


Sabiduría que brota en tus palabras,
en forma de consejos o regaños,
advertencias que deben ser tomadas en cuenta
y no a la ligera.....


Por eso abuelita y abuelito...

No te preocupes el ya no caminar aprisa,
así nos tardamos más en llegar a nuestro destino,
y podrás contarme más historias, de cuando eras niño,
de aquellos tiempos mejores que recuerdas con lágrimas...

No te preocupes, no estás solito,
tienes muchos nietos, aunque no conozcas sus nombres,
son todos aquellos que esperan que de allá arriba
les permitan llegar a esa bendita Tercera edad.
Henry Ricardo

Este artículo ha estado rondando en mi cabeza desde hace meses.  Lo había detenido para no darle la razón a mi amigo/hermano José Chez, quien en uno de nuestros encuentros cotidianos me dijo: "Mu-Kien, estoy esperando el artículo del nuevo nieto. Te conozco y se que estás pensando en escribir uno."  No le respondí. Sólo sonreí. Mucho me conoce el hermano y colega.  Para no darle la razón tan pronto, dejé descansar el artículo por unos meses, pero ya mi nuevo nieto, Andrés, tiene 8 meses y la vida de nuestra familia se ha llenado ¡otra vez! de ternura e inocencia. Entonces me dije: "Al diablo, le tendré que dar la razón al "plimo" Chez". 

Hoy decidí escribir el artículo porque al levantarme lo primero que vi al abrir los ojos fueron las sonrisas de mis dos nietos, los niños que han llenado de alegría todos los espacios de esta casa y alivian mi corazón angustiado por los problemas sociales de este país amado, tan lento para cambiar.

Fui abuela sin haber sido totalmente madre. ¡Qué gran ironía y que gran regalo me ha dado el Dios de la vida! Rafael Eduardo y Andrés Eduardo, llegaron después de que durante décadas había sido la tía "dulce", como me bautizó mi sobrino Julio  César, ido a destiempo. Las dos decenas de sobrinos y sobrinas que se sumaron al inmenso núcleo familiar, llenaron el vacío existencial.

Rafael Eduardo, mi nieto mayor, el que me enseñó a ser abuela, ya tiene 8 años.  Nuestra relación es de estrecha complicidad. A su lado he aprendido a disfrutar de lo pequeño y lo trivial. A su lado abandono mi traje de maestra, de historiadora, de escritora o funcionaria. A su lado soy solo una marioneta que él maneja a su antojo. Soy capaz de tirarme al piso aunque mi conjunto haya sido recientemente traído de la lavandería. A su lado, con sus preguntas acuciosas o sus historias escolares, olvido los problemas cotidianos o trascendentes y me refugio únicamente en la ternura. El tiempo se hace corto cuando inventamos cuentos o nos ponemos a hablar con la naturaleza, o sencillamente miramos al cielo y nos imaginamos las formas de las nubes.

Antes de nacer su hermanito Andrés me preguntó: "Abuela y cuando nazca él y nosotros dos? En su lenguaje infantil se preocupaba por la posible desatención. Le contesté con un abrazo grande y le dije al oído: "Tú vas a ser siempre mi primer nieto y mi niño favorito".  Entonces sonrió y siguió jugando.

Andrés Eduardo ya tiene 8 meses. Es un hermoso niño, muy parecido a su hermano, quien lo cuida y lo mima. Uno de mis mayores placeres es tener en mis brazos al bebé y al mismo tiempo jugar o conversar con el mayor. Me siento plena, abandonada a la mejor suerte del mundo. Antes de nacer me preguntaba si podría amarlo tanto como a Rafael Eduardo. La preocupación se disipó, porque el corazón es tan grande que anida mucho espacio de reserva para nuevos e intensos amores.

He reflexionado sobre mi condición de abuela, compartida con los otros múltiples roles que la vida elegida se empeñó en imponerme. Y al analizar este tejido complejo de roles, concluyo que he de agradecer a Rafael y a Andrés por el regalo de tenerlos en mi vida. La vida adulta, las responsabilidades laborales, los traumas existenciales que todos tenemos, los desengaños y desesperanzas nos endurecen el corazón. Pero tener de cerca la posibilidad de acariciar tu corazón con ternuras de llantos, de risas, de palabras repetidas, de abrazos, de miradas de complacencia, pero sobre todo, de inocencia pura, hace que necesariamente tengas que renovar la esperanza, el deseo de vivir, la decisión de seguir luchando para cambiar el mundo.

Pocas cosas son tan hermosas y gratificantes como los abrazos, los besos mojados, los tirones de pelos, las llamadas de atención que los niños nos ofrecen de forma gratuita y sincera. El haber podido vivir la niñez de mis decenas de sobrinos, y, muy especialmente de mis nietos, me obliga constantemente a redescubrir la vida. Entendí, a base de demandas de juegos, de preguntas inocentes y afirmaciones temerarias, que el mundo de los adultos es muy aburrido. Por eso, concluyo más que convencida que  es necesario, imprescindible más bien, guardar momentos para dar caricias a nuestros maltratados corazones,  pero sobre todo no dejar morir el niño o la niña que llevamos dentro.

Rafael Eduardo y Andrés son mis tesoros gratuitos, regalos de Dios, que me han permitido redescubrir el verdadero sentido de la ternura, del amor profundo y gratuito, de que las pequeñas cosas son tan importantes y verdaderas, como aquellas que definimos como las trascendentes e imprescindibles. Nada, nada, nada puede ser más importante que las sonrisas, los abrazos y los besos mojados y pegajosos de los niños que nos hacen redescubrir el amor sincero, sin traumas, trabas o interés de ningún tipo.

De nuevo doy gracias al Dios de la vida por la bendición de poder contar en mi vida con estos dos locos bajitos, como decía Joan Manuel Serrat, que me han hecho redescubrir una nueva dimensión del amor que es más grande que el propio universo. Soy feliz de sentir que soy un refugio más en sus vidas.

Cuando los abuelos entran por la puerta, la disciplina vuela por la ventana. (Ogden Nash)

Un abuelo es una persona con plata en el pelo y oro en su corazón. (Autor desconocido)

Todo el mundo debe tener acceso tanto a los abuelos como a los nietos, con el fin de ser un ser humano completo. (Margaret Mead)

La idea de que nadie es perfecto es un punto de vista más comúnmente llevado a cabo por personas que no tienen nietos. (Doug Larson)

Los abuelos son el mayor tesoro de la familia, los fundadores de un legado de amor, los mejores contadores de historias, los guardianes de las tradiciones que perduran en el recuerdo. Los abuelos son las bases solidas de la familia, su amor muy especial los diferencia. (Autor desconocido)

mu-kiensang@hotmail.com

mu-kiensang@pucmm.edu.do

@MuKienAdriana

 

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