martes, 16 de abril de 2013

Hostos y Espaillat


TEMAS SOBRE HAITI, REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE

 

Pensamiento caribeño en el siglo XIX.   Hostos, el Antillanismo y la oposición de Espaillat

 

Por: Mu-Kien Adriana Sang



@MuKienAdriana

Mu-Kien.blogspot.com

 

En donde acaban las pequeñas, empiezan las Grandes Antillas. Son cuatro, escalonadas de menor a mayor, y colocadas verticalmente, de este a oeste, al istmo americano. La más oriental es Puerto Rico, como la han llamado los ávidos españoles; Borinquen como la llamaban los indígenas y nos complacemos en llamarla los criollos. La más occidental es Cuba. Entre una y otra, la victoriosa Haití-Santo Domingo. Enfrente de esta, al sur, Jamaica. Al pie de todas esas islas, el orífano mar que las zahiere. Arriba el sol febricitante de los trópicos, cobijándolas, el cielo más limpio, más puro y más amable; purificándolas, el ambiente más embalsamado, la brisa que da mayor embriaguez y con más deleite pueden los pulmones aspirar.” Eugenio María de Hostos.

 

…La idea de la “Liga Antillana” puede llevarse a efecto algún día, que será cuando la Gran Bretaña de su permiso, lo que no sería difícil, y así que el Gobierno español abra los ojos, lo que no es tan fácil ni de esperarse pronto, en razón a que los ojos de la mayor parte de los reyes tienen cataratas. La valla llegará a establecerse, no hay que dudarlo. En esta gran Confederación estarán los franceses de Guadalupe y Martinica, que no conozco; los haitianos, que conozco demasiado; los cubanos, a quienes voy conociendo, por verlos ocupados en el trabajo de destrucción que con toda probabilidad continuarán después de la emancipación; los ingleses de Jamaica y demás islas británicas; y nosotros…¡Soberbios elementos, por cierto, para construir una sociedad mixta que deba servir de valladar a las aspiraciones e invasiones de la raza Anglosajona” Ulises Francisco Espaillat.

 

Las ideas antillanistas de Hostos, como dijimos en el artículo anterior, recibieron respaldo militante y crítica también militante. Reiteramos que las ideas hostosianas de crear una solo República de las Antillas, inspiraron a Luperón, Betances y Nissage Saget.  El objetivo del proyecto político expresado en esa llamada Confederación era detener el interés de dominación político-económica de las potencias imperiales, especialmente Estados Unidos. Se intenta hacer una gran alianza tenia objetivos estratégicos en el corto plazo: lograr las independencias de Cuba y Puerto Rico, últimos remanentes del coloniaje español. Buscaba además enfrentar a Báez quien tenía una visión anexionista, y durante sus seis años buscó con bríos la anexión de la República Dominicana a la gran nación norteña.

 

Espaillat no veía viable el proyecto. En su análisis político señalaba dificultades de toda índole. Entendía el intelectual que el Caribe representaba una pieza estratégica importante para las aspiraciones de dominación  de las potencias imperiales de ese momento, léase: Estados Unidos, Francia, España e Inglaterra.  Para Espaillat, España no permitiría que triunfase la Liga o Confederación porque no podía perder sus últimos bastiones en El Caribe, Cuba y Puerto Rico.  Por otro lado, se encontraban Francia e Inglaterra, y en menor medida Holanda, imperios bien posicionados en las Antillas Menores y las Bahamas.  Finalmente, se encontraba Estados Unidos, la nación emergente que tenía una definida vocación imperial.  Los norteamericanos, decía Espaillat, no permitirían que triunfase un proyecto político de esa naturaleza.  El Caribe era su principal zona de influencia.

 

Ante una realidad tan compleja, era difícil que pudiese triunfar el proyecto político. Había demasiados factores en contra.  El tiempo le dio la razón a Espaillat.  Cuba logró su independencia a finales del siglo XIX, luego de una larga y terrible guerra, que trajo como consecuencia la emigración de capital monetario y humano hacia otras islas de El Caribe. Puerto Rico, después de largas transacciones entre España y Estados Unidos, pasó a ser colonia norteamericana. El sueño de Hostos y Betances quedó truncado, a pesar de los grandes esfuerzos que realizaron. Jamaica permaneció como posesión inglesa. República Dominicana y Haití permanecieron con sus luchas intestinas.

 

Firme en su creencia que la Liga Antillana era improbable e inviable, propuso su propia estrategia:  “ No tendremos guerra, por lo menos la guerra de fusiles y cañones, pues en cuanto a la otra guerra que nos puede hacer ese heterogéneo triunvirato de naciones (se refiere a los imperios de Inglaterra, Francia y Estados Unidos), esa no la podemos combatir sino con la inteligencia. La de Haití, propagando indefinidamente la instrucción popular y dando la superior en nuestro propio país. La de los Estados Unidos, levantando el espíritu nacional. De la España nada tenemos que temer, aunque es verdad que los Excelentísimos de los vecinos antillanos nos pueden hacer la guerra de intrigas.  (Escritos, 0p. 266)

 

Espaillat, convencido y confeso pensador liberal y positivista, y fiel admirador de los anglófonos como modelo de desarrollo, no defendía la anexión a algún imperio como lo hicieron los conservadores. Defendía la soberanía nacional como algo sagrado.  No apoyaba ningún proyecto político que significase violencia y armas.  No estaba de acuerdo con el enfrentamiento abierto a las potencias imperiales, pero si un acercamiento táctico, para aprender de su progreso. 

 

Así pues, el antillanismo como proyecto político fue un eje importante para los pensadores y los políticos del siglo XIX. 

 

 

 

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